Ton Koopman - Festival Internacional de Música y Danza de Granada

inario y ternario, a veces con claro carácter dancístico y combinando elementos
populares españoles con préstamos de piezas de estilo italiano. Esta misma alusión
a lo popular se percibe en la Bergamasca en Sol mayor de Frescobaldi, composición
de registración variada y contrastado juego de imitaciones final que, según sugiere
el título, evoca una danza de cortejo propia de Bérgamo incluida por el compositor
italiano en sus Fiori Musicali de 1635 para que se interpretara durante la Misa. Por
contraste, en la Toccata alla levatione, pieza que sirve de introducción al rito de la
Consagración, Frescobaldi casi se constriñe a las reglas del género religioso, pero
pliega la forma a la expresión de los afectos que se conmemoran, logrando expresar
la mística más auténticamente barroca a través de una escritura cromática casi de
efecto alucinógeno.
La última parte del concierto recoge piezas de Buxtehude y Bach centradas en la devoción
luterana de la Alemania del norte y con una característica común: el limitado uso del
pedalero, que resulta en una sonoridad y estilo muy particular. En el caso del Preludium
manualiter de Buxtehude, obra de juventud en siete partes diferentes (incluyendo tres
fugas), tal particularidad queda plasmada ya en el propio título, mientras que por lo
que toca a la fantasía coral Wie schön leuchtet der Morgenstern [Cómo brilla el lucero de
la mañana] (BuxWV 223), en cinco secciones, solo la última, ciertamente impactante,
requiere del pedalero. Esta pieza destaca por cómo la melodía del himno original se
extiende con diferentes caracteres y colores sonoros, aprovechando las capacidades
técnicas y musicales del órgano. La briosa fuga ‘saltada’ (a la giga) BuxWV174, que
sigue el habitual esquema de exposición, segunda exposición y coda, preferido por
Buxtehude, no introduce el pedal salvo para el rico final, permitiendo así que la pieza
pudiera interpretarse fácilmente en el clave. Finalmente, de los cuatro movimientos
que integran la Pastorale (BWV590) de Bach, escrita en torno a 1710, solo necesita
del pedal el primero, curiosamente, el único que hace recordar el ambiente pastoril y
navideño que define a esta forma musical a través de su melodía en terceras y de los
bordones del pedalier, que evocan a los típicos pifferari pertrechados con gaitas.
Consuelo Pérez Colodrero
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