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DE PUCHEROS Y SARTENES

El pasado siempre vuelve, a veces como una losa, otras, como un refugio. Y en la tibieza del fogón ya apagado, en la penumbra conocida debajo de la mesa con su mantel mil veces manchado de todos los aceites del mundo, podemos reconocer nuestro miedo ilimitado y sentirnos reconfortados. Ésa es su razón de ser.

El pasado siempre vuelve, a veces como una losa, otras, como un refugio. Y en la tibieza del fogón ya apagado, en la penumbra conocida debajo de la mesa con su mantel mil veces manchado de todos los aceites del mundo, podemos reconocer nuestro miedo ilimitado y sentirnos reconfortados. Ésa es su razón de ser.

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LOS UNICORNIOS ASESINOS<br />

Lucía Gómez<br />

Esto ocurrió una noche de Halloween en un<br />

pueblo muy apartado, rodeado de bosques.<br />

Los habitantes del lugar estaban talando los<br />

árboles de los alrededores para agrandar el pueblo, y a<br />

los unicornios que allí vivían desde tiempo inmemorial<br />

se les ocurrió un plan para echarlos.<br />

― Nos mostraremos ante los leñadores, nos dejaremos<br />

ver por ellos, y cuando lo cuenten al volver al pueblo,<br />

todos pensarán que se han vuelto locos y no los<br />

dejarán volver aquí. Así ya no talarán nuestros bosques<br />

― sugirió el unicornio más viejo.<br />

Como a todos los demás unicornios les pareció<br />

bien la idea, lo hicieron así. Pero sucedió que a las<br />

pocas horas de comenzar las apariciones públicas de<br />

los unicornios, comenzaron a aparecer las cámaras<br />

fotográficas; los leñadores del siglo XXI tienen teléfonos<br />

móviles, y los teléfonos móviles tienen cámaras<br />

fotográficas. Así que muchos consiguieron fotografiar a<br />

los mitológicos conjurados. Ante tal eventualidad, los<br />

unicornios no tuvieron más remedio que matarlos a<br />

todos a cornadas.<br />

― ¿Qué se supone que vamos a hace ahora ―<br />

preguntó angustiado uno de los unicornios al resto. ―<br />

Al ver que no regresan, vendrá la policía y seguramente<br />

un montón de curiosos, habrá investigaciones, y ya no<br />

podremos vivir en paz.<br />

― Es cierto; cuando se encuentren con esto, no<br />

dejarán de buscar respuestas ― dijo otro.<br />

― Haremos que parezca un accidente ― propuso el<br />

unicornio anciano. ― Cogeremos de los árboles unas<br />

ramas grandes y las pondremos sobre los cuerpos; que<br />

parezca que les cayeron encima desde lo alto. Luego<br />

meteremos ramas más pequeñas en los agujeros que<br />

les hicimos con nuestros cuernos, y ya está. Ah, y no<br />

olvidéis borrar las memorias de los móviles ― concluyó<br />

el vetusto líder. ― ¿A quién podría ocurrírsele que una<br />

mejor explicación de lo que aquí ha ocurrido es que los<br />

unicornios no sólo existen, sino que viven en estos<br />

bosques, y, además, van por ahí matando fotógrafos<br />

Los fabulosos seres pusieron su plan en marcha,<br />

y, así de socarrón es el destino, les funcionó. No<br />

volvieron a ser molestados por humanos nunca más.<br />

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