Leer el primer capÃtulo - Quelibroleo
Leer el primer capÃtulo - Quelibroleo
Leer el primer capÃtulo - Quelibroleo
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
EL CUADERNO DE MAYA © 2011, ISABEL ALLENDE 36<br />
mantiene sus horarios de trabajo y avanza con su libro al ritmo que se<br />
ha propuesto.<br />
Chiloé tiene su propia voz. Antes no me quitaba los audífonos de<br />
de las orejas, mi música era mi oxígeno, pero ahora ando atenta para<br />
entender <strong>el</strong> cast<strong>el</strong>lano enrevesado de los chilotes. Juanito Corrales dejó<br />
mi Ipod en <strong>el</strong> mismo bolsillo de la mochila de donde lo sacó y nunca<br />
hemos mencionado <strong>el</strong> asunto, pero en la semana que se demoró en<br />
devolverlo me di cuenta de que no me hace tanta falta como creía. Sin <strong>el</strong><br />
Ipod puedo oír la voz de la isla, pájaros, viento, lluvia, crepitar de leña,<br />
ruedas de carreta y a veces los violines remotos d<strong>el</strong> Caleuche, un barco<br />
fantasma que navega en la niebla y se reconoce por la música y la<br />
sonajera de huesos de los náufragos que van a bordo cantando y<br />
bailando. Al barco lo acompaña un d<strong>el</strong>fín llamado Cahuilla, <strong>el</strong> nombre<br />
que Manu<strong>el</strong> le puso a su lancha.<br />
A veces siento nostalgia por un trago de vodka para honrar<br />
tiempos pasados, que fueron pésimos, pero algo más movidos que éstos.<br />
Es un capricho fugaz, no <strong>el</strong> pánico de la abstinencia forzada que he<br />
experimentado antes. Estoy decidida a cumplir mi promesa, nada de<br />
alcohol, drogas, t<strong>el</strong>éfono ni email, y lo cierto es que me ha costado<br />
menos de lo esperado. Una vez que aclaramos ese punto, Manu<strong>el</strong> dejó<br />
de esconder las bot<strong>el</strong>las de vino. Le expliqué que no debe modificar sus<br />
hábitos por mí, hay alcohol en todas partes y yo soy la única responsable<br />
de mi sobriedad. Entendió y ya no se inquieta demasiado si voy a La<br />
Taberna d<strong>el</strong> Muertito por algún programa de t<strong>el</strong>evisión o para ver <strong>el</strong><br />
truco, un juego de naipes españoles en que los participantes improvisan<br />
versos con cada movida.<br />
Algunas costumbres de la isla, como ésa d<strong>el</strong> truco, me encantan,<br />
pero otras han terminado por fastidiarme. Si <strong>el</strong> chucao, un pájaro<br />
chiquito y gritón, canta por mi lado izquierdo es mala suerte, debo<br />
quitarme una prenda de ropa y darla vu<strong>el</strong>ta al revés antes de seguir por<br />
<strong>el</strong> mismo camino; si ando de noche mejor llevo un cuchillo limpio y sal,<br />
porque si me sale al encuentro un perro negro mocho de una oreja, es<br />
un brujo, y para librarme debo trazar una cruz en <strong>el</strong> aire con <strong>el</strong> cuchillo<br />
y esparcir sal. La cagatina que casi me despacha cuando recién llegué a<br />
Chiloé no fue disentería, porque se me habría quitado con los<br />
antibióticos d<strong>el</strong> doctor, sino un maleficio, como demostró Eduvigis al<br />
curarme con rezos, con su infusión de arrayán, linaza y toronjil y con sus<br />
friegas en la barriga con pasta para limpiar metales.<br />
www.megustaleer.com<br />
(c) Random House Mondadori, S. A.