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de los familiares que realizan funciones de apoyo o cuidado de PcD (Shifflett & Blieszner, 1988;<br />

Blum, 1991; Martorell, 2008a; 2008b ).<br />

c) Por último, el estigma público habla de las reacciones de las personas de la com<strong>unidad</strong>, de la sociedad<br />

en general hacia la persona o grupo estigmatizado.<br />

Es importante resaltar que la “pérdida del ser” producida por la estigmatización de la PcD, asociada<br />

a la pérdida de identidad social y a la “muerte social” que genera, puede ser tanto fuente de estigma<br />

como producto del mismo. Es, por ello extraordinariamente importante favorecer que las personas más<br />

próximas a las PcD, sean familiares o profesionales, sepan, puedan y quieran contrarrestar esta estigmatización.<br />

Ello también se puede abordar en positivo, es decir, empoderar a la PcD (Bermejo 2014c) o<br />

fortalecer la condición de persona y la dignidad de la PcD (Goikoetxea, 2006; Bermejo 2014a).<br />

ESTUDIO SOBRE LA CREACIÓN DE UNA UNIDAD DE CALIDAD DE VIDA<br />

20<br />

2.1.4. La necesaria normalización de las PcD<br />

Hablar de normalización 8 de unas personas supone tratar de minimizar el estigma, no discriminar y<br />

ofrecerles oport<strong>unidad</strong>es semejantes a las que a otras personas de sus características (edad, contexto<br />

sociocultural, género, etc.) se les ofrece y permite disfrutar. En el caso de quienes acuden a centros de<br />

atención, supone facilitar que desarrollen en éstos roles de adulto (no de sujeto enfermo), ocupaciones<br />

y relaciones “tan normales como fueran posible”. También, que sus familiares lo consideren deseable y<br />

posible, aunque para ello debamos realizar adaptaciones en el entorno o prestarles apoyo.<br />

La normalización permite contrarrestar la vivencia del estigma y reforzar su condición de persona al dar<br />

importancia a todas sus necesidades y derechos –como cualquier otra persona de su edad–. Esta mirada<br />

normalizadora favorece a la vez una mejor participación e integración de la persona en su entorno<br />

familiar y comunitario. Algunos aspectos concretos que lo favorecen serian:<br />

––<br />

Normalizar su rutina diaria: Poder hacer; levantarse, vestirse, desayunar, la realización de ocupaciones,<br />

tareas y roles habituales, etc. como cualquier otra persona de su edad y grupo social.<br />

––<br />

Normalizar los ritmos y el uso del tiempo: Disponer de las secuencias ocupacionales habituales en su<br />

contexto sociocultural: tiempo de trabajo –o para la realización de tareas de cuidado del entorno y<br />

autocuidado–, momentos para el ocio, el descanso, vacaciones, etc.<br />

––<br />

Normalizar el uso de los espacios: Disponer para utilizar espacios (privados y comunitarios) de igual<br />

modo que pueden hacerlo otras personas de su mismo grupo etario y sociocultural. Permanecer en<br />

su vivienda tanto tiempo como sea posible y disfrutar de sus espacios. Favorecer al máximo la apropiación<br />

y la personalización del espacio en caso de tener que habitar en otro entorno. Poder elegir,<br />

tener opciones de uso de diversos espacios que favorezcan la elección y el control.<br />

––<br />

Normalizar sus relaciones afectivas y sociales: Que sean consideradas sus necesidades psico-afectivas<br />

–como cualquier otra persona–; y por tanto, favorecer que pueda mantener relaciones y rutinas<br />

8) Concepto originario de danés Bank-Mikkelsen, del sueco Bengt Nirje y del canadiense Wolfensberger y que ha desarrollado en<br />

España Jordi Planella (2006) y que en el proyecto hemos transferido a las PcD.

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