liahona-agosto-2014
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SABÍA QUE DIOS PROVEERÍA<br />
Antes de unirme a la Iglesia, mi esposo<br />
cayó gravemente enfermo.<br />
Oré con fervor, pidiéndole a Dios que<br />
lo dejara vivir por el bien de nuestros<br />
cinco hijos y del bebé que estábamos<br />
esperando, pero mis oraciones fueron<br />
en vano.<br />
Cuando mi esposo falleció, murió<br />
también mi amor por Dios, así como<br />
mi fe y confianza en Él. Me sentía<br />
abrumada por las responsabilidades<br />
que ahora descansaban sobre mis<br />
hombros. Afortunadamente, mis padres<br />
me ayudaron.<br />
Cierto día, años más tarde, oí que<br />
llamaban a la puerta. Había dos extraños<br />
allí parados, con unas sonrisas<br />
amigables y un libro en las manos;<br />
se presentaron como misioneros de La<br />
Iglesia de Jesucristo de los Santos de<br />
los Últimos Días, de la cual nunca había<br />
oído hablar. Se fueron cuando les<br />
dije que estaba ocupada, pero seguí<br />
pensando en ellos.<br />
Al día siguiente los vi mostrándole<br />
el libro a un vecino. Con curiosidad,<br />
me acerqué, y los misioneros, percatándose<br />
de mi presencia, volvieron a<br />
preguntarme si podían visitarme. Me<br />
sorprendió mi propia respuesta: “¡Sí,<br />
cuando gusten!”.<br />
Al escuchar las lecciones de los<br />
misioneros y estudiar el Libro de Mormón,<br />
me di cuenta de los errores que<br />
había cometido en mi vida, me arrepentí<br />
de mis pecados y me acerqué<br />
E<br />
l día de mi bautismo<br />
estaba nerviosa, pero entré<br />
en el agua y me bauticé.<br />
más a Dios. Sin embargo, mis padres se<br />
enojaron al enterarse de que los élderes<br />
me estaban enseñando y amenazaron<br />
con repudiarme a mí y a mis hijos. Los<br />
misioneros me invitaron a bautizarme,<br />
pero yo me negué porque no podía<br />
vivir sin la ayuda de mis padres.<br />
Antes de irse, los élderes me pidieron<br />
que leyera 3 Nefi 13:31–34.<br />
Cuando leí “mas buscad primeramente<br />
el reino de Dios y su justicia, y todas<br />
estas cosas os serán añadidas” (versículo<br />
33), supe que mi Padre Celestial<br />
proveería si lo ponía a Él primero y<br />
obedecía Sus mandamientos. Cuando<br />
los misioneros volvieron, hicimos<br />
planes para mi bautismo.<br />
El día de mi bautismo me retumbaba<br />
en la mente la voz enojada de<br />
mi madre. Estaba nerviosa, pero entré<br />
en el agua y me bauticé. Después me<br />
sentí muy feliz, y cuando fui confirmada<br />
miembro de la Iglesia y recibí el<br />
don del Espíritu Santo, sentí que mis<br />
cargas habían desaparecido.<br />
Cuando mis padres se enteraron de<br />
que me había unido a la Iglesia, me<br />
repudiaron, pero nos reconciliamos<br />
al año siguiente, tras lo cual mis dos<br />
hermanas se bautizaron con el consentimiento<br />
de ellos.<br />
Con el tiempo, tres de mis hijos<br />
sirvieron en misiones de tiempo<br />
completo y en breve celebraré 40<br />
años como miembro de la Iglesia.<br />
Qué gran bendición tengo gracias a<br />
los dos misioneros que llamaron a<br />
mi puerta, me dieron a conocer el<br />
Libro de Mormón y me ayudaron a<br />
restaurar mi amor por Dios y mi fe y<br />
confianza en Él. ◼<br />
Abethemia Trujillo, Albay, Filipinas<br />
40 Liahona