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Leer el primer capítulo - Quelibroleo

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EL CUADERNO DE MAYA © 2011, ISABEL ALLENDE 20<br />

porque todo está conectado en <strong>el</strong> subsu<strong>el</strong>o; sería un crimen matar dos<br />

pinos para ver un charco de agua que igualmente puede apreciarse<br />

desde la autopista.<br />

La casa fue comprada por <strong>el</strong> <strong>primer</strong> Paul Ditson en l948, <strong>el</strong> mismo<br />

año en que se abolió la restricción racial para adquirir propiedades en<br />

Berk<strong>el</strong>ey. Los Ditson fueron la <strong>primer</strong>a familia de color en <strong>el</strong> barrio y la<br />

única en veinte años, hasta que otras empezaron a llegar. Fue<br />

construida en l885 por un magnate de las naranjas, quien al morir donó<br />

su fortuna a la Universidad y dejó a su familia en la inopia, estuvo<br />

desocupada mucho tiempo y luego pasó de mano en mano,<br />

deteriorándose en cada transacción, hasta que la compraron los Ditson<br />

y pudieron repararla, porque era de firme esqu<strong>el</strong>eto y buenos cimientos.<br />

Después de la muerte de sus padres, mi Popo compró la parte<br />

correspondiente a sus hermanos y se quedó solo en esa r<strong>el</strong>iquia<br />

victoriana de seis dormitorios, coronada por un inexplicable<br />

campanario, donde instaló su t<strong>el</strong>escopio.<br />

Cuando llegaron Nidia y Andy Vidal, él ocupaba sólo dos piezas, la<br />

cocina y <strong>el</strong> baño, <strong>el</strong> resto se mantenía cerrado. Mi Nini irrumpió como un<br />

huracán de renovación, tirando cachivaches a la basura, limpiando y<br />

fumigando, pero su ferocidad para combatir <strong>el</strong> estropicio no pudo con <strong>el</strong><br />

caos endémico de su marido. Después de muchas p<strong>el</strong>eas transaron en<br />

que <strong>el</strong>la podía hacer lo que le diera la gana en la casa, siempre que<br />

respetara <strong>el</strong> escritorio y la torre de las estr<strong>el</strong>las.<br />

Mi Nini se halló a su anchas en Berk<strong>el</strong>ey, esa ciudad sucia, radical,<br />

extravagante, con su mezcla de razas y p<strong>el</strong>ajes humanos, con más genios<br />

y premios Nób<strong>el</strong> que cualquier otra en <strong>el</strong> mundo, saturada de causas<br />

nobles, intolerante en su santurronería. Mi Nini se transformó; antes<br />

era una joven viuda prudente y responsable, que procuraba pasar<br />

desapercibida, y en Berk<strong>el</strong>ey emergió su verdadero carácter. Ya no tenía<br />

que vestirse de chofer, como en Toronto, ni sucumbir a la hipocresía<br />

social, como en Chile, nadie la conocía, podía reinventarse. Adoptó la<br />

estética de los hippies, que languidecían en la Av. T<strong>el</strong>egraph vendiendo<br />

sus artesanías entre sahumerios de incienso y marihuana. Se vistió con<br />

túnicas, sandalias y collares ordinarios de la India, pero estaba muy<br />

lejos de ser hippie, trabajaba, corría con una casa y una nieta,<br />

participaba en la comunidad y yo nunca la vi volada entonando cánticos<br />

en sánscrito.<br />

Ante <strong>el</strong> escándalo de sus vecinos, casi todos colegas de su marido<br />

en la Universidad, con sus residencias oscuras, vagamente inglesas,<br />

www.megustaleer.com<br />

(c) Random House Mondadori, S. A.

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