12.07.2015 Views

noviembre - LiahonaSud

noviembre - LiahonaSud

noviembre - LiahonaSud

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

D O BLELpor Shirley G. FinlinsonNo sé cómo permití que la hermana Fonseca meconvenciera, pero antes de que me dieracuenta de lo que estaba pasando, habíaaceptado dar un discurso de cinco minutos acerca de lareverencia en la reunión sacramental. Todos los otrosmuchachos en mi clase de la Primaria me dabanpalmadas en la espalda, diciéndome que les daba gustoque fuera yo el de la suerte y no ellos.—¡Qué gran amigo eres, Alberto! —dijoGuillermo—. Nos salvaste a todos los demás.Sí, pensé, ¿pero quién me salvará a mí?Cuando llegué a casa, le dije a mamá lo que habíapasado.—No sé por qué acepté dar un discurso, ya que nocreo que pueda hablar durante cinco minutos —dije.—Me parece que es una gran oportunidad —dijo ella,sonriendo.Ya sabía que mamá iba a decir algo así; eso es lo quesiempre dicen todas las madres.—Pero son cinco minutos —dije—; es demasiadotiempo para hablar de las distintas formas en quepodemos ser reverentes.Mamá se rió un poco y dijo:—Cinco minutos no es tanto tiempo como crees. Note preocupes; yo te ayudaré. Estoy segura de que entrelos dos podremos pensar en muchas cosas que puedesdecir en cinco minutos.—Eso espero —contesté aliviado. Me dio gusto deque se hubiese ofrecido a ayudarme, y sentí como si ellahubiese levantado el otro extremo de una pesada cargaque yo trataba de levantar por mí mismo.Por motivo de que se trataba de un discurso en lareunión sacramental, y porque papá dice que la reuniónsacramental es probablemente la más importante de todaslas reuniones de la Iglesia, sabía que no podía esperarhasta el sábado por la noche para preparar el discurso. Asíque el lunes, al regresar de la escuela, le pregunté a mamási tendría tiempo esa tarde de preparar algo de mi discurso.Me miró sorprendida y dijo:—Un momento. Nunca dije que iba a preparar tudiscurso, sino que te iba a ayudar a prepararlo.—Pero tú siempre has preparado mis discuros—dije—. Yo creí que te referías a eso cuando dijiste queme ayudarías.—Ya eres mayorcito y no tengo que hacer todo por ti.¿No me dijiste la semana pasada que un jovencito de diezaños debe tener más privilegios que su hermanita de ocho?—Pero ni siquiera sé cómo empezar —protesté casillorando—. ¡Dijiste que me ayudarías!—Y te voy a ayudar —contestó—. Pero existe unadiferencia entre ayudarte a preparar el discurso yprepararlo por ti.Bueno, cuando me di cuenta de que mamá no teníaintenciones de escribir mi discurso como lo había hechoantes, empecé a pedirle sugerencias. Me dijo que loprimero que debíamos hacer era orar. Después, pormedio de preguntas, me ayudó a tener una idea másconcreta de lo que quería decir. A continuación meayudó a poner mis ideas en orden.Aún tenía que sentarme a escribir el discurso yo10bibliotecasud.blogspot.com

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!