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no dejó de estar a su lado tratando de ayudarle en su desmejorada salud, desde que le llamase<br />
en demanda de su auxilio el 19 de enero.<br />
Finalmente llegó la hora del silencio, la muerte llegó sigilosa y tranquila. Sabedora ella<br />
de no ser bien recibida, cerró los que hasta entonces habían sido iluminadores ojos del poeta<br />
en un sueño apacible y sereno, para que no la viese llegar, y, tomándole cariñosamente de la<br />
mano, como solo se hace con quien se ha convivido toda una vida, le llevó alto, muy alto, para<br />
despertarlo en lo más hermoso del Parnaso: la Gloria del Poeta.<br />
Mientras tanto en la tierra, en la humilde casita de la calle Haza Baja nº 37, en las faldas<br />
de la Alcazaba donde había vivido humildemente el poeta, quedaba su cuerpo inerte, vacío de<br />
la imperecedera alma que lo había ocupado durante tantos años, acompañado del dolor, la<br />
tristeza y el llanto de familiares y amigos que lamentaban la desaparición del hombre bueno y<br />
del escritor que acababa de hacerse inmortal.<br />
Con luto en la ciudad, y la oración a flor de labios, Salvador Rueda fue despedido por el<br />
pueblo de Málaga en multitudinario cortejo hasta el cementerio, acompañado por las lágrimas<br />
de un cielo lloroso, que no quiso esconder su pena al ver cómo el cuerpo del poeta, cuya poesía<br />
no está carente de religiosidad y amor hacia todo lo creado, cantor de Dios en muchos de<br />
sus poemas, como en “Lira Religiosa” “…no tuvo siquiera al recibir la tierra, porque un fanatismo tan<br />
cerril como todos los fanatismos se lo impidió, ni el dejo compasivo de un responso que invocara misericordia, ni<br />
el alegre trinar del pájaro, en que su fantasía, como en un verso más, quisiera perpetuarse.” 4<br />
No es fácil entender un entierro laico para el poeta que” Ecléctico en religiones, el arte, en todas,<br />
me agrada; más prefiero la de Cristo, pues son mi palio sus alas” 5 , y de quien tras su muerte, el arcipreste<br />
de la Catedral afirmó que: “Salvador Rueda era profundamente religioso” y que “era el amigo<br />
4 Baltasar Peña Hinojosa, La Unión Mercantil, 2-4-1933<br />
5 Mi Religión, Lira Religiosa, Salvador Rueda<br />
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