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y el quiosco del embarcadero; se construyó un castillo de cartón piedra, para ocultar de las<br />
miradas la decrepitud y vejez del cuartel de la Parra.<br />
Junto con su séquito, la reina estuvo tres días en Málaga, alojándose en el edificio de la<br />
Aduana, donde fueron hechas costosas reformas, para adaptarlo a tan importante visita, convirtiéndolo<br />
en una especie de palacio real, improvisando un salón del trono con todos sus<br />
elementos ornamentales, como sillas, tocadores, porcelanas, lámparas, cuberterías y cuanto<br />
fue preciso, todo prestado por las adineradas familias burguesas malagueñas, igual que se hizo<br />
dos años antes durante la visita de<br />
O`Donnell. La soberana llegó a<br />
decir que no echaba en falta las<br />
comodidades de su propio palacio.<br />
Durante la visita, fue puesta<br />
por su majestad la primera piedra<br />
del Hospital Civil Provincial,<br />
y abiertos los primeros 30 km,<br />
para el ferrocarril de Málaga a<br />
Córdoba, inaugurándose asimismo<br />
la fuente de la Alameda, en la<br />
que las aguas conducidas desde la<br />
plaza de Riego, estaban distribuidas<br />
en varios juegos. La Constancia,<br />
puso en marcha la máquina<br />
calórica de Erickson, ante los<br />
La Aduana con el balcón central que hubieron de construir a<br />
toda prisa para que la monarca pudiera saludar a sus súbditos.<br />
monarcas, que también visitaron la Industria Malagueña, el Hospital de San Julián, y la escuela<br />
de párvulos.<br />
Máquina calórica de Erikson 1862, visita Isabel II<br />
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