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Así, textos de diversas editoriales nacionales se abocan a consolidar
una nueva figura de héroe, aquél libre de discriminación y ávido de justicia;
el que sin dejar de temer, abre paso a todas las posibilidades de salvarse,
salvar y también ser salvado –si el caso lo amerita–. La redención proviene
del triunfo de esas características: la libertad, la prevalencia de la justicia
y, sobre todo, el aprendizaje del valor que confiere reconocerse. Eso que
Alberto Manguel llama en “Como aprendió a leer Pinocho”: “[….] esta búsqueda
necesaria de lo arduo, este ganar experiencia”.
Y no es que se afirme que es estas construcciones no se hayan realizado
antes, sino que en la nueva producción se han erigido de maneras
novedosas, entrañables y con códigos actuales.
Por otro lado, es evidente la diversificación en los temas que trata la
LIJ. Un caso sobresaliente de ello es el acercamiento a textos de la literatura
mexicana de los siglos XIX y XX, pues no sólo se ha pugnado por
seleccionarlos y extraerlos de las ediciones especializadas, en muchos
casos, sino por presentarlos de manera que les resulten afines a los jóvenes:
profusamente ilustrados o con guardas llamativas e incitantes, lo
cual consolida, desde muchos puntos de vista, la intención de promover no
sólo una parte importante de la tradición escrita, sino el seguimiento de un
precepto insoslayable: la literatura lo es sin adjetivos.
A ello se suman una serie de antologías que se han publicado desde
hace algunos años en las cuales se leen textos de autores mexicanos que
se ocupan de sucesos contemporáneos: el fin del mundo, el humor negro,
el terror, la fantasía, las convenciones y etiquetas en las redes sociales, etc.
Todos ellos son abordados con una escritura desenfadada que apela a los
preceptos universales, característica que no sólo permite el acercamiento
de los jóvenes sino también de los adultos, tanto los que se encuentran
cercanos a ello como los que no.
Estas narraciones también retratan las calles del Centro Histórico y
otros lugares emblemáticos de la Ciudad de México para construir sus
escenarios. De esta forma, los lugares logran transformarse con referentes
actuales que formarán parte del nuevo imaginario colectivo para así,
eventualmente, reinventar el legado de la cultura popular. En este orden
de ideas, se apuesta a conferir una nueva identidad a la lucha libre, la Revolución
mexicana o los mitos y personajes prehispánicos, por mencionar
algunos ejemplos.
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