ECLOSION Y SOBRESALTO
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Periódico del I.E.S. "Aravalle"<br />
<strong>ECLOSION</strong><br />
Y<br />
<strong>SOBRESALTO</strong><br />
Número 7: primavera de 2012.<br />
Séptimo número monográfico.<br />
Tema: Eclosión y sobresalto.<br />
Foto de Olmo Gómez<br />
Juan Luis Calbarro<br />
Página 1
Juan Luis Calbarro<br />
(Zamora, 1 966) es autor de<br />
Circunstancias de la metamorfosis<br />
(1 998), Elegía sajona (1 998),<br />
Memorias de Chanita Suárez<br />
(2004), Sazón de los barrancos<br />
(2006), La mano y la mirada (2006)<br />
o No había más que<br />
empezar(2011 ). Los anteriores<br />
poemas pertenecen al libro Museos<br />
naturales, que se publicará en la<br />
editorial palmesana La Baragaña,<br />
en 201 3.<br />
DOMESTICAMOS SERES.<br />
La calabaza:<br />
cuando la vaciamos<br />
y arrojamos al suelo<br />
la pulpa y las semillas, la secamos<br />
y usamos su carcasa despojada,<br />
humilde recipiente,<br />
nos creímos tan listos...<br />
No sabíamos que las abejas liban<br />
en el plan de las flores.<br />
Que nos iremos y la simiente que hemos despreciado,<br />
entonces, multiplicará la vida<br />
sin orden ni sentido.<br />
Página 2
Yo supe de la poesía de mi<br />
compañero de Literatura<br />
Hispanoamericana, Juan Luis<br />
Calbarro –no sé cómo me las<br />
arreglo, pero tengo la fortuna de<br />
juntarme con poetas– por un texto<br />
publicado en el 2001 en una<br />
antología de poetas titulada “Somos<br />
de seda y trigo”, en el que hablaba<br />
de entrelazar semillas… Por eso,<br />
ahora que, once años después, le<br />
pido un poema, me sorprende que<br />
siga usando elementos naturales<br />
para explicar el mundo. Debe ser<br />
cosa de los zamoranos, como<br />
Claudio Rodríguez, a quien habéis<br />
estudiado… No se desprenden del<br />
paisaje, de la tierra…, y eso que a<br />
nuestro poeta le acompañan las<br />
islas, porque ha vivido en<br />
Fuerteventura, y ahora vive en<br />
Mallorca, y sí, cultiva flores, y va a<br />
publicar en el 201 3 un libro titulado<br />
“Museos Naturales”. Su visión de lo<br />
trascendente a través de pequeños<br />
detalles que germinan en la mente<br />
del lector, su delicadeza, su minucia<br />
de botánico, de jardinero de las<br />
palabras, no ha cambiado con el<br />
tiempo. Su dedicación y su entrega<br />
ética, ahora en el mundo de la<br />
política, tampoco. Tengo el gusto y el<br />
honor de presentaros a mi amigo<br />
Juan, a Juan Luis Calbarro, un poeta<br />
generoso que ha tenido a bien<br />
regalarnos dos poemas para<br />
Arcadia… para que germinen en<br />
nosotros las semillas de la buena, la<br />
excelente poesía… la que sí tiene<br />
orden y sentido.<br />
Charo Alonso.<br />
Fotos de Olmo Gómez<br />
Página 3
SEMANA CULTURAL 2012<br />
Página 4
PRIMAVERA<br />
De Lidia Andrés Briz<br />
En el mes de Marzo naciste,<br />
Y te llamaron Primavera.<br />
Primavera arcoiris de colores.<br />
Primavera estación primera,<br />
Que mandas al Invierno fuera.<br />
Los árboles se visten de gala<br />
Por tu llegada.<br />
Lavas la cara a las flores<br />
Y a las mariquitas de colores.<br />
Las mariposas con sus alas majestuosas<br />
Llenan el campo de color<br />
Verde, azul y rosa.<br />
Primavera bella y hermosa,<br />
Darás paso al Verano y<br />
Nos dejarás hasta otro año.<br />
(Tatiana Villa García)<br />
Mi amor por ti es como el sol,<br />
Grande y redondo.<br />
Tu amor por mí es como la luna,<br />
Pequeña y preciosa.<br />
Mi amor por ti es como el cielo,<br />
Siempre infinito.<br />
Tu amor por mí como la tierra,<br />
Más pequeñito.<br />
Como mi libertad<br />
No te puede exigir nada,<br />
Yo te lo daré a ti todo,<br />
Aunque tú no me des nada.<br />
ECLOSIÓN Y <strong>SOBRESALTO</strong><br />
Por Rodrigo Martín Noriega<br />
En sus imprescindibles memorias<br />
El mundo de ayer, Stefan Zweig, además<br />
de componer el más bello y emotivo<br />
epitafio a una cultura europea<br />
cosmopolita y abierta que estaba a<br />
punto de sucumbir, nos ofrece un<br />
momento aparentemente anecdótico,<br />
pero que encierra una metáfora<br />
inquietante. Zweig narra como el<br />
estallido de la Primera Guerra Mundial y<br />
la movilización de las tropas austriacas<br />
le sorprenden estando tranquilamente en<br />
un balneario. Es decir, la tragedia que<br />
pondría punto y final al optimismo<br />
antropológico nacido en la Ilustración<br />
empezó mientras la gente disfrutaba<br />
tranquilamente de su tiempo libre.<br />
Eclosión. Hoy paz, mañana guerra.<br />
Queremos creer, y los historiadores<br />
alimentan esa esperanza, que todo<br />
ocurre como consecuencia de procesos<br />
perfectamente interpretables en pautas,<br />
patrones, causas y efectos. Pero tal vez<br />
no; tal vez por la mañana vives en un<br />
mundo de certezas y por la tarde los<br />
bárbaros han entrado en Roma.<br />
La historia no es más que la vida a<br />
otra escala.<br />
Por eso también nosotros somos<br />
víctimas de la eclosión y el sobresalto,<br />
inconscientes de las guerras telúricas<br />
que laten bajo nuestros pies, ignorantes<br />
de que la mirada de esa desconocida<br />
podría derribar tu mundo, o que tomar el<br />
tren equivocado puede convertirte en<br />
una estadística.<br />
Lo llamamos destino, pero no es<br />
más que azar, la Teoría del Caos jugando<br />
a los dados con nuestro insignificante<br />
universo. Y lo que es peor, si según la<br />
física cuántica ni siquiera las partículas<br />
son predecibles, debemos aceptar que<br />
vivimos en el reino del sobresalto, la<br />
fugacidad y la angustia de no poder<br />
estar seguros de si el mundo se acabará<br />
mañana o nos dará más tiempo para<br />
seguir dudando.<br />
Página 5
ALGUNOS DETALLITOS SOBRE LA JUBILACIÓN DE TORQUEMADA<br />
De Carolina Gallardo España<br />
Una vez Torquemada, ya en pleno ejercicio de sus facultades como Inquisidor General de<br />
España y, en consecuencia, autoridad del Santo Oficio de la Inquisición, recibió unos documentos<br />
de parte de un subalterno "...para su lectura y posterior consideración, debido al peligro grave de<br />
que estos cumanagotos no lleguen jamás a conocer a Nuestro Señor Jesucristo...." El legajo<br />
recibido contenía, entre otras cosas, la confesión de un viajero de Indias que ya había sido<br />
sentenciado y quemado en la Península; uno entre los 1 0.000 desgraciados quemados durante su<br />
"gestión". En esa confesión se describían las costumbres de estos nativos indianos, los<br />
cumanagotos.<br />
Aquél viajero “endemoniado” abundaba en detalles sobre la belleza de hombres y mujeres,<br />
la temperatura de la piel de "aquellas gentes", también sobre sus "voces acariciantes como de<br />
ángeles"; enumeraba sus dioses y describía con todo detalle sus costumbres licenciosas, sus<br />
fiestas de varios "días y noches bailando todos muy juntos frente al mar". Finalmente decía que los<br />
nueve días y nueve noches que pasó con ellos en condición de prisionero fueron los más felices de<br />
toda su vida, y que daría su alma por volver allí.<br />
Naturalmente, esto último determinó que acabara con sus huesos en las llamas. El Santo<br />
Oficio consideró tal ligereza con relación al alma una prueba irrefutable de herejía y posesión<br />
demoníaca.<br />
Pero Torquemada no pudo evitar extraviarse en la lectura de los detalles que ofrecía la<br />
confesión de aquel pobre diablo desgraciadamente rescatado de la selva por unos marinos que<br />
juraban haberle hecho el favor de su vida. El relato se apoderó silenciosamente de su juicio, al<br />
punto de hacerlo sonreír descuidadamente varias veces en la penumbra de su aposento.<br />
Sólo cuando ya despuntaba el alba, y por la gracia del Altísimo, el Inquisidor General volvió<br />
en sí de aquel arrobamiento sensual y claramente satánico, como se repitió a sí mismo una y otra<br />
vez en interminable confesión personalísima al día siguiente y a lo largo de las siguientes seis<br />
semanas de durísima penitencia.<br />
No obstante todo aquel derroche de lucidez escolástica, arrepentimiento y autodisciplina, “el<br />
Martillo de los Herejes” nunca olvidó los sentimientos provocados por el “altísimo grado de vil<br />
lujuria” que contenía aquel texto inquisitorial acerca de los cumanagotos. Es más, aquella<br />
exuberancia marcó su vida de forma definitiva. Y ha de saberse de una vez, ¡caray!, a quien pueda<br />
interesar y creerlo, que el pucelano “Luz de España” no murió. Torquemada se jubiló y vive en<br />
Cumaná.<br />
Sí, señor; Torquemada se las arregló para venirse a pasar sus últimos días a la tierra de los<br />
cumanagotos. Todavía tiene los ojos hundidos, pero su expresión ahora es de tranquilo extravío y<br />
de una dulzura notable. Dicen que se pasa el día fumando yerbas exóticas; especialmente, las que<br />
le vende “Cheíto". También dicen que vive en una casa de adobe a las afueras de Cumaná, con<br />
tres mujeres venerables que cuidan de él con gran esmero. Asimismo, se cuenta que cuando no le<br />
llega a tiempo su pensión por el gobierno español, se va a las nacientes del río Manzanares, el de<br />
Venezuela, obviamente, a fumar tabaco con su “comay Juana”, y a poner a bajar de un burro a<br />
esos “políticos der demonio” que no tienen la debida consideración con un pobre jubileta.<br />
La “comay Juana” es una hechicera casi centenaria que, además, se rebusca vendiendo<br />
empanadas de cazón todas la mañanas a la orilla de la playa, desde “San Luis” a “El Peñón”. Y es<br />
que esta señora camina mucho. El viejo Tomás la adora; y es Juana quien siempre lo consuela en<br />
esos momentos, diciéndole: "no se me preocupe, Tomasito, ya le llega, ya le llega”. A lo que el ex<br />
Inquisidor General responde invariablemente con un gruñido menguante. Alguna vez Juana se ha<br />
extendido más de la cuenta en sus reflexiones, y le ha explicado: “lo que pasa es que España tá<br />
demasiao lejos, compay; y ese tar Zapatero es un hombre demasiao fístico; ése es socialista, y los<br />
socialistas son una vaina muy seria. Fíjese como sale en las revistas con la mujé, una tar Sonsole;<br />
yo lo leo porque mi nieta tiene kiosko 'e revista, y, ¡ay Dios!, ese hombre es un hijo'er'diablo,<br />
compay. Hágame caso, Tomasito, hágaseme venezolano, y monte una cooperativa bolivariana,<br />
pues, ¡que ahí sí es verdá que hay real!"<br />
Página 6
Hay días en que el viejo Tomás se siente<br />
especialmente atribulado, no se sabe bien si por la<br />
penuria económica o por los recuerdos; el caso es que se<br />
va al Hotel Caribe, en la playa San Luis, pequeño, años<br />
sesenta, sin grandes pretensiones, pero muy limpio. Allí<br />
se queda por varios días, junto al mar, fumando habanos<br />
y tomando ron; de a poquito, porque lo pasa fatal con la<br />
resaca; toda la noche en la orilla, escuchando a Roberto<br />
Carlos, a los Beatles, a Janis Joplin o a Nicola Di Bari. Por<br />
el día ayuda con la limpieza, y así paga sus gastos allí. El<br />
dueño del Hotel es un árabe que le tiene mucho cariño.<br />
Torquemada suele decir: “estos moros de Cumaná son<br />
estupendos, son los mejores amigos que un hombre<br />
puede tener”.<br />
El viejo Tomás también tiene otros dos grandes<br />
amigos; Eloy, un pescador muy joven, con aspecto de<br />
cumanagoto, pero con esposa e hijos, y con el que suele<br />
mantener interminables tertulias acerca de Dios, y Jan, un<br />
marinero noruego-francés de origen judío, que trabaja en<br />
la Mercante, y que viene a Cumaná dos veces al año,<br />
busca a Torquemada dondequiera que esté, y se lo lleva<br />
de isla en isla en su viejo peñero "El Inquisidor”.<br />
Venerable anciano de nariz aguileña y barba<br />
hirsuta, viste siempre de blanco tropical, y sólo usa jabón<br />
neutro al cold cream; a veces sus cuidadoras le hacen<br />
pequeñas trenzas en el cabello, que le sientan muy<br />
bien. Nunca se conecta a Internet, a pesar de que en casa<br />
tiene banda ancha de dos megas, y una computadora de<br />
calidad aceptable. Últimamente sólo lee poetas sucrenses<br />
consagrados, como Cruz Salmerón Acosta, José Antonio<br />
Ramos Sucre, o Andrés Eloy Blanco. Cuando los<br />
evangélicos lo paran en las calles de Cumaná para<br />
hablarle de Dios, él les contesta dulcemente: "no gracias,<br />
hermanos, soy apolítico".<br />
Tomás jamás reza, aunque a veces se hace la<br />
señal de la cruz cuando pasa frente a una residencia del<br />
Opus. Yo lo conocí por casualidad; un día, literalmente<br />
nos tropezamos en el centro de Cumaná; chocamos de<br />
frente en medio de una acera del centro de la ciudad por<br />
caminar cada uno “con el santo en el cielo”; yo me caí<br />
enterita al suelo. Él me tomó de la mano suavemente, y<br />
mientras me ayudaba a levantar, no paraba de decirme:<br />
“hija mía, ama tus carnes; ámalas porque ellas esperan<br />
trémulas ser correspondidas en su amor; ámalas con libre<br />
albedrío, y el Altísimo te lo agradecerá”. Yo, por supuesto,<br />
no entendí nada de aquellas aladas palabras, pero me<br />
pareció un ancianito muy simpático y lo invité a tomarnos<br />
un guayoyo en una panadería que estaba a la vuelta. Allí<br />
me contó todo lo que acabo de relatar. Y como a estas<br />
alturas sigo sin encontrar motivo alguno para la duda, he<br />
aquí que lo transmito: Tomasito vive, y es un jubileta<br />
bonachón que pasa sus últimos días en las playas de<br />
Cumaná.<br />
Página 7
CONCURSO DE CUENTOS<br />
SOY ESTUDIANTE, SÍ ¿Y QUÉ?<br />
Por Arya (Eva Herrero García)<br />
Tener una asignatura fuerte a primera<br />
hora es una aberración. Sobre todo a principio<br />
de semana. Estamos en tal estado catatónico,<br />
que ni sentimos ni padecemos. En los cinco<br />
minutos solemos salir al pasillo; pero cuando<br />
escuchamos el sonido de unas llaves, nos<br />
callamos. Es el Director; nos manda a clase, y<br />
cuando se da la vuelta, ya hemos vuelto a salir.<br />
El Secretario, otro con llaves, es un personaje;<br />
siempre está nerviosísimo, y tenemos la teoría<br />
de que se está quedando calvo por el estrés.<br />
La media hora de recreo es la de mayor<br />
pérdida de tiempo del mundo. No hacemos<br />
nada. A veces nos quedamos en el pasillo<br />
hasta que nos echan, y otras, salimos a la calle;<br />
pero siempre perdemos el tiempo. Cuarta hora,<br />
en la que se supone que tenemos que estar<br />
tranquilitos, ¿no? ¡Ja! Llegamos del recreo<br />
revolucionados, y lo que menos nos apetece es<br />
dar clase. Quinta hora, la que debería ser la<br />
última; a medida que el día avanza, parece que<br />
el reloj va más despacio… y claro, nosotros<br />
sólo podemos pensar en que ésta todavía no<br />
es la última. ¡Depresión!<br />
Pero llegan los cinco últimos minutos,<br />
que nos traen un poco de esperanza; los<br />
mejores. En los anteriores todo el mundo va<br />
para arriba y para abajo; pero en éstos, mucho<br />
más; para quedar, contar cotilleos…<br />
Sexta hora y última, la más larga del día;<br />
volvemos a estar catatónicos, o, en su defecto,<br />
completamente revolucionados. Suena el<br />
timbre, nos esfumamos a toda velocidad.<br />
Por Claudia Bonilla<br />
Se avecinaba mal día. Nubes, niebla,<br />
frío. Frío de pleno mes de enero, en el que<br />
grandes bufandas y guantes de lana abrigaban<br />
cuerpos helados. En los cristales de autobuses<br />
y coches, y en amplias cristaleras de mi<br />
querido instituto, se posaba el rocío<br />
madrugador.<br />
Para sorpresa de profesores y alumnos,<br />
la calefacción había caído en una grave<br />
enfermedad justo hoy. Hoy, cuando tendría que<br />
calentar lo máximo posible, con todas sus<br />
fuerzas y empeño. Alguien tendría que haberla<br />
curado, pero nadie halló la solución.<br />
Las bufandas se duplicaron a lo largo<br />
de la semana; las voces dulces pasaron a ser<br />
roncas, y de las ventanas de las casas a las<br />
ocho en punto de la mañana salía un humo<br />
más denso de las chimeneas, y un olor<br />
delicioso a chocolate caliente. Los alumnos se<br />
dirigían después del recreo al Instituto por<br />
calles que desprendían olor a humedad, a la<br />
busca y captura de calor, de catarros y<br />
congestiones. Olor a invierno.<br />
1 8 de enero del 2011 . Una semana<br />
hacía del incidente de la calefacción y todo<br />
seguía igual. Sin embargo, el calor corporal de<br />
los abrazos lo hacía más llevadero. Cinco<br />
profesores de diversos cursos pidieron la baja,<br />
y nosotros, los alumnos, cada vez faltábamos<br />
más.<br />
Todo esto provocó el permanente cierre<br />
del Instituto durante unos meses. Gran fiesta<br />
para algunos; desgracia para otros.<br />
Grupo de Teatro "La Barrica"<br />
Página 8
SEMANA CULTURAL 2012<br />
SUEÑA CONMIGO<br />
Alejandro González González<br />
Mirando por la ventana me di cuenta de que<br />
hacía un día espléndido a pesar de que las<br />
temperaturas en Noruega no fueran precisamente<br />
altas. El día se estaba haciendo interminable, y eso<br />
que estábamos en la segunda hora de clase. El<br />
profesor de alemán estaba explicando la lección,<br />
mientras yo hacía dibujitos en el reverso de mi<br />
cuaderno. Me dibujaba a mí mismo en el pueblo de<br />
mis abuelos, pintando debajo de un árbol,<br />
deslizando el carboncillo sobre el lienzo, esbozando<br />
mi futura obra de arte. Un ruido me sacó de mis<br />
pensamientos; era un ruido extraño; parecía… ¡no,<br />
no podía ser!… Un muchacho llamó a la puerta, y<br />
cuando el profesor abrió, un disparo le agujereó la<br />
cabeza. En seguida descargó las balas que le<br />
quedaban sobre el resto de la clase. Sentí una<br />
fuerte punzada en el pecho, y empecé a echar<br />
sangre por la boca; segundos después, mi corazón<br />
dejó de latir. El perturbado salió corriendo.<br />
Se acabó; se acabaron mis esperanzas; se<br />
terminaron mis ilusiones; se acabaron mis ideas. La<br />
utopía de mi vida como pintor desapareció. Mi<br />
imaginación cesó… Simplemente dejé de soñar.<br />
Andreas Corelli<br />
UN DÍA EN EL INSTITUTO<br />
Celia Bernardo Pérez<br />
RAP<br />
Tatiana Villa García<br />
Pasaba el tiempo despacio.<br />
Pensábamos en algo más que sólo<br />
nuestras palabras, que significaban<br />
que me dejaste y te fuiste de aquí; me<br />
dejaste solo y no tenía donde acudir;<br />
estaba buscando un pensamiento en<br />
el que refugiarme, pero al final me di<br />
cuenta de que sólo puedo confiar en<br />
mí, y tengo lo que necesito. Tú eras<br />
algo; pero yo sin ti no era nada; tu<br />
fuiste todo, yo nada, y necesito un<br />
momento contigo o un momento en el<br />
micro; necesito un litro de cerveza pa<br />
sonreír de nuevo; necesito otra vez<br />
volver a jugar al mismo juego. Todo lo<br />
que necesito lo quiero sólo contigo.<br />
Quiero contarte un secreto, pero<br />
júrame que vas a compartirlo con el<br />
resto de la gente que te quiere. Yo<br />
quiero decir que mi secreto eres tú;<br />
que me hieres si no estás, y que sólo<br />
pienso en ti. Te dedico este tema<br />
como prueba de la verdad.<br />
Son las 8.30 y empieza a sonar el despertador. Estiro la mano, lo paro y sigo en la cama, para<br />
aprovechar los últimos minutos. Cuando me vuelve a dar por abrir los ojos, miro el reloj, y ya sólo<br />
faltan veinte minutos para las nueve, que es la hora a la que entramos al Instituto. Deprisa me visto,<br />
desayuno y me peino. Cuando estoy lista, miro el reloj otra vez y pienso que si me doy más prisa,<br />
podré llegar a clase a la hora. Me despido y subo casi corriendo; pero cuando llego, ya han entrado.<br />
Llamo a la puerta, y me abre el Profesor con cara de cabreo. Le miro sonriente, y le doy los buenos<br />
días. Me siento en mi silla y saco los libros, abriendo por la página correspondiente. Pasados<br />
cincuenta minutos, suena la música del timbre, y salimos por los pasillos en busca de la siguiente<br />
clase, que empieza pasados cinco minutos; y con las mismas, pasaremos cincuenta minutos más, y<br />
volveremos a por la tercera hora, que es la hora antes del recreo; en ella sólo pensamos en salir y<br />
pasarlo bien. Acabada la hora, salimos disparadas, desperdigadas y con el bocadillo de la mano;<br />
damos una vuelta por el pueblo y volvemos a clase, esperando la hora de Educación Física, en la<br />
que nos lo pasamos bien corriendo y jugando con la pelota. Acabadas las otras tres horas después<br />
del recreo, llegan las 2:50, momento de irse a casa y prepararse para volver al día siguiente.<br />
Página 9
CONCURSO DE CUENTOS SEMANA CULTURAL 2012<br />
MI PRIMER DÍA EN EL INSTITUTO<br />
Carmen Caldarás<br />
Mi primer día en el Instituto fue muy peculiar.<br />
Vivo en un pueblecito llamado Medinilla, y llegué a El<br />
Barco de Ávila en autobús. Para mí, El Barco es como<br />
una gran ciudad, pues mi pueblo es pequeñito, tiene<br />
1 36 habitantes y en invierno somos menos.<br />
Iba nerviosa, y comprobé al llegar que todos los<br />
que iban a ser mis compañeros estaban igual ¿Con<br />
quién nos iba a tocar en clase? ¿Conocería al menos a<br />
algunos? Supongo que estas preguntas nos las<br />
hacíamos todos.<br />
A las nueve entramos en clase. Los alumnos de<br />
los demás cursos nos miraban muy raro, o eso me<br />
parecía: éramos los más pequeños y nos sacaban por<br />
lo menos dos cabezas de altura.<br />
Nadie se atrevió a entrar, hasta que el jefe de<br />
estudios nos llamó y nos dijo que qué hacíamos ahí<br />
pasmados. Al final entramos entre todos los veteranos,<br />
y a mí me pareció una multitud. Luego nos explicaron<br />
un poco el funcionamiento del Instituto y nos dividieron<br />
en grupos, A, B ó C. Yo pertenecía a 1 º de ESO, grupo<br />
A, la clase más numerosa, con 23 alumnos. Las<br />
demás tenían 1 9.<br />
También nos informaron de quien era nuestra<br />
tutora, Sonsoles, y antes de ir al recreo conocimos a<br />
algunos de nuestros profesores.<br />
A las 11 :40 salimos al recreo, y mis amigas del<br />
colegio anterior y yo no nos creíamos que podíamos<br />
salir del recinto del colegio; estábamos asombradas. El<br />
recreo fue divertido; pero, como siempre, se hizo corto.<br />
A las 1 2:1 0 nos llevaron al Salón de Actos, con<br />
fin de hacer unas actividades que nos preparó Carlos,<br />
el orientador del Instituto.<br />
Llegó la última hora, y nos tocó con Dativo, el<br />
profesor de Matemáticas, quien nos explicó cómo nos<br />
evaluaría en esa asignatura.<br />
Cuando terminó la última clase, todos<br />
estábamos muy contentos. Eso sí, no sabíamos por<br />
qué escalera ir, o por qué puerta salir. En fin, éramos<br />
unos novatos por aquel entonces, que poco a poco<br />
hemos ganado en experiencia. Supongo que el resto<br />
de los nuevos tendrán parecidas sensaciones a las<br />
mías.<br />
UN DÍA EN EL INSTITUTO<br />
Andrea García Granado<br />
¿Os habéis parado a pensar<br />
cómo sería el instituto si todo el mundo<br />
fuera como en realidad le gusta ir, y no<br />
como quieren que le vean los demás?<br />
Nada de tacones para aparentar<br />
ser más alta, ni camisetas de marca<br />
para demostrar “clase”. Un día lo<br />
hicimos en mi Instituto, y por una vez,<br />
la mayoría de la gente se sintió a gusto<br />
consigo misma. Personas que llevaban<br />
el típico peinado desaliñado de los 80;<br />
camisetas de sus artistas favoritos se<br />
codeaban con quienes lucían<br />
chaquetas con cruces diversas –eso<br />
sí, no demasiadas, menos mal. Ese<br />
día el Instituto parecía una escuela de<br />
rock; incluso muchos profesores se<br />
unieron a los alumnos; aunque alguno<br />
que otro se negó a cambiar ¡Ellos eran<br />
así! En realidad todos llevamos cierta<br />
rebeldía en la sangre, y aunque<br />
muchas veces digamos lo contrario, a<br />
todos nos gusta alguna canción de los<br />
Beatles, Nirvana o AC/DC. Ese día<br />
tocaron canciones muchos alumnos<br />
que tenían grupos musicales.<br />
Improvisaban la música que sugería la<br />
ropa. Después, nos fuimos a comer<br />
juntos, y lo pasamos genial. Debería<br />
haber más días así, ¿no?<br />
Página 10
Foto de Olmo Gómez<br />
QUIZÁ… LA DUDA, UNA ECLOSIÓN EN LA MENTE<br />
Por Santiago José González Carrera<br />
Eclosión es una palabra curiosa. Siempre la<br />
primera imagen que aparece en nuestra cabeza al oírla<br />
o leerla es un huevo abriéndose.<br />
Sin embargo, su sentido general es más amplio:<br />
aparición repentina, cambio brusco. Puede eclosionar<br />
un huevo, pero también la primavera, la crisis o una<br />
revolución.<br />
A pesar de su sentido de “sorpresa”, es inherente<br />
a esta palabra el matiz de la gestación; algo que<br />
eclosiona ha estado preparándose antes durante algún<br />
tiempo. Por tanto, se puede prever la eclosión de algo,<br />
si se es observador y se está atento.<br />
Es fácil eliminar un problema en estado gestante,<br />
antes de que eclosione. Quizá, si se hubieran seguido<br />
los indicios de que algo estaba a punto de estallar, se<br />
habrían podido evitar ciertos eventos, como el atentado<br />
contra las Torres Gemelas o la crisis económica.<br />
Quizá…<br />
Pero quizá esos indicios no escaparon a la<br />
mirada de las personas que podrían haber solucionado<br />
el problema. A lo mejor sí se pudo hacer algo. ¿Por qué<br />
no se hizo? Ésta es, quizá, una pregunta que se puede<br />
responder en parte con otra pregunta: ¿a quién<br />
beneficia?<br />
Página 11
EN ESTE NÚMERO DE ARCADIABARCENSE COLABORAN:<br />
Fotos de Olmo Gómez<br />
TEXTOS.<br />
Juan Luis Calbarro. Poeta invitado (España).<br />
Carolina Gallardo España. Invitada (Venezuela).<br />
Lidia Andrés Briz. IES "Aravalle".<br />
Eva Herrero García. IES "Aravalle".<br />
Claudia Bonilla. IES "Aravalle".<br />
Alejandro González González. IES "Aravalle".<br />
Tatiana Villa García. IES "Aravalle".<br />
Celia Bernardo Pérez. IES "Aravalle".<br />
Carmen Caldarás. IES "Aravalle".<br />
Andrea García Granado. IES "Aravalle".<br />
Santiago José González Carrera. IES "Aravalle".<br />
CharoAlonso. Profesora del IES "Aravalle".<br />
Rodrigo Martín. Profesor del IES "Aravalle".<br />
DISEÑO GRÁFICO:<br />
Carlos Ferreira.<br />
FOTOGRAFÍAE ILUSTRACIÓN<br />
Olmo Gómez (excepto imágenes de la página 7, tomadas de<br />
Wikimedia).<br />
ASESORAMIENTO<br />
Carlos Ferreira: acarlosferreirad@gmail.com<br />
CharoAlonso: charoalonso36@gmail.com<br />
ANAGRAMADE ARCADIABARCENSE<br />
Carlos González Díaz.<br />
Impresión: IDEM FOTOCOPIAS Salamanca.<br />
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