XVIINTRODUCCIÓN— Cuando <strong>de</strong>scubrimos que «generosidad» proce<strong>de</strong> <strong>de</strong>l verbolatino generare (engendrar, generar), se nos hace patente que sergeneroso es crear vida, abrir horizontes, ofrecer posibilida<strong>de</strong>s...— «Diligencia» se <strong>de</strong>riva <strong>de</strong>l verbo latino diligo (amar), asícomo «coraje» proce<strong>de</strong> <strong>de</strong>l sustantivo latino cor (corazón). Cuandoamamos algo, nos mostramos diligentes y ponemos corazón —es<strong>de</strong>cir, coraje— para lograrlo. De modo afín, «ser animoso» significa«poner toda el alma» en algo; anima en latín significa «alma», comobien sabemos.— Mostrar «entusiasmo» equivale a «encontrarse con algoperfecto». En griego, enthousiasmós significa estar absorto en lodivino, entendido como lo perfecto.Las etimologías nos permiten conocer el origen <strong>de</strong>l signi ficado<strong>de</strong> los vocablos, y, aunque éstos matizan su alcance en el transcurso<strong>de</strong> los siglos, suelen conservar el sentido nuclear <strong>de</strong>l principio.3. Los valores y los niveles positivos <strong>de</strong> realidady <strong>de</strong> conductaUn niño llevaba a la espalda a un hermano suyo, más pequeño.Un vecino lo vio y le dijo: «¿Cómo cargas la espalda con semejantepeso?». El niño contestó: «No es un peso, señor; es mi hermano».Resulta obvio que el niño se movía en un nivel <strong>de</strong> realidad y <strong>de</strong>conducta superior al <strong>de</strong>l vecino. Éste pensaba en el número <strong>de</strong>kilos que <strong>de</strong>bía soportar el niño. Al niño le importaba, sobre todo,trasladar a su hermano a don<strong>de</strong> tenía que ir. Ello significaba llevarun peso, pero esto no se reducía a asumir una carga; implicabaayudar a un hermano <strong>de</strong>svalido. El vecino se movía en el nivel 1. Elniño actuaba en el nivel 2.En el nivel 1 tratamos con objetos, o con realida<strong>de</strong>s superioresreducidas a condición <strong>de</strong> objetos. Los objetos los poseemos,dominamos y manejamos para nuestros fines. No tienen po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>iniciativa; sufren el efecto <strong>de</strong> nuestras acciones sobre ellos. Estasacciones son meramente lineales, <strong>de</strong> una sola dirección; van <strong>de</strong>nosotros a ellos, y no revierten. Si llevo a la espalda una tabla quepesa ocho kilos, realizo la acción <strong>de</strong> cargar con ocho kilos. Si meecho a la espalda un hermanito que pesa ocho kilos, le hago unfavor a un ser querido, que me lo agra<strong>de</strong>cerá. También cargo con
INTRODUCCIÓNXVIIese peso, pero esta acción queda integrada en otra que pertenece aun nivel superior.Tengo un fajo <strong>de</strong> papel en mi <strong>de</strong>spacho. Es mío, lo poseo,dispongo <strong>de</strong> él, puedo usarlo o canjearlo o <strong>de</strong>secharlo. Estoy en elnivel 1. Pero alguien escribe en esos papeles un poema. Lo aprendo<strong>de</strong> memoria y lo <strong>de</strong>clamo. Para ello tengo que obe<strong>de</strong>cer al poema:darle el ritmo <strong>de</strong>bido, el volumen <strong>de</strong> voz a<strong>de</strong>cuado, subrayar lasaliteraciones que pueda contener… No puedo disponer <strong>de</strong> él, hacerlo que quiera con él. He perdido mi libertad <strong>de</strong> maniobra, <strong>de</strong> manejoarbitrario. Y justamente al per<strong>de</strong>rla, adquiero un modo <strong>de</strong> libertadsuperior: la libertad creativa, libertad para crear el poema, darlevida, cuerpo sonoro, capacidad <strong>de</strong> comunicarse a los <strong>de</strong>más. Esatransformación <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> maniobra en libertad creativa es<strong>de</strong>bida al hecho <strong>de</strong> que el poema tiene una condición superior alpapel; es una realidad abierta, un «ámbito». El papel no lo puedointeriorizar; el poema sí. El papel siempre me es externo; el poemapuedo convertirlo en un principio interno <strong>de</strong> actuación. El poema,antes <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>rlo y <strong>de</strong>clamarlo, me era algo distinto, distante,externo, extraño, ajeno. Ahora sigue siendo distinto <strong>de</strong> mí, pero<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser distante, externo, extraño, ajeno, y se me volvió íntimo.Esta magnífica transformación es típica <strong>de</strong>l nivel 2. En éste ganamospo<strong>de</strong>r creador, creador <strong>de</strong> obras culturales —un poema, una obramusical, una fórmula matemática…— y, en la cima, creador <strong>de</strong>relaciones <strong>de</strong> encuentro.Para que el encuentro sea una relación estable <strong>de</strong> enriquecimientomutuo, necesitamos asumir los valores y ejercitar las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>modo perseverante. La perseverancia la conseguimos si <strong>de</strong>scubrimosel i<strong>de</strong>al supremo <strong>de</strong> nuestra vida —el i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> la unidad, la bondad,la verdad, la justicia, la belleza— y optamos <strong>de</strong>cididamente por él.Esta opción la hacemos cuando <strong>de</strong>cimos con la mayor firmeza: «Elbien hay que hacerlo siempre, el mal nunca; lo justo siempre, loinjusto nunca…». Cuando cumplimos las condiciones <strong>de</strong>l encuentro<strong>de</strong> esta forma incondicional, nos hallamos en la alta cota <strong>de</strong>l nivel 3.En la vida observamos que nos resulta muy costoso, tal vezimposible, practicar el bien incondicionalmente con quien no estáa la recíproca, y estimamos que para ello es necesario creer quefuimos creados, a su imagen y semejanza, por un Ser infinitamentebueno y justo, que nos otorgó una dignidad que no po<strong>de</strong>mos per<strong>de</strong>raunque nos empeñemos en ello con una conducta <strong>de</strong>sarreglada.En atención a esa dignidad inquebrantable, po<strong>de</strong>mos movernos a