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VELA - Gaceta Náutica

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MAR DE FONDO<br />

GACETA NAUTICA| Octubre de 2010 3<br />

MI MESA DEL BAR CON TINTA AZUL<br />

Listas y listos de espera<br />

JOSÉ NEGRETE<br />

ppnegrete@yahoo.com<br />

Entre los muchos males que aquejan<br />

al Puerto de Ciutadella hay<br />

uno que sorprende por su inalterabilidad<br />

gobierne el partido que<br />

gobierne. Me refiero a la mala gestión<br />

de las listas de espera de los<br />

amarres de base.<br />

Son muchas las personas que<br />

tienen depositadas en las listas de<br />

espera sus esperanzas de conseguir<br />

un amarre y así poder dar salida a<br />

su afición por la mar y por los<br />

deportes náuticos.<br />

Para figurar en ese trozo de<br />

papel que es la lista de espera se<br />

paga una tasa de 92,75 euros, IVA<br />

incluido, lo que a más de uno le<br />

parecerá desorbitado, pero todo<br />

sea por conseguir el ansiado amarre.<br />

Sin embargo en el puerto de<br />

Ciutadella las listas de espera se<br />

encuentran petrificadas desde<br />

hace casi 20 años para desesperación<br />

de muchos .<br />

Nadie en el puerto ha visto<br />

nunca asignar un amarre de<br />

acuerdo con la lista de espera. Lo<br />

único que ha hecho Ports de les<br />

Illes Balears ha sido publicar la<br />

lista en su página web, de manera<br />

que todo el mundo pueda comprobar<br />

por sí mismo que no se<br />

mueve lo más mínimo con el paso<br />

del tiempo.<br />

Sin embargo son muchas las<br />

embarcaciones del puerto que<br />

cambian de manos y así, con un<br />

sobreprecio por el amarre y<br />

poniendo la barca a nombre de<br />

más de una persona, se transmiten<br />

los amarres sin que la administración<br />

trate de ponerle ningún tipo<br />

de freno.<br />

Los vendedores de amarres se<br />

enriquecen traficando con bienes<br />

que nunca les han pertenecido y<br />

los espabilados buscadores de atajos<br />

consiguen en unas horas lo<br />

que muchos llevan lustros esperando<br />

«del recto proceder» de la<br />

administración.<br />

En ocasiones se observa cómo<br />

alguna empresa de alquiler de<br />

embarcaciones consigue amarres<br />

para todo el verano pasando por<br />

delante de las personas físicas, en<br />

contra del espíritu y de la letra del<br />

decreto 61/2001 de 20 de abril,<br />

que regula el procedimiento y el<br />

régimen para las autorizaciones<br />

temporales de amarre para embarcaciones<br />

de recreo.<br />

Otro caso es el de personas que<br />

tienen más de un amarre en diferentes<br />

puertos de la isla. Basta con<br />

poner cada amarre a nombre de<br />

un miembro distinto de la misma<br />

familia o de un testaferro al uso.<br />

Esta práctica viene facilitada por el<br />

hecho de que Ports de les Illes<br />

Balears aún no se ha decidido a<br />

dar cumplimiento al artículo 66 de<br />

la ley 10/2005 de 21 de junio que<br />

obliga a la creación y mantenimiento<br />

de un registro de usuarios<br />

de amarres.<br />

A lo mejor nuestros nietos verán<br />

❙❙ LOS VENDEDORES DE<br />

AMARRES SE HACEN<br />

RICOS TRAFICANDO CON<br />

BIENES QUE NUNCA LES<br />

HAN PERTENECIDO...<br />

❙❙ ...MIENTRAS ALGUNOS<br />

ESPABILADOS LOGRAN<br />

EN UNAS HORAS LO QUE<br />

MUCHOS LLEVAN<br />

LUSTROS ESPERANDO<br />

en vida esta herramienta tan<br />

importante para la lucha contra el<br />

ancestral fraude en los amarres de<br />

los puertos de Baleares.<br />

Por último está el armador avispado<br />

que ha decidido cambiar de<br />

eslora sin recabar el permiso de<br />

Ports y ha crecido de forma desmesurada<br />

por encima de las<br />

dimensiones de su amarre, dificultando<br />

e incluso impidiendo la<br />

maniobra de entrada y salida de<br />

sus vecinos ante la pasividad de la<br />

administración.<br />

Los responsables de Ports de les<br />

Illes Balears conocen perfectamente<br />

esta situación y durante los<br />

últimos años han ido recabando la<br />

documentación necesaria para<br />

reordenar el puerto y eliminar la<br />

gran cantidad de irregularidades<br />

que existen tanto en la titularidad<br />

de las embarcaciones como en la<br />

de los amarres.<br />

Sin embargo, cuando parecía<br />

que se iba a iniciar la reordenación<br />

y que finalmente alguien iba a<br />

coger el toro por los cuernos, el<br />

proceso se ha congelado por la<br />

proximidad de las elecciones y la<br />

posible impopularidad de las<br />

necesarias medidas que deben<br />

tomarse.<br />

Otro año más en que la lista de<br />

espera seguirá cubriéndose de<br />

polvo colgada de la página web de<br />

Ports de les Illes Balears. Otro año<br />

en que los especuladores sin<br />

escrúpulos seguirán comerciando<br />

con el patrimonio de todos delante<br />

de las narices de la administración<br />

sin que ésta haga nada. Otro<br />

año en el que las arcas de esa<br />

misma administración seguirán<br />

inflándose a base de tasas por iniciar<br />

expedientes para engrosar la<br />

lista de espera. Otro año para que<br />

la paciencia de los ciudadanos que<br />

cumplen con la Ley siga poniéndose<br />

a prueba y acercándose peligrosamente<br />

a su límite.<br />

Guisado de delfín<br />

con patatas<br />

JUAN<br />

POYATOS<br />

juanpoyatos@gmail.com<br />

Fue en un viaje a Cuba, allí, en<br />

una aldea pesquera del sur de la<br />

isla, me invitaron a comer<br />

«carne». Nos sentamos en la<br />

mesa, una mesa muy pobre,<br />

pero no triste. La música sonaba<br />

estridente en un viejísimo radiocasete.<br />

Los chiquillos corrían por<br />

todos lados mientras el anfitrión,<br />

un hombre flaco, quemado<br />

por el sol y con unas manos<br />

tan duras como el cemento,<br />

bebía tranquilo un largo vaso de<br />

ron a palo seco. Desde la cocina<br />

se oían risas y griterío.<br />

El tiempo corre lento en el<br />

Caribe, excepto para comer. En<br />

un abrir y cerrar de ojos una olla<br />

grande y humeante estaba sobre<br />

la mesa. Aquello olía realmente<br />

mal. Cosas gelatinosas y marrones<br />

resbalaban por los costados<br />

de la olla mientras la mujer, gordísima<br />

y rosada, daba vueltas<br />

con una negruzca cuchara de<br />

madera aquel guiso pestilente.<br />

Rápido, como si en cualquier<br />

momento se fuera a acabar el<br />

mundo, se sirvió aquello en<br />

unos platos más grasientos que<br />

la sentina de mi barco.<br />

El olor a podredumbre me<br />

erizó en ese momento hasta los<br />

pelos del pecho. Sobre mi plato,<br />

una masa carnosa, temblorosa,<br />

blanquecina y blanda, que<br />

sobresalía de entre algunos trozos<br />

grandes de patatas cocidas,<br />

configuraban un espectáculo<br />

que me dejó más que perplejo.<br />

Aquel pescador me había hablado<br />

tanto de su comida favorita,<br />

que me había convencido a mi<br />

mismo de que sería langosta o<br />

como muy mal tiburón, caimán<br />

o barracuda, pero no. Mi cara<br />

pasó finalmente de un amarillo<br />

pálido a un verde venenoso<br />

cuando la mujer dijo: «Este es el<br />

delfín que pescó mi marido la<br />

semana pasada. Es la única<br />

carne que comemos aquí, una<br />

delicia».<br />

No seguiré con el relato de<br />

aquella comida, es mejor, os lo<br />

aseguro. Sin embargo, os explicaré<br />

que al llegar a Mallorca y<br />

contarlo en casa como una<br />

experiencia brutal, mi madre,<br />

que es de Sóller, puso cara de<br />

poker y me explicó, sin doblegar<br />

un centímetro su rostro,<br />

que cuando era pequeña en el<br />

Port de Sóller ese era un guisado<br />

típico, no por el hambre,<br />

aclaró, sino porque desde siempre<br />

el delfín había sido un alimento<br />

común en la isla. Mi<br />

madre me recordó que la tortuga<br />

marina era uno de los platos<br />

favoritos de su abuelo, mi bisabuelo,<br />

patrón de un barco que<br />

hacía la ruta de Francia.<br />

Todo aquello me dejó aún<br />

más perplejo que ante el guisado<br />

de delfín cubano; luego,<br />

reflexionando, me alegré enormemente<br />

de que la tortuga y el<br />

delfín ya no se pesquen en<br />

Mallorca. Y ahora, justo cuando<br />

iba a poner punto y final a mi<br />

columna marinera, me pregunto<br />

con horror si mis hijos o mis<br />

nietos también se quedarán<br />

más que perplejos cuando les<br />

hable de cómo yo mismo pescaba<br />

atunes rojos con mi barco,<br />

normalmente navegando rumbo<br />

a Cerdeña, y los degustaba<br />

crudos en cubierta, cortados en<br />

tiritas finas, y aderezados sólo<br />

con un poquito de limón y<br />

aceite de oliva.

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