revista iCruceros nº13

Seguimos nuestro rumbo pasando al
quinto plato de nuestro almuerzo, esta
vez, unos Gnocci con Salsa de Queso de
Cabra con plateada de res al jugo; acá
vale la pena detenerse un poco porque
la plateada de res es simplemente
espectacular y Cristian nos revela un poco
sus secretos de chef al decirnos que la
clave para obtener fibras de plateada tan
suave es cocinándola a 60° por 6 horas,
un trabajo largo pero que destaca a la
perfección el sabor de la pasta y lo rústico
del queso de cabra; este maravilloso plato
venía maridado con el ícono de la viña, un
Zardoz Cabernet Sauvignon 2012 para
formar una verdadera pareja perfecta.
Hasta acá habíamos probado aperitivos de
autor, dos entradas, una sopa y dos platos
de fondo cada uno con su respectivo
maridaje; me he referido a la experiencia
de aroma, colores y sabores como a
un viaje, viaje que nos tenía extasiados
por la variedad y calidad de cada una
de las escalas sin saber que la estación
final del mismo era una experiencia por
si sola, llegaba la hora del postre pero
no cualquier postre sino uno que era 5
postres en 1, un “sampledessert” que traía
clásicos internacionales y exponentes
de la gastronomía chilena. Sobre un gran
plato venía un clásico Tiramisú con helado
de vainilla, un mousse de arándanos
con salsa de la misma fruta y los clásicos
chilenos como el Mote con Huessillos,
típica preparación chilena que consta de
jugo de duraznos secos con trigo cocido, un
mouse del mismo Mote con Huesillos y un
“pebre” de mote (trigo). Al verlo, la verdad,
es que no se sabe por dónde comenzar y
la decisión se hizo más difícil aún cuando
se nos presenta un Late Harvest para
maridar tan maravillosa muestra de lo
más dulce que tenía el restaurant.
A estas alturas solo nos mirábamos con
Mauricio sin saber que adjetivo darle a lo
que habíamos vivido, revisábamos las fotos
en su cámara y encontrábamos detalles
que solo hacían que la experiencia fuera
simplemente maravillosa; la experiencia
en Viña Indómita no es solo una acerca de
vinos de calidad internacional sino que es
la sumatoria de ellos a la ubicación en los
cerros (indómita como su nombre), a la
vista a la vastedad del Valle de Casablanca,
a la gastronomía de primerísimo nivel, al
mobiliario, a la cava construida en la roca
del cerro y, a lo más importante, al servicio,
uno que impresiona desde que uno pasa
el control de acceso hasta que se despide,
uno donde nombres como Carmen,
Sebastián, Ignacio, Tomás, Cristian y el de
cada uno de los miembros del personal
de Viña Indómita son un ingrediente
más, parte de un todo, individuos pero
inseparables entre sí.