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04 - LA ÉTICA DE LA AYUDA AL DESARROLLO

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La ética de la ayuda al desarrollosable “una genuina autoridad política mundial”, la cual “evidentemente ha de tenerla facultad de hacer respetar sus propias decisiones, así como las medidas votadasy adoptadas en los distintos foros internacionales” (CV 67). E incluso se señala la“reforma tanto de la Organización de Naciones Unidas y de la configuración económicay financiera internacional” como paso necesario en el camino hacia la instituciónde esa autoridad mundial, algo que también reclama hoy un seguidor deKant como Habermas. 7No menos interesante es el acuerdo de la encíclica con la filosofía prácticakantiana en lo tocante a las condiciones morales del verdadero progreso de lahumanidad. Antes hemos afirmado que el mero progreso jurídico es sumamenteinestable, pues es compatible con el mayor egoísmo por parte de quienes se beneficiande él. Recuérdese: hasta un pueblo de demonios optaría, según Kant, porla constitución republicana. Que el egoísmo no es una posibilidad abstracta, sinouna realidad tangible, lo afirma la doctrina kantiana del mal radical, que tambiénhemos evocado antes, al considerar los riesgos que entraña un Estado mundial. Portodo ello, en la tercera parte de La religión dentro de los límites de la mera razón,Kant sostiene que el verdadero progreso de la humanidad no puede reducirse alperfeccionamiento de sus relaciones jurídicas, sino que pasa por la constitución deuna “comunidad moral” que incluya potencialmente a todos los hombres. De maneraanáloga, la encíclica sostiene que “la ‘ciudad del hombre’ no sólo se promuevemediante relaciones basadas en derechos y deberes, sino más aún y ante todomediante vínculos caracterizados por la gratuidad, la misericordia y la comunión”(CV 6). Y en otro lugar afirma que el camino hacia la constitución de una comunidadinternacional que fomente eficazmente el desarrollo de los pueblos pasa por“un cambio de mentalidad que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida”(CV 51).¿En qué consiste, más exactamente, este cambio de mentalidad? ¿Cuáles sonlos principios que lo inspiran? En este punto decisivo, la Encíclica Caritas in veritatepropugna ante todo una concepción específicamente cristiana de la justicia, unaconcepción cuyo elemento distintivo es el papel que en ella desempeña el amor.Merece la pena que, para terminar, nos detengamos en este punto.En la acepción común de los términos, el amor comporta gratuidad, mientrasque la justicia es lo exigible a cualquiera. Esto explica que pueda parecer deentrada que la justicia es de suyo independiente del amor: el cumplimiento de losdeberes de justicia sería un requisito previo, un escalón mínimo sin el cual no cabeacceder a los niveles superiores de la entrega desinteresada. Si hemos entendido7. Cf. HABERMAS, Jürgen “Kants Idee des ewigen Friedens –aus dem historischen Abstand von 200Jahren”, en: Die Einbeziehung des Anderen, Frankfurt a. M., 1996, pp. 192-236.5657

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