Dermatosis y hepatitis
Dermatosis y hepatitis
Dermatosis y hepatitis
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
REVISIÓN<br />
<strong>Dermatosis</strong> y <strong>hepatitis</strong><br />
J. MARTÍNEZ ESCRIBANO<br />
Sección de Dermatología. Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca. Murcia.<br />
Las enfermedades hepáticas y, dentro de ellas, las<br />
<strong>hepatitis</strong>, sobre todo las de origen viral, se han relacionado<br />
con diversas enfermedades que afectan a la piel<br />
y/o las mucosas (1). No obstante, en ocasiones las hepatopatías<br />
se asocian con signos o síntomas dermatológicos,<br />
más que con enfermedades propiamente dichas.<br />
Entre las manifestaciones cutáneas más conocidas<br />
de la enfermedad hepática crónica, se encuentran la<br />
ictericia, el eritema palmar y las arañas vasculares (2).<br />
Junto a dichas alteraciones, pueden aparecer otras lesiones<br />
cutáneas en las cuales la hepatopatía posee un<br />
papel etiopatogénico más o menos directo. Así, las <strong>hepatitis</strong><br />
se han relacionado con enfermedades como el<br />
liquen plano (LP) (3), la porfiria cutánea tarda (PCT)<br />
(4), la vasculitis (5) o el síndrome de Gianotti-Crosti<br />
(6).<br />
Hasta finales de la década de los 80, se concedía<br />
especial importancia a las manifestaciones dermatológicas<br />
derivadas de la infección por el virus de la <strong>hepatitis</strong><br />
B (VHB) (7). Posteriormente, se ha ido concediendo<br />
cada vez más importancia a las<br />
manifestaciones cutáneas derivadas de la infección por<br />
otros virus hepatotropos, como el virus de la <strong>hepatitis</strong><br />
C (VHC), especialmente en países de la cuenca mediterránea,<br />
como España, Francia o Italia. En países anglosajones,<br />
quizás por la menor prevalencia de la infección<br />
por el VHC, también son menos frecuentes<br />
algunas asociaciones que llegan a ser muy llamativas<br />
en nuestro país, como ocurre con la PCT, o incluso el<br />
liquen plano (8). Con los datos actuales, en países como<br />
España, se puede decir que el VHC se asocia con<br />
diversos trastornos dermatológicos que, en caso de<br />
observarse, obligan a investigar la presencia de infección<br />
por dicho virus, pues la terapia antivírica puede<br />
resultar beneficiosa (9).<br />
■ Manifestaciones cutáneas generales<br />
asociadas a hepatopatía crónica<br />
Ictericia<br />
La ictericia se detecta primero en las escleróticas y<br />
posteriormente se puede manifestar en la piel de modo<br />
más generalizado. En algunas ocasiones hay que distinguirla<br />
de la carotinemia, de la licopenemia (tinción anaranjada<br />
de palmas y plantas por beber grandes cantidades<br />
de zumo de tomate) o de la ingestión de fármacos<br />
como mepacrina o busulfán (2).<br />
Eritema palmar<br />
El eritema palmar de los pacientes hepatópatas<br />
suele comenzar en la eminencia hipotenar y presentar<br />
un patrón moteado; si la enfermedad hepática progresa,<br />
se extiende a los pulpejos de los dedos y se hace<br />
más confluente. Puede tener un aspecto pulsátil y palidecer<br />
a la vitropresión. En ocasiones, también se puede<br />
observar eritema en las plantas de los pies (10).<br />
Arañas vasculares<br />
El término "piel en billete de banco" se ha empleado<br />
para describir los capilares filiformes que pueden<br />
observarse en asociación con las arañas vasculares en<br />
la parte alta del tórax y la espalda de enfermos que padecen<br />
una hepatopatía crónica. Los pacientes que presentan<br />
múltiples arañas vasculares, las cuales pueden<br />
llegar a ser desfigurantes, pueden tratarse de modo eficaz<br />
con el láser pulsado de colorante (11).<br />
Leuconiquia<br />
La coloración blanca de las uñas puede aparecer<br />
hasta en un 80% de los pacientes con enfermedad hepática<br />
crónica, aunque también puede ocurrir en enfermos<br />
con insuficiencia cardíaca congestiva y en diabéticos<br />
(12). Este hallazgo puede ir precedido de la<br />
formación de múltiples bandas blancas transversales<br />
en las uñas.<br />
Prurito<br />
El prurito es uno de los síntomas más frecuentes y<br />
angustiosos que pueden acompañar a la enfermedad<br />
hepática. Se trata de un fenómeno subjetivo, que pue-<br />
388
<strong>Dermatosis</strong> y <strong>hepatitis</strong><br />
de variar mucho de un paciente a otro, y a veces es<br />
tan intenso que puede perturbar el sueño e incluso originar<br />
ideas suicidas. De hecho, el prurito intratable se<br />
ha considerado una indicación para realizar trasplante<br />
hepático (13). Las alteraciones cutáneas que se observan<br />
en individuos con prurito colestásico suelen ser<br />
secundarias al rascado, e incluyen excoriaciones, liquenificación,<br />
prúrigo nodular e infecciones favorecidas<br />
por la pérdida de la función barrera de la piel.<br />
La patogenia del prurito en la colestasis se desconoce<br />
todavía, por lo que el tratamiento ha sido, sobre<br />
todo, empírico (14). El fármaco más usado contra dicho<br />
prurito es una resina de intercambio aniónico, la<br />
colestiramina; como alternativa se ha empleado el<br />
colestipol. Estas resinas actúan por unión con los ácidos<br />
biliares en el intestino, lo que origina una mayor<br />
excreción de éstos. Además, la colestiramina podría<br />
favorecer la excreción fecal de una sustancia desconocida,<br />
causante de prurito, secretada por la bilis<br />
(15). Muchos pacientes responden inicialmente al tratamiento<br />
con colestiramina, pero a menudo los efectos<br />
beneficiosos son transitorios. Los antihistamínicos<br />
se utilizan ocasionalmente y, aunque no existe evidencia<br />
de que la histamina actúe como mediador en<br />
esta forma de prurito, pueden servir de ayuda, quizás<br />
más por su efecto sedante (16). La rifampicina, antibiótico<br />
inductor enzimático hepático, se ha utilizado<br />
con buenos resultados en el tratamiento del prurito<br />
colestásico (17). Aunque se desconoce el mecanismo<br />
en virtud del cual se alivia el prurito con la rifampicina,<br />
es interesante destacar que dicho fármaco aumenta<br />
la concentración sérica de ácidos biliares (18).<br />
Otros tratamientos antipruriginosos, utilizados con<br />
éxito variable en estudios no controlados, son el metronidazol,<br />
la fototerapia, la carbamacepina, la lignocaína<br />
y los andrógenos (14). Según datos relativamente<br />
recientes, el prurito de la colestasis podría no<br />
asociarse con un aumento en la concentración sérica<br />
de ácidos biliares, sino que sería debido más bien a<br />
un efecto a nivel central, similar al de los opiáceos<br />
(14). En este sentido, los estudios con antagonistas de<br />
los opiáceos, como naloxona (19) y nalmefeno (20),<br />
en el tratamiento del prurito inducido por la colestasis,<br />
han mostrado resultados prometedores. La naloxona<br />
sólo se halla disponible por vía parenteral, por<br />
lo que no es adecuada para tratamientos prolongados.<br />
En cambio, el nalmefeno y la naltrexona se administran<br />
por vía oral y pueden ser una opción terapéutica<br />
útil una vez que hayan sido valorados<br />
adecuadamente.<br />
■ Vasculitis<br />
La causa de las vasculitis que afectan a los vasos<br />
de pequeño calibre se detecta sólo en el 40-60% de<br />
los pacientes. En un pequeño porcentaje de estos enfermos,<br />
la etiopatogenia de la vasculitis está en relación<br />
con una <strong>hepatitis</strong> concomitante (21).<br />
Síndrome a tipo enfermedad del suero<br />
La <strong>hepatitis</strong> B puede causar un síndrome a tipo enfermedad<br />
del suero en un 20-30% de los casos, que<br />
suele aparecer de 1 a 6 semanas antes del comienzo<br />
clínico de la <strong>hepatitis</strong>. Las manifestaciones sistémicas<br />
del síndrome a tipo enfermedad del suero consisten en<br />
fiebre, artralgias o artritis y cefaleas. Las manifestaciones<br />
cutáneas más frecuentes de dicho síndrome son la<br />
urticaria y el angioedema, aunque también pueden<br />
observarse petequias, púrpura palpable y lesiones semejantes<br />
al eritema polimorfo (22). En raras ocasiones,<br />
la infección aguda por VHB también puede dar lugar a<br />
erupciones maculopapulosas y liquenoides, y eritema<br />
nudoso (23).<br />
Se cree que la mayoría de las alteraciones dermatológicas<br />
asociadas a la infección por el VHB se relacionan<br />
con la formación de inmunocomplejos (24).<br />
Crioglobulinemia<br />
Las crioglobulinas son un grupo de proteínas, de la<br />
familia de las inmunoglobulinas, que tienen la propiedad<br />
inusual de precipitar de modo reversible cuando<br />
el suero del paciente es enfriado por debajo de 37º C.<br />
Inicialmente, las crioglobulinas fueron descritas asociadas<br />
al mieloma múltiple y a la macroglobulinemia, pero<br />
después se vio que también aparecían en el contexto<br />
de otras enfermedades, entre las que se incluyen las<br />
hepatopatías tanto agudas como crónicas (25). En este<br />
sentido, existen datos que demuestran la asociación de<br />
crioglobulinemia con <strong>hepatitis</strong> C (5), <strong>hepatitis</strong> B (26),<br />
<strong>hepatitis</strong> A (27), cirrosis biliar primaria (28) y cirrosis<br />
de Laënnec (25).<br />
Se han descrito distintos tipos de crioglobulinemia,<br />
según la proteína precipitable fuera una sola inmunoglobulina<br />
monoclonal (crioglobulinemia simple o de<br />
tipo I); dos o más crioglobulinas, de las cuales una es<br />
monoclonal (tipo II); o una o más inmunoglobulinas<br />
policlonales (tipo III). Las crioglobulinas con frecuencia<br />
aparecen de modo fisiológico formando parte de<br />
mecanismos de aclaramiento de complejos antígenoanticuerpo.<br />
Sólo cuando dichas crioglobulinas aparecen<br />
a títulos elevados y durante períodos prolongados<br />
de tiempo, pueden desempeñar un papel importante<br />
en la inducción de lesiones sistémicas. Cualquiera que<br />
sea su origen, las crioglobulinas pueden agregarse y<br />
precipitar dentro de la luz de los vasos, ocasionando<br />
un daño de las células endoteliales, alterando la permeabilidad<br />
vascular y favoreciendo la aparición de<br />
389
Vol. 4, Núm. 6. Septiembre 2001<br />
trombos. Además, las crioglobulinas pueden provocar<br />
el depósito subendotelial de inmunocomplejos que a<br />
su vez son capaces de ocasionar un daño vascular adicional<br />
(29).<br />
Se han descrito manifestaciones cutáneas en un<br />
67-100% de pacientes con crioglobulinemia, lo cual<br />
supone un frecuente motivo de consulta (30). Los rasgos<br />
clínicos e histopatológicos de estas lesiones cutáneas<br />
pueden permitir el diagnóstico precoz de la enfermedad,<br />
antes de que pueda ocasionar<br />
complicaciones sistémicas, como cirrosis hepática. Las<br />
manifestaciones cutáneas de la crioglobulinemia mixta<br />
son diversas: púrpura, úlceras, urticaria, fenómeno de<br />
Raynaud, síndrome de Sjögren. Se ha demostrado una<br />
correlación entre la presencia de púrpura palpable, lesión<br />
cutánea más frecuente, y los niveles de crioglobulinas<br />
(31). Otras posibles alteraciones asociadas con<br />
la crioglobulinemia son: fenómeno de Raynaud, eritrocianosis,<br />
artritis o artralgias y nefropatía.<br />
Como ya se ha señalado, el VHB se ha asociado<br />
con crioglobulinemia, normalmente de tipo mixto<br />
(IgG-IgM). En estos casos, los crioprecipitados pueden<br />
contener el HbsAg y/o anticuerpos anti-HBs (7, 26,<br />
32). Además se han publicado numerosos estudios sobre<br />
la asociación de la crioglobulinemia mixta esencial<br />
(tipos II o III) con el VHC; en cambio, no se ha<br />
observado asociación de este virus con la crioglobulinemia<br />
de tipo I (33). El ARN del VHC se ha detectado<br />
en más del 90% de los sueros o crioprecipitados de<br />
pacientes con crioglobulinemia mixta esencial, por lo<br />
que actualmente se considera que el VHC es el principal<br />
agente causal de este trastorno (34).<br />
La demostración de infección por VHC en muchos<br />
pacientes con crioglobulinemia mixta justifica el empleo<br />
terapéutico de fármacos antivirales. Se ha descrito<br />
que el tratamiento con interferón alfa puede producir<br />
una mejoría de la vasculitis asociada a la crioglobulinemia,<br />
con reducción de los niveles de crioglobulinas<br />
y mejoría tanto de las lesiones cutáneas como de la<br />
función hepática (35,36). Parece ser que la eficacia terapéutica<br />
del interferón alfa en la crioglobulinemia<br />
mixta asociada con el VHC y está relacionada con su<br />
efecto antivírico (37).<br />
Poliarteritis nudosa<br />
La poliarteritis nudosa (PAN) es una vasculitis necrotizante<br />
multisistémica que afecta a los vasos de mediano<br />
y pequeño calibre, provocando lesiones cutáneas<br />
en el 20-50% de los pacientes; la más frecuente es la<br />
púrpura palpable (38). Otras posibles manifestaciones<br />
cutáneas de la PAN son úlceras en sacabocado, nódulos<br />
ulcerados, necrosis y gangrena digitales, y livedo<br />
reticularis.<br />
La <strong>hepatitis</strong> B es quizás la causa más relevante de<br />
PAN (39). Se ha descrito que un 10-50% de los individuos<br />
que desarrollan PAN son portadores del HBsAg<br />
(40), aunque es posible que se haya sobreestimado dicha<br />
asociación. En series recientes se ha observado<br />
que la prevalencia de infección por VHC puede llegar<br />
a ser de hasta un 20% de los pacientes con PAN, lo<br />
cual induce a pensar que dicho virus también puede<br />
desempeñar un papel etiopatogénico en el desarrollo<br />
de la PAN (41,42).<br />
Otras formas de vasculitis<br />
Aunque la vasculitis nodular se describió inicialmente<br />
en pacientes con tuberculosis (eritema indurado<br />
de Bazin), también puede estar provocada por infecciones<br />
y enfermedades asociadas con inmunocomplejos,<br />
entre ellas las <strong>hepatitis</strong> (43).<br />
Se han descrito casos de urticaria vasculitis en pacientes<br />
con infección por VHC, con buena respuesta a<br />
tratamiento con interferón alfa (44). En ocasiones, las<br />
lesiones de urticaria vasculitis ocurren en el contexto<br />
de una crioglobulinemia (45).<br />
■ Porfiria cutánea tarda<br />
La porfiria cutánea tarda (PCT) se produce por una<br />
disminución de actividad de la enzima uroporfirinógeno<br />
descarboxilasa, la cual participa en la vía biosintética<br />
del grupo hemo. Puede ser hereditaria o adquirida.<br />
El tipo esporádico o adquirido supone la mayoría<br />
de los casos de PCT, con una disminución aproximada<br />
del 50% en la actividad de la uroporfirinógeno decarboxilasa<br />
hepática. En los individuos susceptibles a desarrollar<br />
dicha enfermedad es necesario que intervengan<br />
factores adicionales, principalmente trastornos<br />
hepáticos, para poder precipitar la aparición de la<br />
PCT.<br />
La prevalencia de la infección por VHC es bastante<br />
más elevada en individuos con PCT esporádica que en<br />
la población normal, especialmente en España y otros<br />
países de la Europa meridional, donde hasta un 76-<br />
95% de individuos con PCT han presentado infección<br />
por VHC (4, 46, 47). Esta incidencia tan alta de la infección<br />
por VHC en sujetos con PCT no se ha descrito<br />
en países como Estados Unidos (48) o en el norte de<br />
Europa, donde las cifras son más modestas, aunque<br />
significativas: un 10% en Irlanda (49) y un 18% en<br />
Holanda (50).<br />
En cuanto a la etiopatogenia, parece probable que<br />
la enfermedad hepática relacionada con el VHC pueda<br />
desencadenar PCT en los pacientes genéticamente<br />
predispuestos. Cualquiera que sea la verdadera naturaleza<br />
de la relación entre la PCT y el VHC, en los pacientes<br />
con PCT esporádica se debería investigar la co-<br />
390
<strong>Dermatosis</strong> y <strong>hepatitis</strong><br />
existencia de una infección por VHC. Aunque se ha<br />
sugerido la posible influencia de la infección por VIH<br />
en el desencadenamiento de la PCT (51), es posible<br />
que en muchos casos coexistan la infección por VIH y<br />
VHC, siendo este último el verdadero agente responsable<br />
de la enfermedad.<br />
■ Liquen plano<br />
En los últimos años, se han publicado numerosos<br />
artículos apoyando la relación entre el liquen plano<br />
(LP) y la infección por VHB y VHC, sobre todo en<br />
pacientes con hepatopatía crónica (7,9). En concreto,<br />
la importancia de la asociación entre LP y VHB<br />
fue documentada por el Grupo Italiano para Estudios<br />
Epidemiológicos en Dermatología, el cual, en<br />
un trabajo que incluía a 577 pacientes con LP y<br />
1.008 controles, demostró que los pacientes con positividad<br />
para HBsAg tenían al menos el doble de<br />
riesgo de desarrollar LP, comparados con los pacientes<br />
que no poseían el HBs Ag (52). Una evidencia<br />
adicional a favor de dicha asociación son los casos<br />
anecdóticos que se han publicado sobre pacientes<br />
en los que ha aparecido LP tras la vacunación contra<br />
el VHB (53). En todos los pacientes, la erupción<br />
de LP ha ocurrido unos 30 días después de la segunda<br />
inyección de la vacuna, por lo que la posibilidad<br />
de que se trate de una simple coincidencia parece<br />
poco probable.<br />
Algunos autores han realizado enzimoinmunoanálisis<br />
sobre lesiones cutáneas de liquen plano, con<br />
anticuerpos monoclonales contra el HBsAg, sin obtener<br />
positividad para dicho antígeno. No obstante,<br />
no se puede descartar la posibilidad de una reactividad<br />
cruzada entre el HBsAg y un epítopo similar<br />
expresado por los queratinocitos (53).<br />
La infección por el VHC ha sido investigada<br />
más recientemente. Una gran parte de las publicaciones<br />
que relacionan LP y VHC, proceden de países<br />
del área mediterránea. En una serie de 79 pacientes<br />
con LP, 21 (26%) presentaron anticuerpos<br />
anti-VHC (54). En otra serie, se encontraron anticuerpos<br />
anti-VHC en el 23% de 56 pacientes con<br />
LP (55). No obstante, cuando se comparan diferentes<br />
estudios, se puede comprobar que existen grandes<br />
variaciones en cuanto a la prevalencia del VHC<br />
en los pacientes con LP, la cual oscila entre el 0,1%<br />
y el 38% (9, 56). Se desconoce si estas cifras pueden<br />
reflejar la prevalencia global de la infección<br />
por VHC en la población general. En cualquier caso,<br />
parece que la infección por VHC tiene una asociación<br />
más clara con el LP que la infección por<br />
VHB (57).<br />
Queda todavía por demostrar la verdadera implicación<br />
del VHC en la etiopatogenia del LP. Boyd y<br />
cols. intentaron demostrar mediante tinción con inmunoperoxidasa<br />
la presencia de VHC en 27 biopsias<br />
de lesiones de LP, dos de ellas en pacientes infectados<br />
por dicho virus, obteniendo resultados<br />
negativos (58). Dichos autores concluyeron que las<br />
lesiones cutáneas de LP son probablemente reactivas<br />
a la infección subyacente y no una manifestación<br />
cutánea directa de la infección por VHC. En cualquier<br />
caso, en pacientes con LP, sobre todo cuando<br />
existen lesiones intensas y erosivas en mucosa oral,<br />
es recomendable descartar una infección subyacente<br />
por VHC.<br />
Por motivos desconocidos, el efecto del tratamiento<br />
con interferón alfa en pacientes con LP y <strong>hepatitis</strong><br />
C crónica muestra grandes diferencias de un<br />
enfermo a otro (9), pues puede desde no modificar<br />
la enfermedad hasta mejorarla, desencadenarla o<br />
empeorarla. Por tanto, en pacientes con <strong>hepatitis</strong> C<br />
crónica que son candidatos al tratamiento con interferón<br />
alfa, debería investigarse si existen antecedentes<br />
de LP. Aunque el LP no es una contraindicación<br />
absoluta para la administración de interferón<br />
alfa, debería considerarse como un posible efecto<br />
secundario de este fármaco, por lo que los pacientes<br />
deberían ser adecuadamente informados al respecto.<br />
■ Alteraciones de las glándulas salivales<br />
Aunque sin tantas evidencias como en el caso<br />
del LP, se ha planteado la posibilidad de que exista<br />
relación entre el VHC y el síndrome de Sjögren (SS).<br />
La posible relación entre la infección por el VHC y<br />
el SS se sospechó por una serie de 28 pacientes con<br />
<strong>hepatitis</strong> C crónica, de los cuales un 57% tenían alteraciones<br />
de las glándulas salivales caracterizadas<br />
por una sialoadenitis linfocítica similar a la del SS,<br />
frente a sólo el 5% de 20 controles VHC-negativos<br />
(59). No obstante, diversos trabajos han mostrado<br />
que la prevalencia de marcadores del VHC en pacientes<br />
con SS no parece diferir significativamente de<br />
la observada en la población general (60,61). En una<br />
serie de pacientes con <strong>hepatitis</strong> C crónica en los que<br />
se realizaron biopsias de glándulas salivales, se observó<br />
una prevalencia de capilaritis linfocítica del<br />
49%, caracterizada por una infiltración linfocitaria<br />
perivascular unifocal o multifocal. Aunque algunos<br />
de estos pacientes presentaban lesiones de sialoadenitis<br />
linfocítica que recordaban las alteraciones observadas<br />
en el SS, en ningún caso se demostró afectación<br />
de los túbulos glandulares. En los pacientes<br />
del grupo control no se observaron ninguna de estas<br />
anomalías (62). En posible relación con lo ya comentado,<br />
conviene señalar que la detección ocasional<br />
de ARN del VHC en la saliva plantea la posibilidad<br />
de la transmisión viral a través de este fluido<br />
orgánico, aunque esto nunca ha sido demostrado (9).<br />
391
Vol. 4, Núm. 6. Septiembre 2001<br />
■ Síndrome de Gianotti-Crosti<br />
En 1970 se confirmó, simultáneamente por Gianotti<br />
(63) y por otros autores (64), la relación<br />
existente entre el HBsAg y el síndrome descrito por<br />
el primero en 1955 (65). Dicho síndrome se caracteriza<br />
por adenopatías generalizadas y una erupción<br />
papular simétrica localizada preferentemente en la<br />
cara, nalgas y extremidades de niños. Con frecuencia,<br />
acompañando al exantema, pueden existir síntomas<br />
constitucionales leves, como fiebre y astenia.<br />
Aunque clásicamente se ha asociado el síndrome<br />
de Gianotti-Crosti con la infección por VHB (6),<br />
con el paso de los años se han ido comunicando<br />
asociaciones con otros agentes etiológicos (66,67),<br />
como el virus de la <strong>hepatitis</strong> A (VHA), VHC, virus<br />
de Epstein-Barr (VEB), citomegalovirus (CMV), Coxsackievirus,<br />
etc. Gianotti enfatizó la importancia de<br />
distinguir entre la clásica erupción asociada con el<br />
VHB y las lesiones de similares características pero<br />
distinta etiología. De hecho, dicho autor propuso el<br />
término de síndrome papulovesicular acrolocalizado<br />
para estas últimas, reservando el nombre de síndrome<br />
de Gianotti-Crosti exclusivamente para los<br />
casos asociados a infección por VHB. En un estudio<br />
retrospectivo de 308 casos, Caputo y cols. señalaron<br />
que no existía distinción clínica entre la acrodermatitis<br />
papulosa infantil provocada por el VHB y<br />
la de otras causas, y consideraron que las posibles<br />
diferencias en cuanto a la presentación clínica se<br />
debían a las características individuales de cada paciente<br />
(68). En este estudio se demostró una relación<br />
del síndrome de Gianotti-Crosti con el VHB<br />
sólo en el 22,4% de los enfermos, mientras que un<br />
77,6% se asociaban con otros virus, fundamentalmente<br />
CMV y VEB. Por ello, según Caputo y<br />
cols., el término de síndrome de Gianotti-Crosti<br />
puede ser utilizado para definir todas las dermatosis<br />
eruptivas acrolocalizadas caracterizadas clínicamente<br />
por lesiones papulosas o papulovesiculosas,<br />
independientemente del agente vírico causal, que<br />
suelen seguir un curso benigno y autolimitado en<br />
pocas semanas (68). El examen histopatológico de<br />
las lesiones cutáneas suele mostrar un infiltrado inflamatorio<br />
linfohistiocitario perivascular en dermis<br />
superficial, sin evidencia de vasculitis.<br />
■ Otras dermatosis asociadas a <strong>hepatitis</strong><br />
Existen diversas lesiones cutáneas cuyo estudio<br />
histopatológico demuestra inflamación de los vasos<br />
dérmicos, pero sin llegar a presentar rasgos de vasculitis<br />
en el sentido estricto de la palabra (43). Muchas<br />
de estas dermatosis, que en ocasiones se podrían<br />
confundir con procesos vasculíticos, se han<br />
descrito en asociación con <strong>hepatitis</strong>. Entre ellas podemos<br />
incluir, por una parte, a las vasculopatías inflamatorias<br />
neutrofílicas, como el síndrome de Sweet,<br />
la enfermedad de Behçet, el eritema nodoso (69)<br />
o el pioderma gangrenoso. Por otra parte, se encuentran<br />
las vasculopatías linfocíticas, como el eritema<br />
multiforme (70) o algunos eritemas anulares.<br />
Se ha documentado la asociación entre urticaria<br />
y seroconversión frente al VHC (71), de modo análogo<br />
a lo ya descrito para la <strong>hepatitis</strong> B aguda. Sin<br />
embargo, un estudio prospectivo y controlado realizado<br />
en Francia con 110 pacientes con urticaria<br />
crónica, no llegó a demostrar ninguna asociación<br />
entre dicha patología y la infección por VHC o por<br />
virus de la <strong>hepatitis</strong> G (VHG) (72).<br />
Como precaución general antes de buscar supuestas<br />
relaciones entre diferentes patologías y el<br />
VHC, es conveniente tener en cuenta que la infección<br />
por dicho virus es relativamente frecuente, sobre<br />
todo en nuestro área, de modo que es de esperar<br />
que al menos uno de cada 100 pacientes esté<br />
infectado por VHC (9). En general, se debe buscar<br />
una posible infección por VHC en pacientes que<br />
desarrollan lesiones de vasculitis leucocitoclástica o<br />
PCT y, probablemente, en el caso del liquen plano<br />
erosivo oral.<br />
Bibliografía<br />
1. Febrer Bosch MI, Martínez Escribano<br />
JA, Grau Massanes M. Manifestaciones<br />
cutáneas de los virus hepatotropos.<br />
Med Cut ILA,1995; 23: 133-139.<br />
2. Hughes J, Rustin M. Efecto de las enfermedades<br />
hepáticas sobre la piel. En:<br />
Rodés J, Benhamou JP, Bircher J,<br />
McIntyre N, Rizzetto M eds. Tratado de<br />
Hepatología Clínica, 2ª ed, vol II. Barcelona:<br />
Masson, 2001: 2059-2066.<br />
3. Schissel DJ, Elston DM. Lichen planus<br />
associated with <strong>hepatitis</strong> C. Cutis<br />
1998; 61(2): 90-92.<br />
4. Herrero C, Vicente A, Bruguera M et<br />
al. Is <strong>hepatitis</strong> C virus infection a trigger<br />
of prophyria cutanea tarda Lancet,<br />
1993; 341: 788-789.<br />
5. Pakula AS, Garden JM, Roth SI. Cryoglobulinemia<br />
and cutaneous leukocytoclastic<br />
vasculitis associated with <strong>hepatitis</strong><br />
C virus infection. J Am Acad Dermatol<br />
1993; 28: 850-853.<br />
6. Gianotti F. Papular acrodermatitis of<br />
childhood and other papulo-vesicular<br />
acrolocated syndromes. Br J Dermatol<br />
1979; 100: 49-59.<br />
7. McElgunn P. Dermatologic manifestations<br />
of <strong>hepatitis</strong> B infection. J<br />
392
<strong>Dermatosis</strong> y <strong>hepatitis</strong><br />
Am Acad Dermatol 1983; 8: 539-<br />
548.<br />
8. Carrozzo M, Gandolfo S, Lodi G,<br />
Carbone M, Garzino-demo P, Carbonero<br />
C. Oral lichen planus in patients infected<br />
or noninfected with <strong>hepatitis</strong> C<br />
virus: the role of autoimmunity. J Oral<br />
Pathol Med 1999; 28(1): 16-19.<br />
9. Pawlotsky JM, Dhumeaux D, Bagot<br />
M. Hepatitis C virus in dermatology: a<br />
review. Arch Dermatol 1995; 131:<br />
1185-1193.<br />
10. Sarkany I. The skin-liver connection.<br />
Clin Exp Derm 1988; 13(3): 151-<br />
159.<br />
11. Hruza GJ, Geronemus RG, Dover<br />
JS, Arndt KA. Lasers in Dermatology-<br />
1993. Arch Dermatol 1993; 129: 1026-<br />
1035.<br />
12. Holzberg M, Walker HK. Terry’s<br />
nails: revised definition and new correlations.<br />
Lancet 1984; i: 896-899.<br />
13. Maddrey WC, Van Thiel DH. Liver<br />
transplantation: an overview. Hepatology<br />
1988; 8(4): 948-959.<br />
14. Bergasa NV, Jones EA. The pruritus<br />
of cholestasis. Semin Liver Dis 1993;<br />
13(4): 319-327.<br />
15. Garbutt JT, Kenney TJ. Effect of<br />
cholestyramine on bile acid metabolism<br />
in normal man. J Clin Invest 1972; 51:<br />
2781-2789.<br />
16. Duncan JS, Kennedy HJ, Triger DR.<br />
Treatment of pruritus due to chronic<br />
obstructive liver disease. Br Med J<br />
1984; 289: 22.<br />
17. Cynamon HA, Andres JM, Iafrate<br />
RP. Gastroenterology 1990; 98(4):<br />
1013-1016.<br />
18. Galeazzi R, Lorenzini I, Orlandi F.<br />
Rifampicin-induced elevation of serum<br />
bile acids in man. Dig Dis Sci 1980;<br />
25: 108-112.<br />
19. Bergasa NV, Talbot TL, Alling DW<br />
et al. A controlled trial of naloxone infusions<br />
for the pruritus of chronic cholestasis.<br />
Gastroenterology 1992; 102:<br />
544-549.<br />
20. Thornton JR, Losowsky MS. Opioid<br />
peptides and primary biliary cirrhosis.<br />
BMJ 1988; 297: 1501-1504.<br />
21. Jorizzo JL, Solomon AR, Zanolli<br />
MD, Leshin B. Neutrophilic vascular reactions.<br />
J Am Acad Dermatol 1988; 19:<br />
983-1005.<br />
22. Popp JW, Harrist TJ, Dienstag JL et<br />
al. Cutaneous vasculitis associated with<br />
acute and chronic <strong>hepatitis</strong>. Arch Int<br />
Med 1981; 141: 623-629.<br />
23. Maggiore G, Grifeo S, Marzani MD.<br />
Erythema nodosum and <strong>hepatitis</strong> B virus<br />
(HBV) infection. J Am Acad Dermatol<br />
1983; 9: 602-603.<br />
24. Gupta RC, Kohler PF. Identification<br />
of HBsAg determinants in immune<br />
complexes from <strong>hepatitis</strong> B virus associated<br />
vasculitis. J Immunol 1984; 132:<br />
1223-1228.<br />
25. Davis M, Su D. Cryoglobulinemia:<br />
recent findings in cutaneous and extracutaneous<br />
manifestations. Int J Dermatol<br />
1996; 35: 240-248.<br />
26. Levo Y, Gorevic PD, Kassab HJ,<br />
Zucker-Franklin D, Franklin EC. Association<br />
between <strong>hepatitis</strong> B virus and essential<br />
mixed cryoglobulinemia. N Engl<br />
J Med 1977; 296: 1501-1504.<br />
27. Ilan Y, Hillman M, Oren R y cols.<br />
Vasculitis and cryoglobulinemia associated<br />
with persisting cholestatic <strong>hepatitis</strong><br />
A virus infection. Am J Gastroenterol<br />
1990; 85: 586-587.<br />
28. Wands JR, Dienstag JL, Bhan AK y<br />
cols. Circulating immune complexes<br />
and complement activation in primary<br />
biliary cirrhosis. N Engl J Med 1978;<br />
298: 233-237.<br />
29. Doutre MS. Hepatitis C virus-related<br />
skin diseases. Arch Dermatol 1999;<br />
135: 1401-1403.<br />
30. Cohen SJ, Pittelkow MR, Su D. Cutaneous<br />
manifestations of cryoglobulinemia:<br />
clinical and histopathologic<br />
study of seventy-two patients. J Am<br />
Acad Dermatol 1991; 25: 21-27.<br />
31. Dupin N, Chosidow O, Lunel F et<br />
al. Essential mixed cryoglobulinemia: a<br />
comparative study of dermatologic manifestations<br />
in patients infected or noninfected<br />
with <strong>hepatitis</strong> C virus. Arch<br />
Dermatol 1995; 131: 1124-1127.<br />
32. Gower RG, Sausker WF, Kholer PF<br />
y cols. Small vessel vasculitis caused by<br />
<strong>hepatitis</strong> B virus immune complexes. J<br />
Allergy Clin Immunol 1978; 62: 222-<br />
228.<br />
33. Agnello V, Chung RT, Kaplan LM. A<br />
role for <strong>hepatitis</strong> C virus infection in type<br />
II cryoglobulinemia. N Engl J Med<br />
1992; 327: 1490-1495.<br />
34. Lunel F, Musset L, Cacoub P, et al.<br />
Cryoglobulinemia in chronic liver diseases:<br />
role of <strong>hepatitis</strong> C virus and liver damage.<br />
Gastroenterology 1994; 106: 1291-<br />
1300.<br />
35. Knox TA, Hillyer CD, Kaplan MM,<br />
Berkman EM. Mixed cryoglobulinemia<br />
responsive to interferon alpha. Am J<br />
Med 1991; 91: 554-555.<br />
36. Casato M, Legana B, Antonelli G,<br />
Dianzani F, Bonomo L. Long-term results<br />
of therapy with interferon-alpha for<br />
type II essential mixed cryoglobulinaemia.<br />
Blood 1991; 78: 3142-3147.<br />
37. Misiani R, Bellavita P, Fenili D y<br />
cols. Interferon alpha-2a therapy in cryoglobulinemia<br />
associated with <strong>hepatitis</strong><br />
C virus. N Engl J Med 1994; 330:<br />
751-756.<br />
38. Thomas RH, Black MM. The wide<br />
clinical spectrum of polyarteritis nodosa<br />
with cutaneous involvement. Clin Exp<br />
Derm 1983; 8: 47-59.<br />
39. Sergent JS, Lockshin MD, Christian<br />
CL y cols. Vasculitis with <strong>hepatitis</strong> B antigenemic:<br />
long-term observations in nine<br />
patients. Medicine 1976; 55: 1-18.<br />
40. Baker AL, Kaplan MM, Benz WC,<br />
Sidel JS, Wolff HJ. Gastroenterology<br />
1972; 62: 105-110.<br />
41. Carson CW, Conn DL, Czaja AJ,<br />
Wright TL, Brecher ME. J Rheumatol<br />
1993; 20: 304-309.<br />
42. Cacoub P, Maisonobe T, Thibault V<br />
et al. Systemic vasculitis in patients<br />
with <strong>hepatitis</strong> C. J Rheumatol 2001; 28:<br />
109-118.<br />
43. Jorizzo JL. Classification of vasculitis.<br />
J Invest Dermatol 1993; 100: 106S-<br />
110S.<br />
44. Hamid S, Cruz PD, Lee WM. Urticarial<br />
vasculitis caused by <strong>hepatitis</strong> C<br />
virus infection: response to interferon<br />
alfa therapy. J Am Acad Dermatol 1998;<br />
39: 278-280.<br />
45. Kuniyuki S, Katoh H. Urticarial vasculitis<br />
with papular lesions in a patient<br />
with type C <strong>hepatitis</strong> and cryoglobulinemia.<br />
J Dermatol 1996; 23: 279-283.<br />
46. Fargion S, Piperno A, Cappellini<br />
393
Vol. 4, Núm. 6. Septiembre 2001<br />
MD y cols. Hepatitis C virus and<br />
porphyria cutanea tarda: evidence of a<br />
strong association. Hepatology 1992;<br />
16: 1322-1326.<br />
47. Lacour JP, Bodokh I, Castanet J, Bekri<br />
S, Ortonne JP. Porphyria cutanea tarda<br />
and antibodies to <strong>hepatitis</strong> C virus.<br />
Br J Dermatol 1993; 128: 121-123.<br />
48. Koester G, Feldman J, Bigler C. Hepatitis<br />
C in patients with porphyria cutanea<br />
tarda. J Am Acad Dermatol 1994;<br />
31: 1054.<br />
49. Murphy A, Dooley S, Hillary IB,<br />
Murphy GM. HCV infection in porphyria<br />
cutanea tarda. Lancet 1993; 341:<br />
1534-1535.<br />
50. Siersema PD, Ten Kate FJW, Mulder<br />
PGH, Wilson JHP. Hepatocellular carcinoma<br />
in porphyria cutanea tarda: frequence<br />
and factors related to its ocurrence.<br />
Liver 1992; 12: 56-61.<br />
51. Boisseau AM, Couzigou P, Forestier<br />
JF, Legrain V, Aubertin J, Doutre MS et<br />
al. Porphyria cutanea tarda associated<br />
with human immunodeficiency virus infection.<br />
A study of four cases and review<br />
of the literature. Dermatologica<br />
1991; 182: 155-159.<br />
52. Gruppo Italiano Studi Epidemiologici<br />
in Dermatologia (GISED). Lichen planus<br />
and liver disease: a multicentre case-control<br />
study. BMJ 1990; 300:<br />
227-230.<br />
53. Aubin F, Angonin R, Humbert P, Agache<br />
P. Liquen plano tras vacunación contra<br />
la <strong>hepatitis</strong> B. Arch Dermatol 1994;<br />
130: 1329-1330.<br />
54. Divano MC, Parodi A, Rebora A. Lichen<br />
planus, liver, kidney microsomal<br />
(LKM1) antibodies and <strong>hepatitis</strong> C virus<br />
antibodies. Dermatology 1992; 85: 132-<br />
133.<br />
55. Divano MC, Parodi A, Rebora A.<br />
Anti-GOR antibodies in lichen planus.<br />
Dermatology 1994; 188: 205-206.<br />
56. Crisbier B, Garnier C, Laustriat D,<br />
Heid E. Lichen planus and <strong>hepatitis</strong> C<br />
virus infection: an epidemiologic study.<br />
J Am Acad Dermatol 1994; 31: 1070-<br />
1072.<br />
57. A. Rebora. Virus de la <strong>hepatitis</strong> y liquen<br />
plano. Arch Dermatol 1994; 130:<br />
1328-1329.<br />
58. Boyd AS, Nanney LB, King LE.<br />
Immunoperoxidase evaluation of lichen<br />
planus biopsies for <strong>hepatitis</strong> C<br />
virus. Int J Dermatol 1998; 37(4):<br />
260-262.<br />
59. Haddad J, Dény P, Munz-Gotheil C<br />
y cols. Lymphocytic sialadenitis of Sjögren´s<br />
syndrome associated with chronic<br />
<strong>hepatitis</strong> C virus liver disease. Lancet<br />
1992; 339: 321-323.<br />
60. Aceti A, Taliani G, Sorice M,<br />
Amendolea MA. HCV and Sjögren’s<br />
syndrome. Lancet 1992; 339: 1425-<br />
1426.<br />
61. Vitali C, Sciuto M, Neri R y cols.<br />
Anti-<strong>hepatitis</strong> C virus antibodies in primary<br />
Sjögren’s syndrome: false positive<br />
results are related to hypergammaglobulinemia.<br />
Clin Exp Rheumatol 1992;<br />
10: 103-104.<br />
62. Pawlotsky JM, Ben Yahia M, André<br />
C y cols. Immunological disorders in C<br />
virus chronic active <strong>hepatitis</strong>: a prospective<br />
case-control study. Hepatology<br />
1994; 19: 841-848.<br />
63. Gianotti F. L'acrodermatite papulosa<br />
infantile "malattia". Gazz Sanitaria<br />
1970; 41: 271-274.<br />
64. De Gasperi G, Bardare M, Costantino<br />
D. Au antigen in Crosti-Gianotti<br />
acrodermatitis. Lancet 1970; 1: 1116.<br />
65. Gianotti F. Rilievi di una particolare<br />
casistica tossinfecttiva caratterizzata da<br />
eruzione eritemato-infiltrativa desquamativa<br />
a focolai lenticolari, a sede elettiva<br />
acroesposta. G Ital Derm Sif 1955;<br />
96: 678-697.<br />
66. Taïeb A, Plantin P, Du Pasquier P y<br />
cols. Gianotti-Crosti syndrome: a study<br />
of 26 cases. Br J Dermatol 1986; 115:<br />
49-59.<br />
67. Spear KL, Winkelmann RK. Gianoti-Crosti<br />
syndrome. A review of ten cases<br />
not associated with <strong>hepatitis</strong> B.<br />
Arch Dermatol 1984; 120: 891-896.<br />
68. Caputo R, Gelmeti C, Ermacora E y<br />
cols. Gianotti-Crosti syndrome: a retrospective<br />
analysis of 308 cases. J Am<br />
Acad Dermatol 1992; 26: 207-210.<br />
69. Domingo P, Ris J, Martínez E, Casas<br />
F. Erythema nodosum and <strong>hepatitis</strong> C.<br />
Lancet 1990;336:1377.<br />
70. Antinori S, Esposito R, Aliprandi<br />
CA, Tadini G. Erythema multiforme and<br />
<strong>hepatitis</strong> C. Lancet 1991; 337: 428.<br />
71. Reichel M, Mauro TM. Urticaria and<br />
<strong>hepatitis</strong> C. Lancet 1990; 336: 822-823.<br />
72. Cribier BJ, Santinelli F, Schmitt C,<br />
Stoll-Keller F, Grosshans E. Chronic urticaria<br />
is not significantly associated with<br />
<strong>hepatitis</strong> C or <strong>hepatitis</strong> G infection.<br />
Arch Dermatol 1999; 135: 1335-1339.<br />
Correspondencia:<br />
Jorge Martínez Escribano<br />
Sección de Dermatología<br />
Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca<br />
Ctra. Madrid-Cartagena s/n<br />
30120 El Palmar<br />
Murcia<br />
394