KARL BARTH - Escritura y Verdad
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Bosquejo De Dogmática<br />
conocimiento de Jesucristo: "En su luz vemos la luz", y en esa luz nuestras propias tinieblas.<br />
Todo lo que en sentido cristiano merece calificarse de conocimiento, vive del conocimiento de<br />
Jesucristo.<br />
La confesión: "Creo en Jesucristo", también tiene un significado completamente nuevo,<br />
examinada desde el primer artículo del Credo. Este artículo confiesa al Dios Creador de los cielos<br />
y la tierra, al Dios eterno en su sublimidad y ocultación y, asimismo, en lo que tiene de<br />
incomprensible, con una incomprensibilidad que sobrepuja a la de la realidad celestial. Ahora, en<br />
el segundo artículo, se nos da a conocer lo aparentemente contradictorio y, en todo caso,<br />
realmente nuevo, que pone en claro e ilustra lo que en el primer artículo era la sublimidad y la<br />
incomprensibilidad de Dios; pero al suceder esto, nos coloca este segundo artículo frente a un<br />
enigma colosal, y es éste: Dios tiene figura. Suena un nombre y, a la vez, se nos muestra un<br />
hombre ocupando el lugar de Dios, de manera que el Todopoderoso ahora no parece nada<br />
todopoderoso.<br />
Antes oímos de la eternidad y omnipresencia de Dios, y ahora oímos de un hic et minc<br />
(aquí y ahora), de un suceso que tiene lugar en el reducido espacio de una estrecha línea en medio<br />
de la historia de la humanidad; aquí y ahora oímos de una historia sucedida al principio de<br />
nuestra era en un lugar determinado del planeta.<br />
Si antes oímos, en el primer artículo, del Dios Padre, ahora, viniendo de la unidad de la<br />
divinidad, se muestra Dios mismo en la figura del Hijo. Es decir: Dios es ahora ese otro que<br />
estaba y era en Dios y que sale de Dios. Él primer artículo circunscribía al Creador que, como tal,<br />
se diferencia de todo lo que es y de la criatura como compendio de todo ser distinto del divino.<br />
Pero ahora se nos dice: El mismo Creador se hizo criatura. El, el Dios eterno se hizo..., no la<br />
criatura en su totalidad, sino una criatura.<br />
Jesucristo es "el que quiso desde la eternidad hacerse hombre por nuestro bien; el que en<br />
el tiempo se hizo hombre y también en la eternidad es y seguirá siendo hombre por nuestro bien".<br />
En otra ocasión, he mencionado a la escritora inglesa Dorothy L. Sayers, que, por cierto, hace<br />
poco que se interesa vivamente por la teología. En un reducido trabajo literario suyo llama la<br />
atención hacia lo insólito, extraño e "interesante" que es esta noticia: Dios se hizo hombre.<br />
¡Figurémonos que dicha noticia apareciera un día en la prensa! Y es que se trata realmente de una<br />
noticia sensacional, lo más sensacional que imaginarse puede. Pues bien; esa noticia constituye el<br />
punto central del cristianismo y es la gran sorpresa, lo que jamás fue antes y lo que nunca se<br />
repetirá.<br />
En todas las épocas han existido combinaciones de ambos conceptos: Dios y el hombre, y<br />
la mitología también sabe algo de la encarnación. Pero lo que diferencia la predicación cristiana<br />
de la figura mitológica, es que todos los mitos, sin excepción, son representación o exposición de<br />
una idea, o sea, que en ellos se trata de la verdad general. El mito se mueve en torno a la relación<br />
entre el día y la noche, el invierno y la primavera, la muerte y la vida, y siempre se refiere a una<br />
realidad atemporal. La Buena Nueva de Jesucristo, en cambio, nada tiene en común con ese mito<br />
y empieza por distinguirse formalmente de él en que adopta una concepción histórica<br />
determinada; pues se habla de un hombre histórico, diciendo de su existencia: en ella Dios se hizo<br />
hombre y, por consiguiente, su vida era idéntica a la existencia de Dios. No se dude de que esta<br />
noticia o anuncio cristiano es también una noticia histórica, y, únicamente, al mirar ambas cosas<br />
juntas, o sea, la eternidad como tiempo y Dios, a la vez, como hombre; sólo así repito, será<br />
factible comprender lo que significa el nombre de Jesucristo.<br />
Jesucristo es la realidad del pacto entre el hombre y Dios. Mirando a Jesucristo y sólo a él,<br />
logramos hablar en el sentido del primer artículo del "Dios en las alturas"; porque ahora<br />
conocemos al hombre en alianza con Dios: En su forma concreta como hombre. Y si en el tercer<br />
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