Antes de llegar este mes a <strong>la</strong> Argentina luegode veinticinco años, Bruce arraso Europa conuna gira de 33 fechas. Cronica caliente desde<strong>el</strong> backstage d<strong>el</strong> Jefe Por David Frickerollingstone.com.ar | <strong>Rolling</strong> <strong>Stone</strong> | 41
42Lbruce springsteena hora anunciada para <strong>el</strong> recital de bruce springsteeny <strong>la</strong> E Street Band d<strong>el</strong> 31 de mayo en <strong>el</strong> EstadioEuganeo en Padua, Italia, es 20.30. Pero <strong>la</strong> música empiezamucho más temprano, a <strong>la</strong>s 17.40, cuando Springsteensube solo al escenario con una guitarra acústica yuna armónica colgada al cu<strong>el</strong>lo para sorpresa y d<strong>el</strong>eitede <strong>la</strong>s decenas de miles de fans que ya están ocupando <strong>el</strong>campo y <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>teas. z Durante su reciente gira europea,Springsteen sorprendió a los fi<strong>el</strong>es que llegaron tempranocon sets previos al recital. Fueron 33 fechas en estadios y festivales queculminaron en Ir<strong>la</strong>nda a fines de julio. Esta tarde en Padua, abre con unainterpretación robusta de “The Promised Land”, d<strong>el</strong> disco Darkness on theEdge of Town, de 1978. Pero son los italianos, en su mayor parte adolescentesy veinteañeros, los que <strong>la</strong> terminan y siguen cantando al unísono despuésde que Springsteen <strong>la</strong> da por finalizada. Y también lo hacen en <strong>la</strong> canciónsiguiente, estal<strong>la</strong>ndo en <strong>el</strong> “ooh” d<strong>el</strong> estribillo de “Growin’ Up”, de Greetingsfrom Asbury Park, N. J., su disco debut de 1973. Empieza a cantar y <strong>el</strong> públicolo sigue cada vez que <strong>el</strong> estribillo vu<strong>el</strong>ve a aparecer.“El mundo es tu lenguaje”, observa Springsteenmás tarde en su camarín, una hora antesde que empiece <strong>el</strong> verdadero show. Responde,con un gruñido cálido y pensativo, una preguntasobre <strong>la</strong> edad y <strong>la</strong> distancia: si piensa que <strong>la</strong>shistorias de Nueva Jersey de sus primeras cancionestodavía emocionan a un público que vivióotra época y en otro lugar.“Tomé <strong>el</strong>ementos de mi propia experiencia”,sigue Springsteen, “y los traduje a un lenguajeuniversal. El lugar real de donde viene eso… yosoy de ahí, pero <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong>s cosas <strong>la</strong>s inventé.”Empieza a reír a carcajadas. “Esa idea de queno son de Jersey [hace un gesto refiriéndose a <strong>la</strong>s40 mil personas que lo esperan afuera en <strong>el</strong> estadio]no es muy r<strong>el</strong>evante. Lo que los empuja esuna memoria y una experiencia en común.”Es <strong>la</strong> segunda vez que visita Europa con <strong>la</strong> giraque comenzó en marzo de 2012 en <strong>el</strong> teatro Apollode Nueva York. El año pasado, Springsteeny <strong>la</strong> E Street Band, recientemente ampliada adiecisiete integrantes, hicieron más de treintafechas en estadios y festivales, incluyendo algunasde <strong>la</strong>s más <strong>la</strong>rgas y ac<strong>la</strong>madas de su carrera(<strong>el</strong> show en H<strong>el</strong>sinki fue récord: duró cuatrohoras y seis minutos). Los sets estuvieron dedicadoscasi enteramente a Wrecking Ball, <strong>el</strong> últimodisco de Springsteen, de furiosa actualidad,que vendió más de medio millón de copiasen Estados Unidos y casi <strong>el</strong> doble en <strong>el</strong> exterior,y que se convirtió en disco de oro y p<strong>la</strong>tino enonce países europeos. “Es un logro increíble teneruna banda tan vieja que haga recitales donde <strong>la</strong>mitad de <strong>la</strong>s canciones son de los últimos diezaños, no de los primeros diez”, se jacta <strong>el</strong> guitarristaSteven Van Zandt.“Pensé que iba a prender más en Estados Unidos,dadas <strong>la</strong>s circunstancias”, dice Springsteende Wrecking Ball. “Pero eso pasó más acá”, diceen referencia a <strong>la</strong> crisis financiera europea y a <strong>la</strong>screcientes tasas de desempleo. El 28 de mayo, enHannover, Springsteen tocó “Jack of All Trades”,<strong>la</strong> canción tranqui<strong>la</strong> pero furiosa d<strong>el</strong> disco, porquevio que alguien en <strong>el</strong> público tenía un cart<strong>el</strong>que <strong>la</strong> pedía. “Fue interesante”, dice Max Weinberg,“porque se supone que a Alemania le estáyendo bien. Obviamente a ese tipo no”.Springsteen menciona otro recital recienteen Estocolmo: “El público era muy joven, muchosadolescentes. Me puse a mirar a dos: estabanllenos de tatuajes, piercings, <strong>la</strong> cabeza rapada,y cantaban «Thunder Road». La tienen quehaber escuchado hace poco, cinco o seis años“traduje miexperiencia enun lenguajeuniversal.”nada más”. Hace una pausa, y luego cita a unamigo: “Jackson Browne dijo: «Las buenas cancionespermanecen»”.“Sólo intento seguir componiendo buenascanciones”, dice Springsteen, que tiene 63 años.“Ahora mi material se está uniendo y conformaun mismo todo para mí.”Y lo prueba en Padua, bajo una lluvia torrencial,con un recital de tres horas y veintisietecanciones que cubren toda su carrera, incluyendouna revisión <strong>completa</strong> de Born to Run, suobra maestra de 1975. Hace <strong>la</strong> transición desde“Death to My Hometown”, <strong>el</strong> atrop<strong>el</strong>lo vengativode Wrecking Ball, hasta “Spirit in the Night”,de Greetings..., con un Jake Clemons de 33 años(<strong>el</strong> sobrino d<strong>el</strong> saxofonista C<strong>la</strong>rence Clemons,que falleció en 2011) que se acerca desde <strong>la</strong> secciónde vientos para tocar <strong>la</strong>s líneas icónicas desu tío en su antigua ubicación, a <strong>la</strong> derecha deSpringsteen. “Veo <strong>la</strong> sombra de C<strong>la</strong>rence”, diceRoy Bittan cuando se le pregunta qué es lo queve desde su piano cada vez que Jake aparece al<strong>la</strong>do de Springsteen. “Y veo que tenemos suertede que le haya pasado <strong>la</strong> antorcha.”Diez minutos después de empezado <strong>el</strong> show, <strong>la</strong>lista de temas que está pegada al <strong>la</strong>do de un monitora <strong>la</strong> izquierda d<strong>el</strong> escenario es, según unode los miembros d<strong>el</strong> staff, “un borrador”. “Llegó<strong>el</strong> momento de los cart<strong>el</strong>es”, dice <strong>el</strong> guitarristaNils Lofgren sobre <strong>la</strong>s cartulinas que Springsteenrecibe d<strong>el</strong> público, y que piden “Boom Boom” deJohn Lee Hooker, y <strong>la</strong> marcha hard “Somethingin the Night”, de Darkness.... Pero <strong>la</strong> secuenciamás extraordinaria de <strong>la</strong> noche llega temprano,cuando Springsteen cambia de dirección ypasa de <strong>la</strong> quejosa “Long Walk Home”, d<strong>el</strong> discoMagic, de 2007, y se mete en <strong>la</strong> devoción urgentede “My Love Will Not Let You Down”, una canciónde los 80 <strong>el</strong>iminada de esa caja de rarezasque es Tracks. A medida que <strong>la</strong> canción alcanzaun clímax arrol<strong>la</strong>dor, Springsteen hace un gestocon <strong>el</strong> dedo sobre su cabeza, moviéndolo en círculos,que en <strong>el</strong> lenguaje de señas de <strong>la</strong> bandasignifica “sigan”; se da vu<strong>el</strong>ta para mirar a Zandt,levanta dos dedos, y se apunta al corazón. Sepasan <strong>el</strong> mensaje, y los músicos saltan como sifueran uno solo sobre <strong>la</strong> promesa eufórica de“Two Hearts”, d<strong>el</strong> disco The River, de 1980.Es un bombardeo impulsivo desde una introspecciónmaltrecha que se transforma en unaesperanza desafiante de acordes mayores: unaprueba dinámica d<strong>el</strong> talento de Springsteen paracontar historias, entender <strong>el</strong> humor d<strong>el</strong> público ysus pedidos, y <strong>la</strong> habilidad de su banda para respondery arrancar casi sin previo aviso. “Bruce lesda a estos jóvenes esa oscuridad y esa conexión”,asegura Lofgren. “Después vamos a tocar «Cadil<strong>la</strong>cRanch» y él va a hacer un bailecito tonto,se va a reír de sí mismo. Hay un niño dentro detodos nosotros, pero en él es más obvio.”“El 90 por ciento de <strong>la</strong>s veces no nos haceninguna señal”, dice Van Zandt de Springsteen.“No sabés qué mierda va a pasar. ¿Qué pasa sino tenés <strong>la</strong> guitarra adecuada? ¿A quién le importa?Es una forma muy distinta de ganars<strong>el</strong>a vida.”“Este es un asunto muy personal y requiere demucho respeto”, sostiene Springsteen antes d<strong>el</strong>show. “Estamos tocando para un público que nosva a sobrevivir por muchos años. Cuando seanmás viejos, van a encontrar un verso o un momentoen una canción que les va a ac<strong>la</strong>rar algode lo que eran, de lo que soñaban, de lo que consiguierony de lo que no.”“Están acá porque quieren escuchar sus cancionespreferidas”, reconoce. “Pero en realidadte pagan para estar lo más presente y vivo quepuedas, y por tener una banda que esté lo más