Cuadernos de CuradurÃa No. 13 - Museo Nacional
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Reflexión<br />
En el siglo XIX y primera mitad <strong>de</strong>l XX,<br />
por lo tanto, el museo <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser privado, como<br />
sucedía en los antiguos palacios y gabinetes<br />
<strong>de</strong> curiosida<strong>de</strong>s, y tuvo que abrirse al ámbito<br />
público para divulgar y educar a la ciudadanía<br />
en los valores e i<strong>de</strong>ologías propias <strong>de</strong>l Estado<br />
nacional, por medio <strong>de</strong> aquellos objetos que se<br />
consi<strong>de</strong>raban como patrimoniales. Por lo tanto,<br />
el museo se consolidó como lugar <strong>de</strong> transmisión<br />
y legitimación <strong>de</strong> la verdad (tanto histórica como<br />
cultural) <strong>de</strong> la comunidad que lo sustentaba. A<br />
su vez, el rol <strong>de</strong>l visitante era pasivo: un contenedor<br />
a llenarse con el contenido <strong>de</strong>l museo.<br />
Este mo<strong>de</strong>lo tradicional <strong>de</strong> museo va a<br />
resquebrajarse a lo largo <strong>de</strong>l siglo XX, por los<br />
cambios sociales, económicos y culturales propios<br />
<strong>de</strong> este siglo. Los museos <strong>de</strong> antropología e historia<br />
(aunque también los <strong>de</strong> arte), por ejemplo,<br />
han entrado en crisis tras la eclosión <strong>de</strong> procesos<br />
<strong>de</strong> globalización y poscolonialidad que <strong>de</strong>splazan<br />
el sentido central que tuvo en los últimos dos siglos<br />
el Estado-nación (Kravagna, 2008; Bustamante,<br />
2012). En Colombia, la promulgación <strong>de</strong> una<br />
nueva constitución y la re<strong>de</strong>finición <strong>de</strong> la nación<br />
como multiétnica y pluricultural ha transformado<br />
el papel <strong>de</strong> los museos, en especial el nacional:<br />
Tal cambio conceptual y <strong>de</strong> concepción da<br />
cuenta <strong>de</strong> una transformación en el discurso y en la<br />
sociedad. Si para finales <strong>de</strong>l siglo XIX el concepto<br />
<strong>de</strong> nación era autoritario y estaba entretejido con<br />
las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> civilización y progreso, a finales <strong>de</strong>l<br />
siglo XX la globalización y la narrativa <strong>de</strong>l multiculturalismo<br />
dislocaron parcialmente la <strong>de</strong> la<br />
nación. A<strong>de</strong>más, en el caso colombiano la crisis <strong>de</strong><br />
las décadas <strong>de</strong> los 80 y 90, visible en la violencia<br />
guerrillera y paramilitar, en el narcotráfico y en<br />
la incapacidad e incongruencia <strong>de</strong>l Estado para<br />
hacer frente a estos problemas, puso en el centro <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>bate las preguntas sobre la manera como se había<br />
constituido la nación y su memoria. (Pérez, 2012:7)<br />
El paso <strong>de</strong> una sociedad industrial a<br />
una postindustrial (o, según se prefiera, <strong>de</strong><br />
una mo<strong>de</strong>rna a una posmo<strong>de</strong>rna) no sólo<br />
propició cambios en las prácticas en los museos,<br />
sino también en la teoría, en los discursos<br />
museológicos. Es así como, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los años<br />
sesenta, especialistas franceses y canadienses<br />
comienzan a generar una serie <strong>de</strong> reflexiones<br />
sobre el papel <strong>de</strong> los visitantes en los museos<br />
y una revaloración <strong>de</strong>l museo como territorio<br />
(espacio) y no sólo como institución (lugar).<br />
La nueva museología nace proponiendo<br />
una revolución cultural, que amplíe el espectro<br />
<strong>de</strong> lo que se entien<strong>de</strong> por cultura y patrimonio,<br />
no limitada a las manifestaciones artísticas<br />
<strong>de</strong> las élites e inscritas en un código <strong>de</strong> gusto<br />
burgués, sino como toda la producción material<br />
e intelectual humana. Para Hugues <strong>de</strong> Varine,<br />
director <strong>de</strong>l Icom en la década <strong>de</strong> los sesenta,<br />
[…] todo esto supone, en primer lugar,<br />
hacer la revolución en el museo. El museo <strong>de</strong>be ser<br />
<strong>de</strong>scolonizado culturalmente. El visitante potencial<br />
<strong>de</strong>be <strong>de</strong>sinhibirse y <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> sentirse intelectualmente<br />
sub<strong>de</strong>sarrollado. Por ello, el responsable <strong>de</strong>l museo<br />
<strong>de</strong>be ser un técnico <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo. Pues el museo al<br />
que aquí nos referimos ya no es un museo <strong>de</strong> arte, <strong>de</strong><br />
historia, <strong>de</strong> arqueología, <strong>de</strong> etnología, <strong>de</strong> ciencias. <strong>No</strong><br />
tiene otros límites que no sean los propios límites <strong>de</strong>l<br />
hombre. Este museo, lo presenta todo en función <strong>de</strong>l<br />
hombre: su entorno, sus creencias, sus activida<strong>de</strong>s,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la más elemental a la más compleja. El punto<br />
focal <strong>de</strong>l museo ya no es el artefacto, sino el Hombre<br />
en toda su plenitud. Siguiendo esta perspectiva, las<br />
nociones <strong>de</strong> pasado y <strong>de</strong> futuro <strong>de</strong>saparecen; todo<br />
suce<strong>de</strong> en el presente en una comunicación entre<br />
el Individuo y el Hombre cuyo intermediario es el<br />
Objeto. Cualquier investigación se convierte en algo<br />
multiforme y pluridisciplinar; cualquier medida <strong>de</strong><br />
conservación, cualquier presentación, cualquier actividad<br />
se convierten en instrumentos <strong>de</strong> integración<br />
cultural. (Citado por Bolaños, 2002:279-280)<br />
Según la nueva museología, como vemos,<br />
se <strong>de</strong>be poner el énfasis en el visitante, en las<br />
comunida<strong>de</strong>s, no en el objeto; en el patrimonio,<br />
no en las colecciones; en el territorio (entendido<br />
en términos simbólicos), no en el edificio<br />
o museo como espacio físico; y en la capacidad<br />
<strong>de</strong> iniciativa creativa, no en la persecución<br />
<strong>de</strong>l conocimiento, la educación y el entretenimiento<br />
(Fernán<strong>de</strong>z, 1999:105). Para resaltar esta<br />
condición <strong>de</strong> participación e interacción <strong>de</strong> los<br />
visitantes/comunida<strong>de</strong>s con el museo, uno <strong>de</strong> los<br />
pioneros <strong>de</strong> la nueva museología, el canadiense<br />
Duncan Cameron, presenta la metáfora <strong>de</strong>l<br />
museo como foro, que <strong>de</strong>be sustituir el mo<strong>de</strong>lo<br />
<strong>de</strong> museo como templo (Bolaños, 2002: 278).<br />
En América Latina, se aportó a la reflexión<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la mesa redonda <strong>de</strong> la Unesco (Santiago <strong>de</strong><br />
Chile, 1972), que resaltó el carácter popular, social<br />
y comunitario que <strong>de</strong>berían tener los museos<br />
en el subcontinente, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong><br />
visibilizar el mundo rural y lo ambiental en los<br />
museos (Bolaños, 2002:292-293). De la misma<br />
forma, tanto en Europa como en América, en la<br />
segunda mitad <strong>de</strong>l siglo XX se presentaron diversas<br />
formas <strong>de</strong> museos renovados o “antimuseos”,<br />
como los ecomuseos (í<strong>de</strong>m, 282-285), y los<br />
museos barriales y comunitarios (í<strong>de</strong>m, 285-297).<br />
“<br />
El paso <strong>de</strong> una sociedad<br />
industrial a una postindustrial (o,<br />
según se prefiera, <strong>de</strong> una mo<strong>de</strong>rna<br />
a una posmo<strong>de</strong>rna) no sólo propició<br />
cambios en las prácticas en los<br />
museos, sino también en la teoría,<br />
en los discursos museológicos.<br />
”<br />
Finalmente, en las últimas décadas <strong>de</strong>l<br />
siglo XX y lo que va <strong>de</strong>l XXI, se ha posicionado<br />
con fuerza la museología crítica, ten<strong>de</strong>ncia<br />
que hace énfasis en las relaciones <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />
que atraviesan el mundo cultural, museal y<br />
patrimonial (Santacana y Hernán<strong>de</strong>z, 2006); y<br />
el museo virtual como una práctica <strong>de</strong> <strong>de</strong>sterritorialización,<br />
<strong>de</strong>mocratización y apertura <strong>de</strong><br />
los museos (Fonseca 2009a; Vázquez Rocca,<br />
2008; Santacana y Hernán<strong>de</strong>z, 2006:299-303).<br />
Como resultado <strong>de</strong> los nuevos discursos y<br />
prácticas museológicas, impulsados por la nueva<br />
museología y la museología crítica, el papel <strong>de</strong>l<br />
museo como lugar <strong>de</strong> producción y legitimación<br />
<strong>de</strong> la verdad histórica (De Certeau, 2006) o<br />
artística (Cor<strong>de</strong>ro Reiman, 2010) se cuestiona.<br />
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