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Mario Benedet ti: i~ Inventario cómplice - e-BUC

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pugnas ideológicas, en temores por los días aciagos que se avecinaban y que prontotuvimos que vivir.El país (le la cola de pc1jc1 enseñó a mi generación, las virtudes y los riesgos dela crí<strong>ti</strong>ca polémica dedicada a analizar la realidad nacional, estuviéramos o no deacuerdo con el diagnós<strong>ti</strong>co propuesto. Pero fue un libro importante también en otrosen<strong>ti</strong>do. Cambió al mismo <strong>Benedet</strong><strong>ti</strong>. Lo empujó a ver que su talante crí<strong>ti</strong>co estababasado en un juicio moral, no en un juicio polí<strong>ti</strong>co. La toma de conciencia sobre lanecesidad de una formación polí<strong>ti</strong>ca en lo teórico y en lo prác<strong>ti</strong>co lo condujo a revisarsus presupuestos para compleinentarlos, enriquecerlos y redefinirlos.Entre la praxis involuntaria, la más importante y desgarradora fue la del exilio.Argen<strong>ti</strong>na, Perú, Cuba -y más adelante España- fueron des<strong>ti</strong>nos no como en aquelviaje cultural de los modernistas de fiil de siglo, sino como viajes al des<strong>ti</strong>erro, al descubrimientode otras culturas y otros interlocutores. La diáspora uruguaya fue ampliae indiscriminada. Mi generación la sufrió con encierros, des<strong>ti</strong>erros y en<strong>ti</strong>erros. Ycomenzamos a ser los compañeros jóvenes de <strong>Benedet</strong><strong>ti</strong>, porque si en las familias biológicaspadres e hijos sufrieron por igual las consecuencias, en la familia cultural tampocohubo discriminaciones.En las luchas polí<strong>ti</strong>cas inmediatamente anteriores al golpe de estado de 1973,habíamos sido compañeros en el Movimiento 26 de Marzo. <strong>Benedet</strong><strong>ti</strong> era uno de losdirigentes de aquel movimiento que muchos considerábamos la faz legal del movimientoguerrillero Tupamaro, y que en todo caso sí era el movimiento polí<strong>ti</strong>co máscercano a la guerrilla. Recuerdo a <strong>Benedet</strong><strong>ti</strong>, que no era un orador ni tenía ap<strong>ti</strong>tudespara serlo, tomar la tribuna en actos polí<strong>ti</strong>cos de la coalición Frente Amplio a altashoras de la noche húmeda, cas<strong>ti</strong>gado por su asma, en un esfuerzo por llegar al públicocon su mensaje. Claro, como era un intelectual, le costaría mucho la disciplina depar<strong>ti</strong>do -la constricción a su libertad de pensamiento y de palabra- pero eso no losabíamos entonces, como tampoco supimos, sino hasta muchos años después, que<strong>Benedet</strong><strong>ti</strong> había ejercido tareas clandes<strong>ti</strong>nas y riesgosas como la de alojas en su departamentoa Raúl Sendic, el líder tupamaro. Parte de mi generación perteneció a lasavanzadas culturales del 26 de Marzo, otros par<strong>ti</strong>ciparon en movimientos diferentesde la coalición progresista.Y lo mismo sucedió durante los años de la dictadura, que van de 1973 a 1984.Parte de mi generación salió del país, algunos para regresar, otros para no volvernunca, y otra parte de esa misma generación se quedó y vivió el exilio interior.Nosotros comenzamos a ver -a saber- de <strong>Benedet</strong><strong>ti</strong> desde lejos, por ejemplo en sularga estadía en Cuba como director del Centro de Estudios Literarios. Como añosantes lo había sido Ángel Rama, <strong>Benedet</strong><strong>ti</strong> fue el puente de enlace entre Cuba yAmérica La<strong>ti</strong>na, la figura literaria más importante en asumir y llevas adelante el discursode la izquierda, junto con García Márquez, quien en realidad nunca mantuvo,como lo hizo en cambio <strong>Benedet</strong><strong>ti</strong>, una obra periodís<strong>ti</strong>co-polí<strong>ti</strong>ca.Es esta vinculación con la Historia con mayúscula (y eso significó Cuba para sugeneración y pasa la mía), la que impulsó a <strong>Benedet</strong><strong>ti</strong> a superar las limitaciones de unenfoque estrictamente é<strong>ti</strong>co de la historia inmediata. Par<strong>ti</strong>cipó como pocos en losdebates de esas dos décadas, y tanto la experiencia co<strong>ti</strong>diana como las lecturas teóri-

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