a todos y a criticar a sus semejantesy a sí mismos.Cuando ei hijo adoptivo no llegóa ser lo que mujer esperaba de él, eltemor de que la hiciera quedar malante el mundo se convirtió en unaseria amenaza para su imagen, y lotrataba mal.Juntos, estudiamos algunosversículos del Libro de Mormón yllegó a darse cuenta de que, aunquehabía cumplido con los aspectosexternos de la religión, no habíasabido reconocer la impureza de sucorazón. En cierto sentido, eraactiva en la Iglesia, pero inactiva enalgunos aspectos importantes delevangelio.La hermana empezó a darsecuenta de que se había dejadoatrapar por el orgullo del mundo.Una de las manifestaciones mayoresde su orgullo era que había confiadoen su propia fortaleza para resolversus problemas.A medida que veía la situaciónmás claramente, empezó a teneresperanza, una esperanza que no sebasaba en la fe en sí misma y en supropia habilidad para criar al niñoadecuadamente, sino una esperanzabasada en Jesucristo y en Su poderde sanar y redimir. Por medio delarrepentimiento, ella cambió deactitud y de comportamiento, ycomenzó a leer las Escrituras; nosolamente a leerlas, sino a buscar elEspíritu y poner su esperanza yconfianza en el Señor.La hermana es ahora una mujerdiferente. Todavía le falta muchopara llegar a ser perfecta y todavíatiene problemas con el niño, peroahora ve las cosas de maneradistinta a medida que se enfrenta alos problemas. Está trabajandoen compañía del Señor paraencontrarles solución.JOSÉ SMITHAPRENDE HUMILDADJosé Smith aprendió bien larelación que existe entre serhumilde y recibir el Espíritu delSeñor. David Whitmer dijo:"A veces, cuando el hermanoJosé intentaba traducir... se diocuenta de que estaba ciegoespiritualmente y no podía traducir.Nos dijo que cavilaba demasiado enlas cosas del mundo, y varias otrascausas influían en él al punto deque no podía proseguir con latraducción. Cuando se encontrabaen esas condiciones, salía a orar, ycuando se había humillado losuficiente ante el Señor, podíaentonces continuar con latraducción. Ahora nos podemos darcuenta de lo estricto que es nuestroPadre Celestial, y que requiere queel corazón del hombre sea humildey puro ante Sus ojos antes de darlealguna revelación..."Permitidme daros un ejemplopara que podáis comprender: Unamañana, cuando se preparaba paracontinuar la traducción, huboalguna dificultad en la casa y él seenojó por tal motivo. Se trataba dealgo que su esposa, Emma, habíahecho. Oliverio y yo subimos alsegundo piso y José también subió alpoco tiempo, pero no pudo hacernada. No pudo traducir ni una solasílaba. Bajó, se internó en el huertoy suplicó al Señor en oración; estuvoorando cerca de una hora, volvió ala casa, pidió a Emma que loperdonara y después subió a dondeestábamos para continuar latraducción, la cual procedió sinninguna dificultad. No pudo hacernada sino por virtud de la humildady la fe" (Citado por B. H. Roberts, AComprehensive History of the Church,1:130-31).AL IGUAL QUE JOSÉ SMITH,NOSOTROS TAMBIÉNDEBEMOS PAGAR EL PRECIOA menudo queremos ser felices sinantes pagar el precio, es decir, sinantes hacer nuestra parte por obtenerla felicidad. Queremos tener paz ennuestros hogares y disfrutar delEspíritu del Señor en nuestro corazónmientras nos aferramos al orgullo y alos falsos valores del mundo.Sí, es cierto que tenemos que pagarun precio por vivir los principiosdel evangelio, o sea, tenemos quesacrificarnos en muchas formas. Peroese precio es insignificante si locomparamos con el preció de vidasdesperdiciadas y hogares destruidosque tendríamos que pagar por no viviresos principios.Qué mejor consejo amoroso, quémayor consuelo o qué otra doctrinamás llena de esperanza puede haberque la que encontramos en estaspalabras de Moroni:"Sí, venid a Cristo, y perfeccionaosen él, y absteneos de toda impiedad, ysi os abstenéis de toda impiedad, yamáis a Dios con todo vuestro poder,alma y fuerza, entonces su gracia os essuficiente, para que por su graciapodáis ser perfectos en Cristo; y si porla gracia de Dios sois perfectos enCristo, de ningún modo podréis negarel poder de Dios" (Moroni 10:32). DN O V I E M B R E DE 199223bibliotecasud.blogspot.com
El.frijolitode oropor Félix Alberto Martínez DecuirMi esposa y yo deseábamos enseñar a nuestroshijos el principio de que debemos servir anuestros semejantes con sinceridad y sinegoísmo. Así que, una noche, durante la noche de hogar,les anunciamos que íbamos a iniciar un programallamado "elfrijolito de oro".Dimos a cada uno de los niños un recipiente plásticocon tapa y les dijimos que por cada acto de servicio quellevaran a cabo en forma espontánea en beneficio de unmiembro de la familia, sin que nadie les pidiera que lohicieran, les daríamos un frijolito para que lo guardaran ensu recipiente. Les dijimos que durante la próxima nochede hogar contaríamos los frijolitos que cada uno hubieraacumulado. Entonces la persona que hubiera acumuladomás frijolitos recibiría un reconocimiento especial.¡Los resultados fueron increíbles! ¡No nos alcanzabanlas escobas que teníamos en la casa, ya que todos queríanbarrer! Y no vimos un solo juguete fuera de lugardurante toda la semana. ¡Empezamos a preguntarnos silos frijoles que teníamos en la casa iban a alcanzarnos!Durante esa semana, mi esposa se quebró el pie y leenyesaron la pierna entera. El médico dijo que debía hacerreposo absoluto por tres días y mantener la pierna elevada.Esto, por supuesto, dio a los niños muchasoportunidades de brindar servicio. Y a nosotros, lospadres, nos dio la oportunidad de observar cómo losniños estaban llegando a comprender el principio deprestar servicio a los demás.Uno de los días en los que mi esposa tenía que hacerreposo absoluto, quería sentarse en la sala. Ni bien sehabía ella acomodado en el sofá, cuando Betito, nuestrohijo más pequeño, corrió y le alcanzó una silla para queapoyara la pierna. Luego fue a buscar una manta y lapuso sobre la silla, tras lo cual levantó la pierna de miesposa y la colocó sobre la frazada.Acariciándole la cabecita, mi esposa le dijo:—Vé a la cocina y toma dos frijolitos por este belloacto de servicio que acabas de efectuar.Pero, en lugar de ir a la cocina, Betito alzó la vista y ledijo:—Mamá, no quiero frijoles. Lo hice porque te quieromucho. •L I A H O N A24bibliotecasud.blogspot.com