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Alberto Pérez Legorburu, Pediatra
“Una cosa es lo que te
cuentan y otra es estar allí”
Alberto Pérez Legorburu,
pediatra del Hospital estuvo
durante mes y medio en una
aldea llamada Hushe, situada
en la llamada área norte de
Pakistán, en la frontera con
China y Cachemira. Aceptó
una propuesta de la Sociedad
Española de Neonatología
para que aportara su visión
como médico.
La población de Hushe tiene unos 750
habitantes con un alto porcentaje de población
infantil y sobreviven fundamentalmente
del porteo (el Karakorum y el Himalaya
son las únicas cordilleras con montañas de
más de 8.000 metros) y en menor medida
de la agricultura y la ganadería, aunque
ninguna de estas dos actividades les generan
los recursos necesarios para autoabastecerse.La
zona está nevada entre ocho y
diez meses al año, aunque los meses de verano
el clima es similar al de Pirineos: agradable
por el día y fresco por la noche si
amanece soleado y desapacible, y frío si el
día sale cubierto.
¿Cuál fue tu primera impresión?
A mí me habían explicado lo que me
iba a encontrar pero una cosa es que te lo
cuenten y otra estar allí. Todo era muy primitivo,
casas de adobe de una o dos habitaciones,
sin luz, sin agua, sin ninguna comodidad.
Yo durante el mes y medio dormí
en una tienda de campaña.
¿Cómo te entendías con los nativos?
Los idiomas oficiales de Pakistán son el
urdu y el inglés pero en esta zona además se
utiliza el balti. Por fortuna el inglés que hablan
es bastante rudimentario y es fácil de
entender y luego también hay una especie
de lengua franca que han dejado las expediciones
que por allí pasan con base en el inglés
y con palabras en italiano o castellano.
¿Cómo fue tu primer contacto con la enfermedad?
Al acabar las formalidades de estancia,
el mismo individuo que me había atendido
y que hacía las veces de policía me trajo a
su hijo, un lactante totalmente deshidratado
que aquí hubiera sido puesto inmediatamente
en cuidados intensivos. Allí me vi
obligado a cogerle una vía intraósea sin
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unas mínimas condiciones higiénicas, en
una choza; me sentía como dentro de una
película. Afortunadamente después de seis
horas el niño sobrevivió y eso me ayudo a
ganármelos porque su experiencia era que
el niño fallecería.
Siendo de culturas tan distintas, ¿cómo
pudiste llegar a ellos hasta el punto de que
quieren que vuelvas?
Primero por el respeto, no intentar
cambiar nada sino ayudar en el día a día
y en lo que me pidieran, tanto atendiendo
niños como adultos. Pero, sobre todo, a
través de un amor común a la montaña,
es un pueblo que vive por y para la montaña,
el 50% de las conversaciones tratan
del monte.
¿Cuál fue tu principal preocupación?
Las vacunaciones. Yo había revisado la
documentación de la O.M.S. y comprobé
que el índice de vacunación en Pakistán
era del 90% aunque en algunas zonas bajaba
al 25%, por supuesto supuse que ésa
era una de esas zonas, sin embargo cuando
preguntaba me decían que allí se vacunaba
a todos los niños, pero yo no veía lugares
adecuados para guardar vacunas. Lo
que se hace son campañas gubernamentales
cada tres meses.
¿Cómo es la alimentación infantil?
En general, la alimentación es monótona
y uniforme pero hambre no se pasa. Sí
se ven carencia, vi poco bocio pero sí que
vi más de media docena de críos con pica,
que es una avidez por sustancias inorgánicas
que, normalmente, indica un déficit de
vitaminas o minerales. La alimentación de
los lactantes era bastante aceptable, la lactancia
materna se prolongaba hasta los seis
meses, si que me chocó que no existiera la
figura del ama de cría, así que la sustitución
se hacía principalmente con leche de vaca.
La alimentación complementaria tenía un
orden de introducción bastante natural y lógico
basado en la capacidad del niño para
comerlo. Primero el arroz que es lo que
más a mano tienen, seguido del trigo y luego
al año o así el huevo; es decir, cereales
sin gluten después con gluten y proteínas.
¿Cómo es la gente de allí?
Se respira cierto aire de resignación, es
decir ellos viven así, es su cultura y están
orgullosos de ella aunque creo que ocultan
cosas al extranjero, buscando dar una imagen
de normalidad. El ritmo que llevan es
completamente distinto al nuestro, las horas
no existen, quedan en días. Aquí, en
nuestra sociedad han cambiado mil cosas
en diez años, allí ha cambiado una en 50.
¿Qué te has traído de vuelta de esta experiencia?
Yo allí estaba encantado y ellos lo sabían
pero lo más importante es el convencimiento
de haber salvado la vida de cuatro
niños que si no hubiera estado allí en ese
momento se habrían muerto, sin hacer nada
que no pudiera hacer otro médico.