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KARL BARTH - Escritura y Verdad

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Bosquejo De Dogmática<br />

primer relato, al introducir el sábado, muestra el pacto como meta y fin; y en cuanto al segundo<br />

relato, muestra la continuación de la obra de la creación.<br />

Es imposible separar el conocimiento del Dios Creador y su obra del conocimiento de la<br />

obra de Dios con respecto al hombre. Únicamente no perdiendo de vista lo que el Dios Trino ha<br />

hecho por nosotros en Jesucristo, podemos reconocer lo que es el Dios Creador y su obra.<br />

La creación es lo temporalmente análogo, sucedido fuera de Dios, correspondiente a<br />

aquel otro suceso en Dios mismo, en el cual suceso se funda que Dios sea el Padre del Hijo. El<br />

mundo no es hijo de Dios, ni ha sido ''engendrado" por Dios, sino creado. Sin embargo, lo que<br />

Dios hace como Creador ha de entenderse en sentido cristiano y verse como reflejo y sombra de<br />

aquella relación interna divina entre el Dios Padre y el Hijo. Y por eso tiene su porqué el que la<br />

obra de la creación sea atribuida al Padre en el Credo. Esto no quiere decir que sólo el Padre sea<br />

el Creador, pero sí significa que existe dicha relación entre la obra de la creación y la situación<br />

entre el Padre y el Hijo. El conocimiento de la creación es conocimiento de Dios y, por lo tanto,<br />

conocimiento de la fe en su sentido más profundo y definitivo. No se trata, pues, de un "pórtico",<br />

donde hubiese lugar para la teología natural. ¿Cómo podríamos reconocer nosotros esa paternidad<br />

de Dios si no nos hubiese sido manifestada en el Hijo, Por consiguiente, no podemos nosotros<br />

deducir de la existencia del mundo, en toda su diversidad, que Dios sea su Creador. El mundo<br />

con todas sus penas y sus glorias siempre será para nosotros un oscuro espejo acerca del cual<br />

abrigaremos pensamientos optimistas o pesimistas, pero sin obtener jamás noticia de Dios como<br />

Creador. Siempre que el hombre pretendió conocer la verdad por sí mismo o mediante el sol,<br />

la luna y las estrellas, el resultado fue la creación de algún ídolo. Si Dios, sin embargo, ha sido<br />

conocido y nuevamente reconocido en el mundo, hasta el punto de que la criatura irrumpió en<br />

gozosa alabanza, se debe a que El puede ser buscado y hallado por nosotros en Jesucristo. Al<br />

hacerse Dios hombre en Jesucristo, se ha puesto de manifiesto y es fidedigno que El es el Creador<br />

del mundo. No tenemos ninguna otra fuente de la revelación.<br />

En el artículo del Dios Creador y ce la creación se trata decisivamente del conocimiento<br />

de que Dios no solamente existe para sí, sino también de que hay una realidad distinta de El: El<br />

mundo. ¿Cómo sabemos esto ¿No nos hemos preguntado ya alguna vez si este mundo que nos<br />

rodea no será una apariencia y un sueño ¿No nos ha sucedido nunca dudar de una manera<br />

fundamental.... (no; no de Dios, eso es una duda necia) dudar de nosotros mismos ¿Este<br />

encantamiento dentro del cual existimos es verdadero ¿Y eso que consideramos realidad, no<br />

será, acaso, el "velo de la Maya" y, por consiguiente, no existente ¿Será lo único que nos quede<br />

soñar ese "sueño" hasta el final y tan pronto como sea posible para sumergirnos en el nirvana del<br />

cual procedemos<br />

La confesión del Credo acerca de la creación está frente a estos horribles pensamientos.<br />

¿De dónde podrá venir la respuesta que nos enseñe cuan equivocado es pensar así y nos diga que<br />

la vida no es ningún sueño, sino realidad, y que me confirme que yo soy y que el mundo que me<br />

rodea también es El Credo cristiano sólo conoce una respuesta y nos la da en su punto central,<br />

en el segundo artículo, al decirnos que le plugo a Dios hacerse hombre, y que Jesucristo es Dios<br />

mismo, el Dios Creador que se hizo criatura y ha existido como tal en el espacio y en el tiempo,<br />

aquí y allá y entonces lo mismo que todos nosotros existimos. De ser esto cierto que Dios estaba<br />

en Cristo (y esta certeza es la suposición con la que todo empieza), entonces tenemos un lugar<br />

donde la criatura nos sale al encuentro en la realidad y puede ser reconocida. Porque si el Creador<br />

se hizo criatura, o sea Dios hombre; si esto es cierto (y con ello empieza el conocimiento<br />

cristiano), entonces se nos revela en Jesucristo el misterio del Creador y su obra y el misterio de<br />

su criatura, y asimismo, tenemos ante los ojos el contenido del primer artículo del Credo. Al<br />

hacerse Dios hombre, no habrá ya ninguna duda de que existe una criatura. Mirando a Jesucristo,<br />

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