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BICI
SPORT
Vuelta a Andalucía
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del madrileño alcanzó los 40 segundos;
no obstante, quedó en 19, a los cuales se
sumaban 8 obtenidos en la contrarreloj
del miércoles.
Al día siguiente, en la meta del Alto de
las Allanadas, cada uno realizaba una
lectura muy distinta de lo sucedido en la
víspera. El director italiano Dario Cioni,
sonriente, incapaz de abarcar todos los
trofeos que acababa de ganar su pupilo
Froome, reconocía satisfecho: “Que Chris
fuera capaz de recortar ventaja a Alberto
en la segunda parte de Haza Llanas nos
permitía ser optimistas de cara a hoy”.
Mientras, Contador emitía un juicio de
pesadumbre con rostro de jovialidad:
“Hoy no me he encontrado bien; debería
haber apretado más ayer...”.
Y es que la subida al área recreativa
de las afueras de La Guardia de Jaén,
corta pero mortal por cuanto alternaba
descansillos con rampas imposibles, fue
el escenario de un verdadero golpe de
efecto por parte de los británicos. La
cohorte de gregarios, con Kennaugh y
Mikel Nieve a la cabeza, metió miedo;
Froome, simplemente, asestó un ataque
contundente que su antagonista español
respondió hasta reventar. De ahí en
adelante, el anglokeniano tuvo espacio
para infligir uno a uno los 28 segundos
que necesitaba para adelantar al pinteño,
más uno de propina.
Vestido con el maillot rojo de líder,
prudente y educado como siempre,
Froome evocaba la posibilidad de un
ataque de Contador en la última etapa,
cómoda y acabada en una avenida en
cuesta de Alhaurín de la Torre. “Alberto
nunca se rinde. Con él la carrera no
está acabada hasta que termine”. El
madrileño llegó a aquella meta final
“con intención”, pero no encontró “ni
la dureza ni el espacio” necesarios para
realizar su intentona. Así que tuvo
que conceder a su némesis la victoria,
revancha de la Vuelta a España en la
cual se habían enfrentado seis meses
antes con idéntico arrojo.
El resultado fue, en realidad, un empate
técnico, demasiado apretado para señalar
un ganador moral, demasiado lejos del
pico de forma de ambos competidores
para extraer conclusiones. Ninguno de
los dos sabía cómo estaba exactamente
pese a venir de un buen invierno de
entrenamientos; ambos terminaron
contentos por su rendimiento, que
afirmaron se correspondía con lo
planificado. Tirreno-Adriático acogerá el
siguiente capítulo de esta emocionante y
caballerosa rivalidad.
LA CAÍDA Y LOS ANDALUCES
En ciclismo se habla mucho de “mala
suerte” para referir cúmulos de factores
difíciles de controlar que, sumados,
provocan infortunio. En el primer
sector de la primera etapa de la Vuelta
a Andalucía hubo “mala suerte” por
muchos motivos. El recorrido era corto
y suave, por lo cual todo el mundo
tenía fuerzas para pelear; el premio,
una victoria y el liderato de la general,
ofrecía incentivos para ello. El viento
apareció en escena para añadir tensión
a un pelotón ya de por sí nervioso. Los
errores humanos hicieron el resto.
A 7 km de meta, el primer aviso: los
Giant-Shimano avanzan escoltando
hasta cabeza a John Degenkolb,
sucede un bandazo y casi todos los
representantes del equipo neerlandés se
van al suelo. A 4, Vasil Kiryienka (Sky)
va conduciendo el pelotón y Blel Kadri
(Ag2r) está remontando a su izquierda.
El bielorruso culebrea buscando el
relevo de un coequipier; el francés, con
la cabeza gacha, no lo advierte. Hacen
el afilador. Kadri lleva en su pecado
la penitencia; cae al suelo y se rompe
cuatro costillas. Medio pelotón muerde
el polvo con él. A la meta de Hinojos
llega destacado Pim Ligthart (Lotto), que
aprovecha la confusión para atacar a
contrapié y anotar su segundo triunfo
de la temporada. Poca gente le presta
atención mientras recibe honores en el
podio: todos están mirando a la recta de
llegada, una procesión de escoriaciones,
heridas, ropa quemada y guantes
desintegrados.
En esta Ruta del Sol había tres andaluces;
los tres fueron afectados por la caída.
Luis Ángel Maté (Cofidis) cruzó la meta
con retraso y un agujero en su rodilla
que no le impidió a la postre firmar
una buena general (18º). Javi Moreno
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