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04 - LA ÉTICA DE LA AYUDA AL DESARROLLO

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3 Leonardo Rodríguez Duplá3. El ideal de la fraternidad universalLa Encíclica Caritas in veritate identifica en varias ocasiones el polo último alque ha de tender la ayuda al desarrollo de los pueblos con la incorporación detodos ellos a una gran comunidad internacional que vele por los legítimos interesesde todos los hombres. Con meridiana claridad se dice en este pasaje: “El tema deldesarrollo de los pueblos coincide con el de la inclusión de todas las personas ypueblos en la comunidad única de la familia humana, la cual se forma solidariamentesobre la base de los valores fundamentales de la justicia y la paz” (CV 54).Conviene notar que, en este punto, la doctrina social cristiana se muestracoincidente con las más poderosas tradiciones del pensamiento político moderno.Kant, por ejemplo, estaba persuadido de que el ideal de una paz perpetua entrelas naciones sólo se podía alcanzar y estabilizar mediante la institución de una comunidadde naciones dotada de poder coercitivo. Bien es verdad que a la hora deprecisar la naturaleza concreta de esa comunidad internacional, el gran filósofoprusiano se mostraba indeciso entre las dos opciones que se ofrecían a su espíritu:un Estado mundial único y una federación de Estados independientes. En algunostextos Kant se decanta por la primera posibilidad, que cuenta con la ventaja de sumayor eficacia, pues en un Estado mundial las exigencias del ius gentium no se veríanlimitadas por derechos de soberanía particulares. Pero este modelo tiene elinconveniente de que, si las cosas se tuercen, el Estado mundial se transformaríaen un monstruo poderoso que ahogaría toda libertad. Y que las cosas se tuerzanes una posibilidad con la que, según Kant, hay que contar siempre, habida cuentadel “mal radical” que anida en el corazón del hombre. 6 Por esta razón, el filósofoprusiano, en otros textos, se muestra partidario de una federación de Estados quese sometan a las normas del derecho internacional y creen una fuerza coercitivacapaz de garantizar su cumplimiento.Benedicto XVI aboga por este segundo modelo, al menos provisionalmente.Esto es lo que sugiere la lectura conjunta de los pasajes en los que reivindica elpapel del Estado moderno y aquellos otros en los que proclama la necesidad deuna autoridad internacional dotada de fuerza coercitiva. En efecto, pese a la innegablepérdida de protagonismo de los Estados en el panorama internacional actual,la Encíclica sostiene que existen “razones de sabiduría y de prudencia [que] desaconsejanproclamar precipitadamente el final del Estado. Respecto a la soluciónde la crisis actual se atisba un crecimiento de su papel, ya que recupera muchas desus competencias” (CV 41). Y en otro lugar se sostiene que es del todo indispen-6. Cf. KANT, Inmanuel, La religión dentro de los límites de la mera razón, Madrid, 1969, primera parte.Corintios XIII nº 132

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