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dría tener efectos en la costa onubense,
portuguesa y marroquí”,
añade Joaquín Rodríguez. Por
ello, una de las líneas de trabajo
principal del equipo es “averiguar
nuevos datos acerca de estos
desastres naturales a partir del
análisis de la recurrencia pasada,
con la dificultad de que hasta
ahora sólo teníamos la evidencia
histórica del tsunami de Portugal
de 1755”, añade el investigador.
Este grupo de investigación está
centrado en estudiar procesos de
dinámica externa de la Tierra en
conflicto con el ser humano desde
la perspectiva reciente, y su relación
con la ocupación humana del
territorio, es decir, la acción de
tormentas, tsunamis y cualquier
otro tipo de catástrofe natural. El
‘terremoto de Lisboa’ que se produjo
en 1755 tuvo su epicentro a
unos 200 kilómetros de las costas
del suroeste de Portugal, posiblemente
en la zona llamada Banco
de Gorringe. Su magnitud se ha
evaluado que pudo estar en torno
a 8’5 en la escala de Richter, según
los datos disponibles por la comunidad
científica, “pues a día de
hoy no conocemos con exactitud
dónde tuvo lugar el epicentro de
ese terremoto submarino”, aclara
Rodríguez Vidal.
Según informan los relatos de
la época, este temblor de tierra
desencadenó, cuarenta minutos
después de reproducirse, un
tsunami con olas que alcanzaron
hasta 15 metros de altura, alguna
de las cuales incluso llegaron a
la costa británica y algunas otras
se dejaron sentir en EEUU. La información
existente sobre el temblor
lusitano de 1755 proviene de
la labor de recopilación realizada
en aquel momento por los “emisarios
de la época, a quienes los
reyes españoles indicaron que
documentaran el desastre económico
y humano en cada uno de
los puntos de la costa afectados”,
aclara el científico.
Se estima que unas 60.000 personas
perdieron la vida a causa
del tsunami, número que incluye
también las pérdidas humanas
registradas en las poblaciones de
Marruecos, Huelva, Cádiz y Sevilla.
Se registraron daños de consideración
en más puntos del Sur
de España así como “en la costa
británica y la costa francesa de
San Miguel”, asegura Rodríguez
Vidal.
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