19.01.2015 Views

Descargar Texto - Memoria Digital de Lanzarote

Descargar Texto - Memoria Digital de Lanzarote

Descargar Texto - Memoria Digital de Lanzarote

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Quizá como ningún año se ha aglomerado tanta gente en la<br />

fiesta <strong>de</strong> Dolores. Yo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba <strong>de</strong>l morro volcánico que contornea<br />

a la ermita, avizoraba el gentío, las atracciones, los ventorrillos.<br />

Y por mi imaginación se <strong>de</strong>scolgaron los años <strong>de</strong> la niñez<br />

venturosa en la Vegueta «antigua y caciquil» don<strong>de</strong> el día <strong>de</strong> Dolores<br />

pasábamos los chiquillos horas y horas agazapados en el<br />

malecón dormido viendo pasar a los romeros. Y contábamos los<br />

burros, y los camellos, y las mujeres que caminaban carretera<br />

a<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>snudos sus pies, y así pasábamos el día entero <strong>de</strong> la<br />

mañana a la noche, regocijados <strong>de</strong> ver pasar tanta gente camino<br />

<strong>de</strong> Mancha Blanca, hacia la fiesta <strong>de</strong> Dolores don<strong>de</strong> para que la<br />

fiesta fuera completa tenía que contarse con el pleito y la puñalada.<br />

Porque hubo una época en la que el esplendor <strong>de</strong> las fiestas<br />

patronales <strong>de</strong> los pueblos en <strong>Lanzarote</strong> se medía por la sangre<br />

<strong>de</strong>rramada, o sea, por los combates a la piedra o al cuchillo habidos<br />

entre borrachos, que no todos se emborrachaban.<br />

A este respecto me contaba hace días un pariente mío <strong>de</strong> la Vegueta,<br />

apellidado Duque y con un costal <strong>de</strong> años ya endurecido a<br />

la espalda: «Había <strong>de</strong> todo en la fiesta <strong>de</strong> Dolores antiguamente.<br />

Yo me acuerdo que una vez, siendo mozalbete <strong>de</strong> unos dieciséis<br />

o diecisiete año, estaba allí jocundo y Heno <strong>de</strong> alborozo viendo<br />

tanto burro y tanto camello que llegaban <strong>de</strong> todos sitios, cuando<br />

<strong>de</strong> repente mis ojos quedaron clavados en dos jinetes que venían<br />

galopando en sendos caballos espléndidamente enjaezados, brillándoles<br />

las correas <strong>de</strong> hebillas doradas a las bestias y brillándoles<br />

a ellos en el rostro la satisfacción <strong>de</strong> montar tan bravios<br />

animales. Yo, que siempre me ha gustado contemplar a las bestias<br />

caballares cuando son arrogantes, me fui acercando y a una distancia<br />

a<strong>de</strong>cuada me coloqué para no per<strong>de</strong>rme el espectáculo. Y el<br />

espectáculo fue que los dos jinetes <strong>de</strong>scabalgan y en el primer<br />

ventorrillo pi<strong>de</strong>n vino y empiezan a beber y al rato empiezan a<br />

tirar los vasos y a romper botellas y todo lo que había en el ventorrillo.<br />

Yo, jovencito como era, miraba y miraba y no quería<br />

creerlo: que aquellos señores dueños <strong>de</strong> tan hermosos caballos,<br />

que parecían dos caballeros y que sin duda lo eran, se portaran<br />

<strong>de</strong> aquella manera. Y me fui echando para atrás y me coloqué<br />

próximo al ventorrillo <strong>de</strong> una viejita toda arrugada, cercano al<br />

27

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!