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04 - LA ÉTICA DE LA AYUDA AL DESARROLLO

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3 Leonardo Rodríguez Duplábien, la Encíclica afirma que esta interpretación contiene un núcleo de verdad, perono toda la verdad. Es cierto que “no puedo ‘regalar’ al otro de lo mío sin haberledado en primer lugar lo que en justicia le corresponde” (CV 6). Pero también escierto que cuando la justicia se entiende exclusivamente en términos jurídicos,corre el peligro de no ser otra cosa que la expresión o reflejo de una relación depoder: la justicia sería el vector resultante de un paralelogramo de fuerzas sociales.Cuando esto ocurre, la delimitación de lo “tuyo” y lo “mío” es en realidad fruto delcálculo, y “la acción social se convierte en un juego de intereses privados y lógicasdel poder” (CV 5). Precisamente para evitar esta degeneración de la justicia, espreciso entenderla desde el principio, no como independiente del amor y previaal amor, sino como la primera y más básica manifestación de éste, como su “medidamínima” (CV 6). La gratuidad no es simplemente algo que se añada desdefuera a la justicia para completar su obra, sino el principio que la inspira desde elprincipio e impide entenderla como fruto de un regateo. Dicho con palabras deBenedicto XVI: “Mientras antes se podía pensar que lo primero es alcanzar la justiciay que la gratuidad viene después como un complemento, hoy es necesariodecir que sin la gratuidad no se puede alcanzar la justicia” (CV 38).La justicia así entendida, como justicia que nace del amor, es el verdaderomotor del desarrollo de los pueblos. Es un error entender la justicia como un merocorrectivo de las secuelas negativas de un proceso económico dejado a su propiadinámica. Si tomamos este camino, sencillamente llegaremos demasiado tarde.Antes bien, la justicia se ha de hacer presente “en todas las fases” de la vida económicay social de los pueblos (cf. CV 37), bajo las figuras de la justicia distributivay la justicia social. Sólo así el marco jurídico que regula la convivencia estará enconsonancia con la dignidad de la persona y se convertirá en un poderoso instrumentode promoción humana, pues “el reparto de los bienes y los recursos delque procede el genuino desarrollo no es garantizado […] por relaciones determinadasmeramente por el cálculo, sino mediante el potencial del amor” (CV 9).Corintios XIII nº 132

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