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<strong>Alegraos</strong><br />
<strong>nº</strong>5 (Mt 5, 12)<br />
«Dejémonos conmover<br />
por la bondad de Dios»<br />
Papa Francisco<br />
EL HOBBIT<br />
¿Realidad o mito<br />
EL CAMINO DE LA VIDA<br />
Cuando el cansancio<br />
llama a la puerta
<strong>Alegraos</strong> Diciembre 2014 Página 2<br />
EDITORIAL, por Irene Martínez<br />
Tras finalizar la jornada de trabajo regresamos a nuestros hogares y en el camino nos encontramos<br />
con peleas, discusiones… Llegamos a casa y nos queremos poner al día con las noticias de la actualidad.Encendemos<br />
la televisión, abrimos el periódico, y lo que vemos son discordias, asesinatos…<br />
La información que nos llega sobre la familia se centra, fundamentalmente, en sus patologías: violencia,<br />
abandono, rupturas… Y esta no es la verdadera realidad de la familia. Estas patologías son consecuencias<br />
de la falta de amor, de generosidad, de sacrificio… que introducen en la familia males graves.<br />
Más allá de lo que nos quieran hacer creer los medios de comunicación, la familia, en palabras de<br />
San Juan Pablo II, es la “base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera<br />
los valores que les guían durante toda su vida”. Y el Papa Francisco proclama que “hoy, la familia es<br />
despreciada, es maltratada, y lo que se nos pide es reconocer lo bello, auténtico y bueno que es formar<br />
una familia, ser familia hoy; lo indispensable que es esto para la vida del mundo, para el futuro de la humanidad”.<br />
No podemos aceptar afirmaciones tales como “tengo derecho de ser madre o no serlo”, ni asumir la equivocación de considerar el “aborto como<br />
un derecho humano”. Esto es un error. Una mujer es madre desde la concepción, porque desde ese momento hay vida humana. Está en manos de todos<br />
defender a ese niño, ya que todos debemos defender el derecho fundamental de la vida humana. Es el más importante de los derechos y precede a todos,<br />
ya que sin vida no se puede gozar de ninguna otra facultad. O ¿acaso el más débil e inocente no tiene derechos ¿Unas personas pueden matar a otras<br />
por ser pequeños todavía ¿Siguen vigentes las leyes de la esclavitud<br />
No podemos permanecer indiferentes ante la cobardía política. Ellos son los que podrían eliminar muchas<br />
injusticias y atrocidades pero desgraciadamente esto no es así. Nosotros no podemos hacernos cómplices a través del<br />
silencio. Nos toca permanecer firmes: denunciar las injusticias, manifestarnos, defender la vida de cientos de inocentes<br />
que todavía no pueden hablar por sí mismos… Y actuar sin miedo a lo que puedan decir ni a lo que puedan hacer.<br />
“Los hijos son la mayor riqueza y el bien más preciado de la familia. Por eso, es necesario ayudar a todas las personas<br />
a tomar conciencia del mal intrínseco del crimen del aborto, que, al atentar contra la vida humana en su inicio,<br />
es también una agresión contra la sociedad misma” (Benedicto XVI)<br />
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Página 3 <strong>Alegraos</strong> Diciembre 2014<br />
¿Deporte y religión ¿Cómo se concilia una cosa con la otra<br />
La cabecera de este artículo<br />
le puede resultar familiar a muchas<br />
personas, bien porque hayan escuchado<br />
algo similar en alguna ocasión<br />
o bien porque ellos mismos<br />
piensan de esta manera. Pero ahora,<br />
debemos preguntarnos si no será un<br />
tabú que se ha metido en la cultura<br />
deportiva, y católica, junto con la<br />
cada vez más presente marginación<br />
de la religión a un ámbito privado.<br />
De forma que resulta totalmente<br />
normal hacer deporte sin acordarnos<br />
de que primero somos cristianos.<br />
Esto no significa que durante<br />
el juego estemos cada minuto pensando<br />
en Dios, haciendo cruces o<br />
recitando oraciones, ya que es cierto<br />
que uno así no se concentra. Significa<br />
hacer lo posible por santificarnos<br />
también en el juego, porque hasta en<br />
el deporte es necesario que un cristiano<br />
dé testimonio cuando sea necesario,<br />
no en todo momento pero<br />
sí en los momentos más oportunos.<br />
De forma que el deportista que es<br />
buen cristiano sabrá encomendarse<br />
a Dios antes de una competición,<br />
sabrá ofrecer su esfuerzo en los momentos<br />
de mayor dificultad o cansancio<br />
y sabrá vencer a sus pasiones<br />
en los momentos más críticos o más<br />
duros, poniendo a prueba las virtudes.<br />
Decimos que es necesario<br />
que el deporte sea “algo más que<br />
deporte” porque un cristiano debería<br />
hacer deporte con el mismo fin<br />
con que hace el resto de sus actividades<br />
cotidianas; si es deporte profesional<br />
será modo de santificarse<br />
y evangelizar en su trabajo y si es<br />
deporte como aficionado será un<br />
modo de santificarse en su quehacer<br />
cotidiano y de evangelizar el pequeño<br />
entorno en el que se encuentre<br />
(familia, amigos…). De esta forma<br />
el deporte, que es algo bueno en sí<br />
por la gran cantidad de beneficios<br />
que contiene, puede ser aún mejor,<br />
ya que un cristiano sabrá darle ese<br />
toque especial por el que haga más<br />
agradable y aprovechable la práctica<br />
deportiva. Si esta práctica es competición,<br />
deberá ser mayor el motivo<br />
de mantener un ambiente cristiano<br />
por los excesos que suelen darse, y<br />
debería ser aún mayor si el deporte<br />
tiene efectos de interés nacional o<br />
internacional, puesto que será mayor<br />
el número de personas que pueden<br />
ver un buen ejemplo a seguir o<br />
un mal ejemplo.<br />
Y es que, hasta la persona<br />
más cristiana del mundo puede<br />
caer en la tentación de devolver una<br />
falta o de insultar a un árbitro, no<br />
dándose cuenta de la repercusión<br />
que puede tener el que un cristiano<br />
dé un mal ejemplo en público. Una<br />
persona que mezcla deporte y religión,<br />
debería estar más preparada<br />
para caer lo menos posible en estos<br />
extremos, ya que busca otras metas<br />
aparte de la victoria o la superación<br />
deportiva.<br />
Concretando un poco más,<br />
podríamos decir que unir el deporte<br />
y la religión, trae grandes beneficios<br />
para:<br />
-el deporte: puesto que mejora<br />
la deportividad, aumenta la libertad,<br />
se enriquece culturalmente,<br />
le da una nueva imagen y ejemplos<br />
de virtuosos…<br />
-la religión: porque el ejemplo<br />
de querer el Bien de uno mismo<br />
y de los demás arrastra a otros a<br />
querer seguirlo y tener la alegría del<br />
Evangelio.<br />
-la persona: porque cumple<br />
con el mandato de Jesucristo de<br />
evangelizar en todas las realidades<br />
donde se encuentre; porque le hace<br />
más bueno al tener deseos de agradar<br />
a Dios y ofrecerle todo; porque le<br />
hace acostumbrarse a tener siempre<br />
presente a Dios de forma que puede<br />
santificarse hasta en el cansancio o<br />
la desesperación cuando las cosas<br />
salen mal; porque le ayuda a afrontar<br />
los problemas que puedan surgir<br />
en la práctica del deporte, poniendo<br />
en práctica el dominio de las pasiones<br />
y la práctica de las virtudes).<br />
Muchas más razones podrían<br />
decirse sobre el bien que hace<br />
el practicar deporte sin evitar practicar<br />
el cristianismo al mismo tiempo.<br />
Pero lo más importante es que<br />
el hombre permanece íntegro y no<br />
tiene diferentes comportamientos<br />
en función del lugar donde se encuentre<br />
a cada rato, cosa que no es<br />
fácil ver especialmente en deportistas<br />
famosos, que públicamente no<br />
son capaces de mostrar de lo que<br />
realmente están hechos, o viceversa,<br />
y que por estar tan cercanos al<br />
mundo de la fama olvidan sus compromisos<br />
cristianos adquiridos en<br />
el bautismo. Esto nos hace crecer<br />
como seres humanos y como cristianos.<br />
Hace confirmarse en la religión<br />
y da la motivación de saber<br />
que no sólo te cansas, te enfadas,<br />
te lesionas, ganas o pierdes por una<br />
meta material, sino que persigues<br />
otra meta más, que es la de conseguir<br />
ser como Dios quiere de ti para<br />
ganar la corona incorruptible de la<br />
felicidad eterna en el Cielo.
<strong>Alegraos</strong> Diciembre 2014 Página 4<br />
El Hobbit, ¿realidad o mito<br />
Por María Martínez, periodista de Alfa y Omega<br />
Una de las películas que han marcado las útlimas Navidades<br />
ha sido, sin duda, la trilogía que Peter Jackson ha creado a partir<br />
de la novela “El hobbit”, de John Ronald Reuel (J.R.R.) Tolkien. El<br />
origen de este libro resulta muy curioso, y probablemente sea de<br />
las cosas que mejor reflejan lo que fue la vida y la obra de Tolkien.<br />
Cuando este autor inglés escribió, a finales de los años 20 del siglo<br />
pasado, la mítica frase inicial “En un agujero en el suelo vivía un<br />
hobbit”, su única pretensión era ofrecer a sus hijos una bonita historia<br />
de aventuras para antes de dormir. Un cuento que girara en torno<br />
a la necesidad de salir de las propias comodidades para vivir una<br />
vida verdadera, que valiera la pena, y sobre cómo la codicia termina<br />
afectando a todo aquel que se mueve por el deseo de riquezas, ya sea<br />
el dragón Smaug o el enano Thorin.<br />
Este sencillo cuento se ha convertido en uno de los grandes<br />
clásicos de la literatura infantil y fantástica del siglo XX. Pero para<br />
ello tuvo que sufrir una auténtica transformación interior: resulta<br />
que “El hobbit” que leemos hoy en día no es el mismo que se publicó<br />
originalmente en 1937. En la primera edición, el tono era más infantil,<br />
el siniestro y atormentado Gollum que vive en las profundidades<br />
era una criatura incluso simpática, y el anillo mágico que el hobbit<br />
Bilbo Bolsón le gana en un concurso de adivinanzas es un objeto<br />
mágico sin más.<br />
¿Qué ocurrió después Se podría decir que la obra tomó vida.<br />
Desde el final de la I Guerra Mundial, mucho antes de escribir esta<br />
historia para sus hijos, Tolkien se encontraba inmerso en la creación<br />
de una mitología para Inglaterra, pues echaba de menos en la<br />
literatura de su país sagas como las del Norte de Europa, que tan<br />
bien conocía. Siempre le había gustado crear idiomas nuevos, y fue<br />
descubriendo que estos no surgían de la nada, sino que debían estar<br />
íntimamente unidos con las leyendas protagonizadas y transmitidas<br />
por las personas que hablaban esas lenguas.<br />
Por otro lado, como ferviente católico, Tolkien quería crear<br />
una mitología compatible con el cristianismo; que, aunque perteneciera<br />
a un “tiempo” legendario, pudiera entroncar con la encarnación<br />
y redención de Jesucristo. Su gran crónica de los Días Antiguos de<br />
Arda incluye un único Dios, Eru, que crea el mundo, de una forma<br />
preciosa, a través de la música. El más perfecto de sus colaboradores<br />
cae al rebelarse contra su creador, y se convierte en Señor del Mal;<br />
pero siempre se ve que es inferior y sometido a Eru, que tiene poder<br />
para sacar el bien de todo mal. La tentación, sobre todo del orgullo,<br />
y su poder corruptor, están muy presentes. Y el triunfo del bien suele<br />
llegar de forma inesperada, a través de los pequeños, y cuando todo<br />
parece perdido y sólo queda “esperar contra toda esperanza”.<br />
Crear esta mitología, escribiendo y reescribiendo una y mil<br />
veces, fue una labor que ocupó a nuestro autor hasta su muerte, en<br />
1973 (¡casi 60 años desde el comienzo!). Y, aun así, su hijo Christopher<br />
tuvo que completarla para que se pudiera publicar, de forma<br />
póstuma, como “El Silmarillion”. Es fácil comprender que, a su lado,<br />
“El hobbit” fuera casi un pasatiempo. Pero fue el pasatiempo que le
Página 5 <strong>Alegraos</strong> Diciembre 2014<br />
hizo famoso. C. S. Lewis, gran amigo de Tolkien, le animó a publicar<br />
el libro tras leerlo en las tertulias literarias que un grupo de amigos<br />
celebraban en Oxford. Como ya hemos dicho, la primera versión del<br />
libro vio la luz en 1937, y fue tal su éxito que los editores no tardaron<br />
en pedir a Tolkien una segunda parte.<br />
Sin embargo, en esos años, la mitología se había desarrollado<br />
lo suficiente como para que Tolkien viera que el tono infantil de “El<br />
hobbit” encajaba cada vez menos en el resto. Él quería seguir trabajando<br />
en “El Silmarillion”, pero a la editorial no le gustó el borrador.<br />
Fue entonces cuando se produjo el gran cambio: Tolkien “descubrió”<br />
que el anillo de Bilbo era, realmente, el Anillo único forjado por Sauron<br />
para dominar la Tierra Media a través del pecado; un objeto que<br />
sólo obedece a su amo y que siempre, incluso cuando se usa con buena<br />
intención, corrompe a quien lo utiliza. Por eso tuvo que reescribir<br />
algunas partes de la primera obra, para que el conjunto de “El hobbit”<br />
y “El Señor de los anillos” tuviera sentido.<br />
Lo más curioso es precisamente eso, que no fue algo que Tolkien<br />
se inventara, sino que la misma historia le llevó, como insistía él<br />
siempre, a descubrir. Él entendía así la creación literaria, sobre todo<br />
en el terreno de la fantasía. “Creo que las leyendas y los mitos están<br />
en gran medida hechos de verdad”. Es decir, por mucho que los protagonistas<br />
sean orcos, enanos, elfos o dragones, si el narrador es bueno,<br />
“lo que se relata está en consonancia con las leyes de ese mundo”.<br />
SANTA TERESA DE JESÚS<br />
El libro de la Vida<br />
Es el primero que escribe santa Teresa<br />
de Jesús, el más espontáneo y fresco, fiel<br />
reflejo de su personalidad y de su experiencia<br />
humana y sobrenatural.<br />
Escrito en 1562, es una biografía<br />
tanto interna como externa, pues además<br />
de describir acontecimientos mundanos,<br />
también nos relata sus experiencias<br />
espirituales y nos enseña a orar. Es más, muy<br />
a menudo convierte su relato en una oración.<br />
CAPÍTULO 3: Trata cómo las buenas compañías le ayudaron<br />
a despertar buenos deseos.<br />
1. Comenzando a gustar de la buena y santa conversación<br />
de esta monja , me gustaba oír lo bien hablaba de Dios, porque era<br />
muy discreta y santa. Esto, a mi parecer, en ningún tiempo dejé de<br />
alegrarme de oírlo. Me comenzó a contar cómo ella había venido<br />
a ser monja sólo por leer lo que dice el evangelio: Muchos son los<br />
llamados y pocos los escogidos (cf. Mt 20,16). Me decía también<br />
el premio que daba el Señor a los que lo dejan todo por Él (cf. Mt<br />
19,28).<br />
Comenzó esta buena compañía a desterrar las costumbres<br />
que había hecho la mala y a volver a poner en mi pensamiento deseos<br />
de las cosas eternas y a quitar algo la gran enemistad que tenía<br />
de ser monja, que se me había puesto grandísima. Y si veía alguna<br />
persona llorar cuando rezaba, u otras virtudes, me daba mucha envidia;<br />
porque era tan duro mi corazón en este caso que, si leyera<br />
toda la Pasión, no llorara una lágrima. Esto me causaba pena.<br />
2. Estuve año y medio en este monasterio muy mejorada.<br />
Comencé a rezar muchas oraciones vocales y a procurar que todas<br />
me encomendasen a Dios, para que me diese el estado [de vida]<br />
en que le había de servir. Pero todavía deseaba que no fuese ser<br />
monja, aunque también temía el casarme.<br />
CAPÍTULO 9: La conversión de Santa Teresa<br />
1. Ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no le dejaban<br />
descansar las ruines costumbres que tenía. Me sucedió que,<br />
entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído<br />
para guardar allí, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía<br />
en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, al mirándola,<br />
me turbé toda al verle así, porque representaba bien lo que<br />
pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido<br />
aquellas llagas, que el corazón me parece que se me partía,<br />
y me arrojé junto a Él con grandísimo derramamiento de lágrimas,<br />
suplicándole que me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.<br />
2. Era yo muy devota de la gloriosa Magdalena y muchas<br />
veces pensaba en su conversión, en especial cuando comulgaba,<br />
pues como sabía que estaba allí ciertamente el Señor dentro de<br />
mí, me ponía a sus pies, pareciéndome que no eran de desechar<br />
mis lágrimas. Y no sabía lo que decía, que harto hacía quien por sí<br />
me las consentía derramar, pues tan pronto se me olvidaba aquel<br />
sentimiento. Y me encomendaba a esta gloriosa Santa para que me<br />
alcanzase perdón.<br />
3. Pero esta última vez esta imagen que digo, me parece que<br />
me aprovechó más, porque estaba ya muy desconfiada de mí y ponía<br />
toda mi confianza en Dios. Me parece que le dije entonces que<br />
no me levantaría de allí hasta que hiciese lo que le suplicaba. Creo<br />
de veras que me aprovechó, porque fui mejorando mucho desde<br />
entonces.
<strong>Alegraos</strong> Diciembre 2014 Página 6<br />
El camino de la vida<br />
Por Alfonso González, Médico de familia<br />
Cuando el cansancio<br />
LLAMA A LA PUERTA<br />
Dedicado a todas esas personas que con su entrega silenciosa y abnegada nos recuerdan todos los días<br />
que no vale más quien más hace, sino quien más lleno de Amor de Dios vive. ¡Gracias don Grati!<br />
La gran tragedia de esta vida<br />
no es que los hombres perezcan, sino<br />
que los hombres dejen de amar; porque<br />
no está el secreto de la vida en vivir<br />
mucho, sino en vivir bien el tiempo<br />
que Dios nos regale, porque en el<br />
fondo lo único seguro que sabemos<br />
no es otra cosa que un día moriremos.<br />
Hemos de empeñarnos en saber vivir<br />
para saber morir.<br />
Toda gran filosofía de vida<br />
nace a orillas de la muerte. Y son<br />
realmente las personas que son conscientes<br />
de la realidad de la muerte<br />
las que realmente aprecian la vida, la<br />
vida terrena y la vida eterna. Son las<br />
personas que realmente aprovechan<br />
la vida, porque vivir de espaldas a la<br />
muerte, significa renunciar al sentido<br />
de la vida y, como dice el aforismo<br />
tan conocido, “más vale morir que<br />
perder la vida”; o como decía Marco<br />
Aurelio, “no hay que temer a la<br />
muerte, sino a no haber empezado<br />
nunca a vivir”. Puede que estas<br />
frases seguramente precisen una explicación<br />
para no deformar su contenido,<br />
y que en un pantallazo, su traducción<br />
cristiana no es otra cosa que<br />
vivir para buscar lo que Dios quiere<br />
de cada uno de nosotros. Vivir en el<br />
Amor de Dios, para vivir de Amor y<br />
para repartir Amor..., para transformar<br />
cada instante en eternidad, porque<br />
el tiempo que no se transforma<br />
en eternidad es tiempo que se pierde,<br />
que ni se aprovecha en esta vida, ni<br />
sirve para la vida eterna.<br />
Y esto es aplicable a todos,<br />
también a las personas ancianas, porque<br />
una vida vale lo que de Amor de<br />
Dios hay en ella, y si algo tuviéramos<br />
que decir de las personas ancianas<br />
(Dios mediante, en otro artículo espero<br />
tener tiempo para desarrollarlo),<br />
diríamos que “envejecer significa tener<br />
todas las edades”: la confianza<br />
y la ilusión de los niños, la alegría y<br />
generosidad de la juventud (al menos<br />
en el corazón), la serenidad de la madurez,<br />
la sabiduría de la experiencia<br />
de los años... Pero además, “envejecer<br />
no es otra cosa que ver a Dios<br />
más de cerca cada día”.<br />
Hoy encontramos una gran<br />
cantidad de personas “cansadas de la<br />
vida”. Encontramos muchas personas<br />
cansadas de empeñarse en vivir bien,<br />
y su alma parece como atrapada por<br />
una especie de cansancio psicológico,<br />
un estado de hastío, de desesperanza,<br />
de desazón, de desilusión... no<br />
es exactamente lo que se suele llamar<br />
“estar quemado”, sino es más bien<br />
una anestesia en el alma, que es incluso<br />
peor en cierto sentido... es un<br />
sentimiento de “¿para qué ser bueno,<br />
¿merece la pena”.<br />
Recuerdo una de las frases más<br />
frecuentes que mi maravillosa madre<br />
me dirigía en mi etapa de estudiante y<br />
ahora también. Cuando entraba a mi<br />
cuarto, y veía libros por aquí, papeles<br />
por allá, apuntes en otro sitio, y un<br />
sinfín de desorden en donde si seguramente<br />
se tuviera que definir aquella<br />
situación se podría describir como<br />
“una desorganización muy bien organizada”,<br />
siempre me decía lo mismo.<br />
Miraba alrededor, como quien otea el<br />
horizonte y después, clavaba sus ojos<br />
en mí y con la firmeza y el cariño de<br />
amor de madre decía la frase: ¡Alfonso,<br />
ordena!<br />
Cuando a uno parece que le<br />
llega la desilusión es momento de pararse<br />
y ordenar.<br />
Ordenar es poner a cada cosa<br />
en el lugar que le corresponde para<br />
que nos sirvan de ayuda en el peregrinar<br />
en esta vida.<br />
En el orden de toda vida, lo<br />
primero es siempre lo primero, o<br />
sea Dios... Siempre la palabra clave<br />
es ¿qué quiere Dios de mí ¿Cuál es<br />
su voluntad sobre mi vida Toda la<br />
vida debe ser ordenada bajo el prisma<br />
de la fe. Sin este orden primero y fundamental<br />
la vida se torna en caos. Podremos<br />
no hacer cosas malas, incluso<br />
cosas que parezcan buenas. Pero en<br />
esa vida existe un desorden de raíz,<br />
que nos hace equivocar la dirección,<br />
vamos como se suele decir, “desnortados”,<br />
sin brújula, y “a lo loco no se<br />
vive mejor”. Quitar la vida interior,<br />
que es lo que nos hace buscar sinceramente<br />
lo que Dios quiere de nuestra<br />
vida, supone comenzar a dejar de caminar<br />
en la dirección adecuada.<br />
Pero no solo es dejar de caminar<br />
por el camino adecuado, sino<br />
abandonar una buena vida. Porque si<br />
el corazón no se llena de Dios y según<br />
los criterios de Dios, cosa que se<br />
hace en la oración de forma primordial,<br />
empezamos a llenar la vida de<br />
otras cosas que pueden no ser malas,<br />
pero que no van ni ordenadas ni en<br />
muchos casos queridas por Dios, y<br />
nos acostumbramos a “vivir como<br />
ateos”, porque vivimos al margen de<br />
lo que Dios ha deseado para nosotros,<br />
aunque pudieran no ser cosas malas.<br />
“A los pies de la cruz”, todos<br />
los acontecimientos se viven de otra<br />
forma.<br />
El segundo punto que no debe-
Página 7 <strong>Alegraos</strong> Diciembre 2014<br />
mos olvidar es acordarnos de un consejo de san<br />
Ignacio de Loyola: “en los momentos de desolación,<br />
no hacer mudanza”. Es fundamental no<br />
renunciar a todo aquello que es parte de la identidad<br />
personal. No hay forma más rápida de acabar<br />
de desorientarse que renunciar a la propia identidad.<br />
Hay un consejo que siempre recordaré de un<br />
entrenador de fútbol que tuve. Cuando las prisas<br />
comenzaban a atenazarnos en medio de un partido,<br />
siempre decía, “Tranquilos, y jugamos a lo<br />
que sabemos”. Es decir, no cambiamos el estilo<br />
de juego. El que renuncia a su identidad pierde el<br />
rumbo... “ante viento y marea, serenidad y no<br />
perder la identidad”.<br />
Y en tercer lugar, ser personas de esperanza<br />
firme, lo que nos dará una mirada sencilla y<br />
confiada...<br />
La esperanza hace el peregrinar gozoso, aún<br />
en medio de las dificultades y sin sabores de la<br />
vida diaria; hace el caminar ligero, y con la mirada<br />
nos hace descubrir el cuidado amoroso del Señor<br />
en cada acontecimiento. Son<br />
las personas expertas en el arte de<br />
sacar provecho de las dificultades<br />
y sinsabores de la vida porque descubren<br />
que todo es querido o permitido<br />
por Dios, y que de todo puede<br />
sacar bienes mayores. El desaliento<br />
nunca las embarga, porque descubren<br />
a Dios en todo, y saben que<br />
siempre les acompaña. “Mi yugo<br />
es llevadero y mi carga ligera”, y<br />
el que va con el fuerte, poco teme.<br />
“Vivir sin esperanza es ya haber<br />
comenzado a morir”, “vivir sin<br />
confianza es morirse de pena”.<br />
Orden en la vida, serenidad,<br />
fidelidad a la identidad y esperanza<br />
firme conforman parte de los ingredientes<br />
precisos para que la desilusión<br />
no anide en el alma.<br />
Por Jaime Moreno, sacerdote<br />
La SAGRADA FAMILIA, modelo de toda familia<br />
Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús y el conocimiento de su Evangelio. Es donde aprendemos a<br />
rezar y a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta encantadora manifestación del Hijo de Dios. Pero también «es donde se<br />
nos enseña el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e<br />
irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social» (Pablo VI).<br />
Y es que, no hemos de olvidar nunca que la familia humana es una comunidad de amor a imagen de la Santísima Trinidad, en<br />
la que se da un amor verdadero entre las tres Divinas Personas, porque todo nace de Dios.<br />
¿Y esto cómo se consigue ¿Cuáles son sus características En primer lugar, nuestras familias deben ser fieles al modelo que nos<br />
proporciona la Sagrada Familia. Además, el amor conyugal de los esposos debe asemejarse también al amor que tiene Cristo por su<br />
Iglesia. Es decir, debe ser un amor total, fiel, humano y fecundo (abierto a la vida) en el que se respeten las normas de la ley natural.<br />
Con respecto a los hijos, los padres han de tener claro que no son un derecho ni una propiedad, sino un don de Dios. Y por eso han<br />
de buscar la voluntad de Dios para ellos y no su propio capricho o deseo como muchas veces hacemos por un amor filial mal entendido.<br />
Así mismo, deben enseñar a sus hijos a buscar también ellos la voluntad de Dios, pues educar no es otra cosa que enseñar a emplear<br />
bien la libertad que Dios nos ha dado. Incluso a descubrir y seguir la vocación a la que sean llamados, ya que no hemos de olvidar que<br />
la familia debe ser el primer seminario, y para esto ha de enseñar a los hijos a vivir en el amor y entrega a Dios y al prójimo. Finalmente,<br />
en cada casa debe reinar la piedad filial, que no es otra cosa que el respeto, cariño y amor de los hijos hacia los padres, así como estos<br />
deben amar, cuidar y respetar a sus hijos.<br />
Si cumplimos estos sencillos consejos cada uno de nuestros hogares será un pedacito de Cielo (aún con las luchas de cada día)<br />
como lo fue el hogar de Nazaret.
8 CONSEJOS del Papa<br />
a la FAMILIA<br />
Francisco no es sólo el Papa número 266 de la Iglesia católica sino<br />
que Jorge Mario Bergoglio también es el mayor de cinco hermanos.<br />
Gracias a ello y a su experiencia pastoral con numerosas familias, sus<br />
recomendaciones a los matrimonios han dado ya la vuelta al mundo.<br />
El pasado mes de agosto el Papa recordaba en una audiencia que él<br />
“también tiene una familia”, ya que es el mayor de cinco hermanos y<br />
tiene 16 sobrinos, uno de los cuales “sufrió un accidente de tráfico”.<br />
Los 8 consejos, por fechas<br />
1| 4.10.2013<br />
“A los recién casados les doy siempre este consejo: ‘Reñid lo que<br />
queráis. Si vuelan los platos, dejadlos que vuelen. Pero nunca acabéis<br />
el día sin hacer las paces. ¡Nunca!’”<br />
2| 2.4.2014<br />
“Para hacer las paces no hace falta llamar a Naciones Unidas que<br />
venga a casa a hacer la paz. Basta un gesto pequeño, una caricia: ‘Bueno,<br />
adiós, hasta mañana’. Y mañana se comienza de nuevo”.<br />
3| 5.10.2014<br />
“La Biblia no es para ponerla en un estantería sino para tenerla a<br />
mano. Es para leerla a menudo, todos los días, ya sea individualmente<br />
o en grupo, marido y mujer, padres e hijos; tal vez por la noche, sobre<br />
todo los domingos. ¡Así la familia camina, con la luz y el poder de la<br />
Palabra de Dios!”<br />
4| 14.2.2014<br />
“El matrimonio es un viaje lleno de desafíos, difícil a veces, y también<br />
con sus conflictos, pero así es la vida”.<br />
Una vida que llenan los hijos. El Papa no se cansa de denunciar la<br />
cultura que no favorece a la familia. Por eso, invita a las parejas a que<br />
se lancen a la aventura de la paternidad.<br />
5| 6.6.2014<br />
“Esta cultura del bienestar de hace diez años nos ha convencido: ‘¡Es<br />
mejor no tener hijos! ¡Es mejor! Así te puedes ir de vacaciones, conocer<br />
mundo, puedes tener una casa en el campo... Estás tranquilo”.<br />
Y cuando los hijos ya están aquí, a veces la vida familiar se complica.<br />
Francisco pide recapacitar sobre el ritmo de vida frenético al que están<br />
sometidas las familias.<br />
6| 16.6.2014<br />
“Cuando confieso a jóvenes matrimonios y me hablan de sus hijos<br />
siempre hago una pregunta: ‘¿Y tú tienes tiempo para jugar con tus<br />
hijos’. Y muchas veces el padre me dice: ‘Pero padre, yo cuando voy<br />
a trabajar por la mañana ellos duermen y cuando vuelvo por la noche<br />
están en la cama durmiendo’. Esto no es vida”.<br />
También tiene consejos para los hijos. La tecnología mal empleada<br />
se ha convertido en uno de los elementos que más distancia a las<br />
familias.<br />
7| 6.8.2014<br />
“Tal vez muchos jóvenes pierden demasiadas horas en cosas fútiles,<br />
como chatear en Internet, o con los teléfonos, las telenovelas, los<br />
productos del progreso tecnológico, que deberían simplificar y mejorar<br />
la calidad de vida. En cambio, a veces distraen la atención de<br />
aquello que es realmente importante”.<br />
Para el Papa, un pilar fundamental de la vida familiar son las personas<br />
mayores. Ellos son el futuro de los pueblos porque son su memoria.<br />
Por eso, Francisco sabe la huella que dejan los abuelos.<br />
8| 28.9.2014<br />
“Una de las cosas más bonitas de la vida de la familia, de nuestra vida,<br />
es acariciar a un niño y dejarse acariciar por un abuelo o una abuela”.<br />
Esfuerzo, perdón, oración y dedicación son los ingredientes que<br />
ofrece el Papa para una buena receta que fortalezca la vida en familia.<br />
http://www.teinteresa.es/religion/consejos-sencillos-directos-Papa-familia_0_1250275663.html