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Algunos aspectos del sexo entre los nahuas - La Hoja Volandera

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LA HOJA VOLANDERARESPONSABLE SERGIO MONTES GARCÍACorreo electrónico sergiomontesgarcia@yahoo.com.mxEn Internet www.lahojavolandera.com.mxALGUNOS ASPECTOS DELSEXO ENTRE LOS NAHUASSalvador Novo1904-1974Salvador Novo López (nació el 30 de julioen la ciudad de México; murió en la misma, el13 de enero) es calificado por muchos como unode <strong>los</strong> escritores más significativos de la literaturamexicana contemporánea. Autor de una obraextensa y versátil formó parte <strong>del</strong> grupo de <strong>los</strong>Contemporáneos y por algunos años fue el Cronistade la ciudad de México. Del último libroque escribió, <strong>La</strong>s locas, el <strong>sexo</strong> y <strong>los</strong> bur<strong>del</strong>es(1972), se tomó el texto que aquí aparece.Aun cuando nuestros ilustres antepasados <strong>los</strong> <strong>nahuas</strong> practicabanla poligamia, el envidiable privilegio de mudar a placer decompañera de petate estaba reservado a las clases dirigentes. Eran<strong>los</strong> “pipiltin” o nobles quienes, a ejemplo <strong>del</strong> Tlatoani, disponíande un surtido conveniente de milpas femeninas en qué depositar lafina semilla de su descendencia. <strong>La</strong> cosecha de selectos guerreros,sacerdotes y candidatos legítimos al trono, resultaba así tan abundantecomo asegurada, a pesar de que alguna que otra señora —comola primera de Acamapichtli, llamada Ilacuéitl o “falda vieja”—fuera estéril.No todos, sin embrago, podían darse ese lujo. Pero para <strong>los</strong>menos afortunados, y para <strong>los</strong> jóvenes solteros que partían a laguerra, estaba inteligentemente prevista la refacción ocasional quesupliría a la esposa única o a la que aún no se hubiera contraído. Alnoble servicio de <strong>los</strong> muchachos y de <strong>los</strong> señores de una sola esposa,se destinaban chicas cuyo nombre dimana de su función: Ahuianime—las alegradoras—, <strong>del</strong> verbo ahuia, alegrar, más el sufijo ni—el que hace la cosa—y el plural me.El benemérito Sahagún rescató de sus enterados informantesindígenas la descripción pormenorizada de esas muchachas, cuyonombre en el castellano a que lo trasladó el Padre, suena a nuestroscastos oídos modernos más violento que el de “alegradora”. En ellibro X de su Historia General de las Cosas de Nueva España, consagrael capítulo XV a hablar “de muchas maneras de malas mujeres”.No pone muchas, en realidad; sólo cuatro: “de las mujeres públicas”,“mujer adúltera”, “de la hermafrodita” y “alcahueta”.En el primero de estos cuatro apartados es donde el venerablePadre transcribe a la sonora palabra castellana de cuatro letras ladulce denominación náhuatl de la “Ahuianime”:“1. <strong>La</strong> puta es mujer pública y tiene lo siguiente: que andavendiendo su cuerpo, comienza desde moza y no lo deja siendovieja, y anda como borracha y perdida, y es mujer galana y pulida,y con esto muy desvergonzada; y a cualquier hombre le da y levende su cuerpo, por ser muy lujuriosa, sucia y sin vergüenza, habladoray muy viciosa en el acto carnal; púlese mucho y es tan curiosaen ataviarse que parece una rosa después de bien compuesta,y para aderezarse muy bien primero se mira en el espejo, báñase,lávase muy bien y refréscase para más agradar; suélese también untarcon ungüento amarillo de la tierra que llaman axin, para tenerbuen rostro y luciente, y a las veces se pone colores y afeites en elrostro, por ser perdida y mundana.“2. Tiene también de costumbre teñir <strong>los</strong> dientes con grana, ysoltar <strong>los</strong> cabel<strong>los</strong> para más hermosura, y a las veces tener la mitadsueltos, y la otra mitad sobre la oreja o sobre el hombro, y trenzarse<strong>los</strong> cabel<strong>los</strong> y venir a poner las puntas sobre la mollera, comocornezue<strong>los</strong>, y después andarse pavoneando, como mala mujer,desvergonzada, disoluta e infame.“3. Tiene también costumbre de sahumarse con algunos sahumeriosolorosos, y andar mascando el tzicli para limpiar <strong>los</strong> dientes,lo cual tiene por gala, y al tiempo de mascar suenan las dentelladascomo castañetas. Es andadora, o andariega, callejera y placera, ándasepaseando, buscando vicios, anda riéndose, nunca para y es decorazón desasosegado.“4. Y por <strong>los</strong> <strong>del</strong>eites en que anda de continuo sigue el caminode las bestias, júntase con unos y con otros; tiene también de costumbrellamar, haciendo señas con la cara, hacer <strong>del</strong> ojo a <strong>los</strong> hombres,hablar guiñando el ojo, llamar con la mano, vuelve el ojo arqueando,andarse riendo para todos, escoger al que mejor le place,y querer que la codicien, engaña a <strong>los</strong> mozos, o mancebos, y quererque le paguen bien, y andar alcahueteando las otras para otros yandar vendiendo otras mujeres”.Si hoy tratáramos de esbozar una imagen comparativa de lasdescendientes contemporáneas de aquellas señoritas, encontraríamosque conservan —pero comparten con las “decentes”—las costumbresde aseo minucioso y llamativo maquillaje de sus antecesoras;que sus peinados son igualmente complejos y ostentosos, asícomo su pavoneo; que el sahumerio oloroso lo practican ahora con“spray”; y que el tzicli que aquellas masticaban y tronaban, no esahora su característica. Desde que nuestros buenos vecinos <strong>los</strong> norteamericanosindustrializaron la goma de mascar (que proviene comotantas otras aportaciones indígenas a la cultura occidental, deMéxico), el chicle que conserva, aunque deformado, su nombre náhuatl,se ofrece endulzado y de sabores a las inclinaciones rumiantesde toda clase de mujeres. Y aun cuando <strong>entre</strong> <strong>los</strong> <strong>nahuas</strong> eramal visto y censurado que <strong>los</strong> hombres lo masticaran, la propagandacomercial <strong>del</strong> producto industrializado ha acabado por extenderEnero 10 de 2002


sin sanción su empleo ocasional o consuetudinario también a <strong>los</strong>hombres, que hoy no son tachados de afeminados por emplearlo,como lo fueron <strong>los</strong> “sométicos” a quienes también nos describe elPadre Sahagún en el apartado 5 <strong>del</strong> capítulo XI <strong>del</strong> libro X que venimosg<strong>los</strong>ando: “El somético paciente es abominable, nefando ydetestable, digno de que hagan burla y se rían las gentes, y el hedory fealdad de su pecado no se puede sufrir, por el asco que da a<strong>los</strong> hombres; en todo se muestra mujeril o afeminado, en el andar oen el hablar, por todo lo cual merece ser quemado”.El somético tenía su equivalencia femenina en la hermafrodita,a quien así describe Sahagún: “<strong>La</strong> mujer que tiene dos <strong>sexo</strong>s, o laque tiene natura de hombre y natura de mujer, la cual se llama hermafrodita,es mujer monstruosa, la cual tiene supinos, y tiene muchasamigas y criadas, y tiene gentil cuerpo como hombre; usa deentrambas naturas; suele ser enemiga de <strong>los</strong> hombres porque usa<strong>del</strong> <strong>sexo</strong> masculino”.Por el mundo <strong>del</strong> <strong>sexo</strong> discurría la mujer que <strong>entre</strong> <strong>los</strong> <strong>nahuas</strong>practicaba el oficio que con ligeras variantes se ha ennoblecido ennuestro tiempo hasta merecer la calificación de ejercicio de las “relacionespúblicas”, y que Fernando de Rojas inmortalizó con su Celestina:era la alcahueta, descrita así:“<strong>La</strong> alcahueta, cuando usa alcahuetería, es como un diablo ytrae forma de él, y es como ojo y oreja <strong>del</strong> diablo, al fin es comomensajera suya. Esta tal mujer suele pervertir el corazón de otras ylas atrae a su voluntad, a lo que ella quiere; muy retórica en cuantohabla, usando de unas palabras sabrosas para engañar, con las cualescomo unas rosas anda convidando a las mujeres, y así trae consus palabras dulces a <strong>los</strong> hombres abobados y embelesados”.Sin que por ello podamos inducir que esta fuera la regla generalde las preferencias de nuestros antepasados, hay varios ejemp<strong>los</strong>ilustres que señalan su inclinación por las gordas. El granHuémac hacía sus pedidos de concubinas con toda precisión; ordenabaque sus funcionarios de relaciones públicas salieran a buscarlasde caderas no inferiores en latitud a cuatro cuartas. Y el rey Moquíhuix,último rey autónomo de Tlatelolco, desdeñaba por flaca asu noble esposa, hermana de Axayácatl, y se solazaba con su colecciónde robustas concubinas que durante su guerra con <strong>los</strong> mexicassoltó desnudas a enfrentarse al ejército azteca cuyo rostro bañabancon chisguetes de sus ubres aquellas amazonas a pie.Pero si ya desde entonces <strong>los</strong> mexicanos las preferían gordas,las señoras <strong>nahuas</strong> sucumbían por su parte a la convocación de <strong>los</strong>atractivos masculinos al descubrir su magnitud por ausencia eventual<strong>del</strong> maxtli o taparrabo. <strong>La</strong> historia de Tohuenyo así lo demuestra.El travieso dios Titlacahuan decidió un día tentar a la hija <strong>del</strong>rey Huémac, que “estaba muy buena” según literalmente lo dice elpoema que trataré de condensar prosificado, con una expresiónque, relativa a la calificación de las mujeres, seguimos empleandoen México.Muchos príncipes habían solicitado la mano de la princesa;“pero a ninguno hacía concesión Huémac, a ninguno le daba su hija”.El travieso dios “se transformó, tomó rostro y figura de Tohuenyo,andando nomás desnudo, colgándole la cosa, se puso avender chile, fue a instalarse en el mercado, <strong>del</strong>ante <strong>del</strong> Palacio”.<strong>La</strong> hija de Huémac miró hacia el mercado y fue viendo al Tohuenyo:“está con la cosa colgando. Tan pronto como lo vio inmediatamentese metió al Palacio. Por esto enfermó entonces la hija deHuémac, se puso en tensión, entró en calentura, como sintiéndosepobre <strong>del</strong> pájaro de Tohuenyo”.Al averiguar la causa de la enfermedad de su hija, el buen padrehizo buscar al Tohuenyo como quien acude a una medicina heroica.En cuanto la princesa cumplió su capricho, se alivió. Casócon el Tohuenyo. Los nobles vieron mal un matrimonio tan disparejo;y el rey, para deshacerse <strong>del</strong> vendedor de chile, lo envió a unaguerra de la que estaba seguro de que no volvería. Sin embargo,como en realidad era un dios, regresó victorioso, fue acatado por lanobleza como un héroe dotado de virtudes adicionales a la directamentecurativa que había ejercido con la princesa, y todos vivieronfelices desde entonces. <strong>La</strong> moraleja de este episodio sigue siendoaplicable y útil en nuestros días. Podríamos resumirla en este aforismo:el que no enseña, no vende. En el Códice Florentino, folio99 r. y v. existe un pequeño poema que nos demuestra la perduración<strong>del</strong> impulso de la libido en las mujeres <strong>nahuas</strong> hasta la edadmás avanzada, y expone con elocuencia poética las razones de estaperduración:”En tiempos <strong>del</strong> señor Nezahualcóyotlfueron apresadas dos ancianasde cabello encanecidoblanco como la nieve,yerto como la fibra seca <strong>del</strong> maguey.Fueron encerradasporque se las aprehendiócuando iban a cometer adulterio:ya que sus respectivos maridoseran también muy viejosiban ellas a tener trato carnalcon unos estudiantil<strong>los</strong>, con unos[jovencil<strong>los</strong>.El señor Nezahualcóyotlles preguntó, les dijo:“Señoras nuestras,¿qué es lo que se oye?¿Qué es lo que me haréis saber?¿Acaso todavíadeseáis las cosas de la carne?¿No estáis ya satisfechas,estando ya como estáis?¿Cómo vivíaiscuando erais aún jóvenes?Decídmelo, declarádmeloque para esto estáis aquí”.Le respondieron:“señor, rey, señor nuestro,recibe, escucha:Vosotros <strong>los</strong> hombres ya viejos,vosotros sentís desgana de la carne,porque os abandonó ya la potencia,os gastasteis todo de prisay ya no os queda nada.Pero nosotras las mujeresno nos cansamos de estoporque hay en nosotrascomo una cueva, un barranco.Sólo esperalo que habréis de echarleporque su oficio es recibir”.¿Y quién se atrevería ahora a negarles razón a estas nuestrasdulces y ardientes abuelitas?Fuente: Salvador Novo, “<strong>Algunos</strong> <strong>aspectos</strong> <strong>del</strong> <strong>sexo</strong> <strong>entre</strong> <strong>los</strong> <strong>nahuas</strong>” en Lecturas mexicanas sobre educación (1ªreimpresión), antología por Sergio Montes García, UNAM-FES Acatlán, México, 2008, pp. 48-53.

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