ECLOSION Y SOBRESALTO
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CONCURSO DE CUENTOS<br />
SOY ESTUDIANTE, SÍ ¿Y QUÉ?<br />
Por Arya (Eva Herrero García)<br />
Tener una asignatura fuerte a primera<br />
hora es una aberración. Sobre todo a principio<br />
de semana. Estamos en tal estado catatónico,<br />
que ni sentimos ni padecemos. En los cinco<br />
minutos solemos salir al pasillo; pero cuando<br />
escuchamos el sonido de unas llaves, nos<br />
callamos. Es el Director; nos manda a clase, y<br />
cuando se da la vuelta, ya hemos vuelto a salir.<br />
El Secretario, otro con llaves, es un personaje;<br />
siempre está nerviosísimo, y tenemos la teoría<br />
de que se está quedando calvo por el estrés.<br />
La media hora de recreo es la de mayor<br />
pérdida de tiempo del mundo. No hacemos<br />
nada. A veces nos quedamos en el pasillo<br />
hasta que nos echan, y otras, salimos a la calle;<br />
pero siempre perdemos el tiempo. Cuarta hora,<br />
en la que se supone que tenemos que estar<br />
tranquilitos, ¿no? ¡Ja! Llegamos del recreo<br />
revolucionados, y lo que menos nos apetece es<br />
dar clase. Quinta hora, la que debería ser la<br />
última; a medida que el día avanza, parece que<br />
el reloj va más despacio… y claro, nosotros<br />
sólo podemos pensar en que ésta todavía no<br />
es la última. ¡Depresión!<br />
Pero llegan los cinco últimos minutos,<br />
que nos traen un poco de esperanza; los<br />
mejores. En los anteriores todo el mundo va<br />
para arriba y para abajo; pero en éstos, mucho<br />
más; para quedar, contar cotilleos…<br />
Sexta hora y última, la más larga del día;<br />
volvemos a estar catatónicos, o, en su defecto,<br />
completamente revolucionados. Suena el<br />
timbre, nos esfumamos a toda velocidad.<br />
Por Claudia Bonilla<br />
Se avecinaba mal día. Nubes, niebla,<br />
frío. Frío de pleno mes de enero, en el que<br />
grandes bufandas y guantes de lana abrigaban<br />
cuerpos helados. En los cristales de autobuses<br />
y coches, y en amplias cristaleras de mi<br />
querido instituto, se posaba el rocío<br />
madrugador.<br />
Para sorpresa de profesores y alumnos,<br />
la calefacción había caído en una grave<br />
enfermedad justo hoy. Hoy, cuando tendría que<br />
calentar lo máximo posible, con todas sus<br />
fuerzas y empeño. Alguien tendría que haberla<br />
curado, pero nadie halló la solución.<br />
Las bufandas se duplicaron a lo largo<br />
de la semana; las voces dulces pasaron a ser<br />
roncas, y de las ventanas de las casas a las<br />
ocho en punto de la mañana salía un humo<br />
más denso de las chimeneas, y un olor<br />
delicioso a chocolate caliente. Los alumnos se<br />
dirigían después del recreo al Instituto por<br />
calles que desprendían olor a humedad, a la<br />
busca y captura de calor, de catarros y<br />
congestiones. Olor a invierno.<br />
1 8 de enero del 2011 . Una semana<br />
hacía del incidente de la calefacción y todo<br />
seguía igual. Sin embargo, el calor corporal de<br />
los abrazos lo hacía más llevadero. Cinco<br />
profesores de diversos cursos pidieron la baja,<br />
y nosotros, los alumnos, cada vez faltábamos<br />
más.<br />
Todo esto provocó el permanente cierre<br />
del Instituto durante unos meses. Gran fiesta<br />
para algunos; desgracia para otros.<br />
Grupo de Teatro "La Barrica"<br />
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