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Supernaturalia - Alfaguara

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Norma Muñoz Ledodesconfiada. Qué vivía en la selva, además de la faunaconocida, no lo sabíamos.Al día siguiente, salió a relucir el tema. “¿Habránsido los duendes?”, preguntó el mismo biólogo tranquilo,más para sí que para los demás y cuando vio queyo era la única que le devolvía una mirada de curiosidad,añadió: “Dicen que por aquí hay muchos y se llamanchaneques.”Hay momentos en los que uno tiene una certeza,una especie de chispazo, una mínima expresión detiempo en donde uno comprende un fragmento demisterio. Ése fue, para mí, uno de esos instantes. Nosabsorbe la voracidad por conocer y entender lo que nosentregan nuestros cinco sentidos y sin embargo, haymucho más. La Física sostiene que todo lo que existeen el cosmos tiene un contrario. Y sí, estoy convencida:esa Naturaleza cuantificable y medible que constantementees nuestro objeto de estudio, tiene uncontrario —¿o quizás un complemento?— sutil y nosiempre observable a simple vista: algo que excede suspropios términos, tal como los conocemos. Eso se llamasobrenatural.Con un calor muy grande en las mejillas, le preguntéal biólogo si él sabía quién podría darme informaciónsobre los chaneques. Entonces sí frunció lascejas, sorprendido. “¿A poco te interesa eso?” Asentícon expresión seria, él suspiró y contestó: “Ve a buscara Dolores Nava, en una comunidad que se llama Rincónde Capulapa, en Huatusco. Ella sabe de los duendes.”Decidida a entrevistar a Dolores, me despedí delequipo y conseguí un aventón, primero a Zentla y luegoa Huatusco, de ahí logré llegar a la comunidad Rin-10


supernaturaliacón de Capulapa. Ella me narró la experiencia que tuvocon unos chaneques cuando era niña. Después conocía Otilio Cruz. Y así, unas personas me remitieron aotras y fueron surgiendo una gran variedad de seres ylugares a través de relatos testimoniales de personasque, sin deberla ni temerla, tuvieron algún encuentrocon la dimensión sutil. Conforme aumentaba el acervode historias, sentí la necesidad de recontarlas, pues eluniverso sobrenatural de nuestro país –tan rico y heterogéneocomo la biodiversidad conocida por la ciencia–,merece divulgarse. Así fue como surgió <strong>Supernaturalia</strong>.La información que recibí a través de los testigos secomplementó con material bibliográfico obtenido deinvestigadores que me han precedido en la tarea de recopilary escribir este tipo de sucesos. También hay estudiososque han escarbado en documentos antiguos,de esta manera comprobé que muchos de los seres quepululan en el mundo sutil lo hacen desde hace cientos–sino es que miles– de años.Este volumen presenta algunos relatos que permitenasomarse al vasto universo sutil de México. De laedición completa de <strong>Supernaturalia</strong> fueron seleccionadasnarraciones donde duendes, lugares encantados,objetos mágicos, la muerte, los tesoros, seres antropomorfos,zoomorfos, brujas, nahuales y uays irrumpenen la vida cotidiana y rutinaria de personas comunes,trastornando su mundo.Conocer la opinión de los lectores sobre este materialsería muy importante para mí, pues es un temaque parece no tener fin: casi todos hemos escuchadoacerca de una experiencia sobrenatural. Algunos la hemosvivido. Dejo aquí mi correo electrónico para quien11


DuendesPocos temas de conversación resultan tan fascinantescomo las anécdotas de duendes. Basta con quealguien cuente una sola historia donde aparezcan estosseres para que se haga el silencio y todos los oídos permanezcanatentos al narrador que refiere cómo unduende le trastornaba la vida a él, ella o algún familiaro amigo. Y lo más probable es que esto sea el detonadorpara que alguien más refiera otra historia, protagonizadapor un nuevo duende. Llama la atención que, en diferentesculturas alrededor del mundo, se encuentra elmismo registro oral de seres pequeños —su estaturafluctúa entre 1.5 centímetros y un metro veinte de estatura—que no son humanos, pero cuya inteligencia y aspectofísico —a veces bello, a veces grotesco— son muysimilares a los humanos. Sin embargo, su comportamientodeja claro que nada tienen que ver con nosotros:probablemente mucho más antiguos que la razahumana, la esencia de los duendes es la misma esenciade la Naturaleza y su comportamiento se rige por leyesque la inmensa mayoría de las personas desconocemos.13


supernaturalialas enaguas en el suelo (para comprender el tamaño dela vergüenza, hay que decir que esta prenda se llevabadebajo de la falda y se compara con los modernos calzones).Cuando Doña Luisa iba en su carroza, el duendele descalzaba las zapatillas y las arrojaba a la calle.Cuando ella estaba ocupada en su casa con su tejido osus bordados, el duende le arrebataba su labor y la lanzabapor la ventana. No había momento del día en queel duende dejara de acosarla: a mañana, tarde y nochela perseguía y la molestaba de la peor manera. Aun enmisa, le quitaba la mantilla, la rompía y la tiraba alsuelo, igual le rompía su libro de oraciones y sus rosarios.Como si todo lo anterior no hubiese bastado, elduende solía presentársele en su forma visible —queera horrenda— a la pobre Doña Luisa, haciéndola pegarunos alaridos espantosos. La mujer moría en vida yno encontraba ningún remedio para quitarse de encimaal bicho aquel. Rezaba, hacía ayunos y penitencias,se confesaba, iba a misas y novenas, pero estaba claroque nada de eso le afectaba a su duende. Así fue hastael día en que se consagró la iglesia de Santo Domingo.Doña Luisa, devota como era, quiso asistir a misa a larecién consagrada iglesia y apenas puso un pie dentrodel templo, sintió que se libraba de un gran peso. Poralguna razón el duende no entró ahí, aunque en cuantola mujer salió, el nefasto ser siguió molestándola comosiempre. Sin embargo Doña Luisa, al encontrarpor fin un sitio donde estar en paz, volvió muchas vecesa Santo Domingo, donde pasaba largas y tranquilashoras. Así lo hizo durante varias semanas y lo másprobable es que el duende se haya cansado de esperarlaafuera porque un buen día, cuando ella salió, ya no es-15


Norma Muñoz Ledotaba. Ningún erudito ha podido explicar la extrañaaversión que le provocó al duende el templo de SantoDomingo, que por lo demás tenía —y sigue teniendo—las mismas características que otras iglesias.El chanecoLocalización: Veracruz y algunas zonas colindantesde los estados de Tabasco y PueblaAunque el Chaneco no es un duende sino un ser antropomorfo,es necesario describirlo junto con los chaneques,pues, en realidad, estos seres son sus fieles sirvientes.El Chaneco, sin embargo, es mucho más importanteque el simple jefe del grupo de duendes más perjudicialy maligno del país. También conocido como Señorde la Tierra, Señor del Ta’logan, Dueño de los animaleso Viejo que cuida la Tierra, es el más importante de losguardianes de la Naturaleza. Desafortunadamente, ennuestro país casi todo el mundo desconoce su existencia.Al parecer, sólo algunos grupos indígenas —entreellos los nahuas y popolucas que viven en las zonas serranasde los estados de Veracruz y Puebla— lo recuerdany respetan su alto rango. Los popolucas explicanque, después de que Dios terminó la Creación, se diocuenta de que nadie se encargaba de cuidar lo que habíacreado, así que decidió crear al Chaneco convirtiéndoloen vigilante de la tierra, el agua, las plantas y losanimales.16


supernaturaliaEl chaneco y el chamánUn chamán chinanteco que sabiamente no da su nombre—y nos recuerda que nunca hay que dar el verdaderonombre a los extraños—, vecino de la comunidad deLa Carmelita, en Oaxaca, dice que para no hacer enojaral chaneco, además de seguir al pie de la letra sus numerosasreglas, se recomienda no mencionar su nombreal ir por el monte, pues de hacerlo se le atrae e impidetrabajar a quien lo nombró: si se va a pastorear alos animales, los espanta; si se busca leña, toda está húmeday así. Y relata lo que le pasó a él un día de mayo,hace como 12 años. Cuenta que salía todos los días atrabajar su milpa con su morral, donde llevaba pozol,tortillas y chile, y se recargaba en una ceiba para comer,pero varios días le pasó que mientras comía, sentía quealguien lo observaba muy de cerca. Por fin un día suvigilante se presentó ante él y el chamán se sorprendiómucho al ver que se trataba del Chaneco, que en esaocasión estaba muy enojado. El chamán le preguntóqué le pasaba y el Chaneco contestó que hacía mal ennombrarlo y molestarlo en las oraciones que realizabacuando curaba a la gente y le pidió que no lo hicieramás. El chamán le dijo que algún día él necesitaría desu ayuda y no se la daría. El Chaneco desapareció internándoseen la ceiba. Pasaron muchos meses y un día, elchamán se dio cuenta de que el Chaneco lo observabaotra vez desde el mismo árbol, pero no le hablaba. Elchamán también se hacía el disimulado. Por fin, despuésde varios días así, el Chaneco salió de la ceiba y,mirando al chamán a los ojos con una actitud arrogante,le pidió que fuera a su casa y lo ayudara, pues su17


Norma Muñoz Ledomujer no podía dar a luz, estaba sufriendo mucho ysus poderes no eran suficientes para ayudarla. El hombrese hizo del rogar, dijo que él vivía muy lejos, que sufamilia lo estaba esperando y tenía mucho que haceren su milpa. El Chaneco hizo entonces algo muy raroen él: le rogó que fuera a su casa y le ofreció una buenarecompensa. El chamán se sintió muy mal al ver al Señordel Monte suplicando. Además, no podía negarque tenía mucha curiosidad de conocer el Ta’logan y lode la recompensa sonaba bien, así que aceptó. El Chanecodio dos vueltas alrededor del chamán y al final dela segunda vuelta ya estaban en la cueva que era su casa,al fondo de la cual estaba su esposa, gritando de dolor.El chamán puso manos a la obra y comenzó a sobara la Chaneca, quien poco después dio a luz a sietechanequitos, como es costumbre entre ellos. El Chanecoy su esposa se pusieron muy contentos, la mujer luegoluego cargó a sus criaturas por adelante y por atrás,como ellos suelen hacerlo y se puso a amamantarlos.Después llegaron todos los animales de Ta’logan, legionesde chaneques e incluso algunos aluxes y se celebróuna fiesta en la cual el chamán probó carnes de animalesque no conocía, saboreó mieles exquisitas y se llenólos ojos y el estómago con frutas que nunca había visto.Cuando quiso retirarse, el Chaneco, muy agradecido,le dio un abrazo y lo recompensó con mucho oro.También le dijo que se llevara algunos animales y todala comida que pudiera cargar. Cuando el chamán estuvolisto, el Chaneco dio otras dos vueltas a su alrededory de inmediato regresó a su milpa. Entonces se diocuenta de que las cosas no eran iguales a como las habíavisto en el Ta’logan: los cuches no eran tales, sino18


supernaturaliajabalíes; el guajolote allá era faisán acá; la cecina seconvirtió en carne de víbora; las tortillas en hojas debegoña y el oro en carbón. Aunque un poco burlado, elcurandero sonrió por su buena suerte, pues son pocoslos humanos que han estado en el Ta’logan en compañíadel Chaneco… y han vivido para contarlo.Dolores salva a su hermano de los chanequesLocalización: VeracruzDolores Nava, de la comunidad Rincón de Capulapa,municipio de Huatusco, tiene 26 años y es la mayor decinco hermanos. Ella explica que cuando tenía 10 años,sus padres se iban a cortar café y la dejaban al cuidadode la casa y de sus hermanos menores, uno de los cualesera un bebé de ocho meses. Para cuando sus padresllegaban a la hora de comer, la casa debía estar limpia,la comida hecha, la ropa lavada y los hermanos enbuen estado. Un día, mientras lavaba la ropa, oyó queel bebé se reía muy divertido. A Dolores se le hizo muyraro, pues la última vez que había visto a su hermanito,unos minutos antes, estaba dormido en su cuna, asíque fue a verlo y lo encontró sentado, muerto de risa.Dolores le habló y el niño ni siquiera la miró, ella le siguióhablando y por fin su hermano volteó a verla ycomenzó a llorar. Ella lo cargó y el niño lloró con másganas. Entonces lo regresó a su cuna y el bebé comenzóa carcajearse como si le hicieran cosquillas. Dolores loobservó un rato más y el hermanito estaba de lo másdivertido, hasta que por fin volvió a dormirse. Cuandosus papás llegaron a la hora de la comida, su mamá la19


Norma Muñoz Ledoregañó porque no había terminado su trabajo y Doloresle explicó lo que había pasado, pero su mamá no lecreyó. A partir del día siguiente, Dolores se propusohacer su trabajo mientras le echaba un ojo a su hermanito.Así pudo ver que todos los días a las once en punto,seis chaneques entraban por una ventana y se iban ala cuna del bebé, lo despertaban y se ponían a jugar conél, cosa que al niño le encantaba. Dolores no le contó anadie porque sabía que no le creerían, pero unos díasdespués, su mamá no fue a la pizca del café y se quedóen su casa. A las 11 en punto, Dolores le pidió que seescondiera con ella para que observara lo que iba a pasar.Fue así como su mamá pudo ver con sus propiosojos a los seis duendes entrando uno por uno por laventana hacia la cuna del bebé. Su mamá le dijo quefuera inmediatamente con el cura por agua bendita.Minutos después, Dolores regresaba con un frasquito.Su mamá se acercó muy resuelta, cargó al bebé —quecomenzó a llorar— y esparció agua bendita alrededor dela cuna y también sobre el niño. Los chaneques salieroncorriendo y nunca más volvieron a esa casa.Otros, sin embargo, no corren con tanta suerte.Francisca se va con los chanequesLocalización: VeracruzOtilio Cruz, de la comunidad Rancho Naolinco, municipiode Juchique de Ferrer, advierte que en esta zonacafetalera de Veracruz hay muchos duendes y es malaidea dejar que los niños —y sobre todo las niñas— andensolos cerca de los arroyos. Relata que él y su esposa20


supernaturaliaVicenta tenían seis hijos. Un día hace cuatro años, enplena temporada de corte de café, se fue toda la familiaa trabajar y al mediodía regresaron muy contentosporque la cosecha había sido muy buena. Francisca, lamás chica, que tenía ocho años, estaba muy acaloraday dijo que iba al arroyo a bañarse. A media tarde no habíaregresado y Otilio fue con otro de sus hijos a buscarla,pero no la encontraron ni en el arroyo ni en unapoza que se hacía un poco más arriba. Regresaron porel resto de la familia para que todos ayudaran en labúsqueda, a la que se unieron algunos vecinos de la comunidad.Después de un rato, uno de sus hermanos laencontró tirada entre los árboles del monte, desmayada.La llevaron a su casa y le dieron a oler aguardiente,pero Francisca tardó mucho tiempo en despertar.Cuando lo hizo, estaba ida y no reconocía a nadie. Unvecino les dijo que la llevaran rápidamente con un curandero,porque pensaba que le había dado un mal aire.La llevaron y el curandero les dijo que a la niña lahabían maloreado los chaneques y seguramente se habíanrobado su espíritu para jugar con él, así que pidióser llevado al sitio donde la habían encontrado. Al llegarahí hizo muchos rezos y aunque Francisca salió de su letargoy reconoció a su familia, no volvió a ser la misma.Sólo pensaba en ir al monte y aunque sus padres se lohabían prohibido, ella veía cómo irse. Cuando se dabancuenta de su ausencia, sus papás y hermanos iban corriendopor ella al arroyo y siempre la encontraban riéndose,platicando y jugando, pero nadie veía con quién. Aveces también se le veía caminar dándole la mano a alguienmás pequeño que ella. Un año después, una nochede luna llena, salió a escondidas de su casa. Su ma-21


Norma Muñoz Ledomá la vio cuando pasó frente a su ventana y salió trasella, pero Francisca corrió rumbo al arroyo como un venado.Su mamá no pudo alcanzarla y regresó por el restode la familia, pero en esta ocasión, por más que labuscaron, no la encontraron. Y nunca regresó.Leticia y la flor blancaLocalización: VeracruzEn la comunidad Los Costeños, del municipio PlatónSánchez, Veracruz, Rufina San Juan se resiste mucho acontar el caso de su hija Leticia, aunque al final accede.Cuenta que Leticia tenía 9 años cuando comenzó todoel problema. La niña la acompañaba todos los días alrío a lavar la ropa y jugaba a hacer pasteles de lodomientras ella lavaba. Un día, después de una tormenta,el río se desbordó y se llevó unas piedras muy grandesque había en la orilla, con lo cual quedó al descubiertola entrada de una cueva que antes no se veía. Al ver lacueva, Leticia sintió de inmediato mucha curiosidad,pero su mamá le dijo que no se acercara. Desde ese día,cada vez que iba al río, sentía que le jalaban el pelo, aunquenunca veía quién. Su mamá no le dio importanciay siguió llevándola con ella. Pero algo había cambiadoen la niña, ya no quería jugar con el lodo, sentía unatentación incontrolable por entrar en esa cueva y sólose aguantaba por el miedo a un regaño. Hasta que undía se quedó como hipnotizada mirando hacia la cuevay vio que le aventaban desde dentro una flor blanca.Leticia le dijo a su mamá y ambas se acercaron a ver laflor. Asustada, su madre recogió su ropa y se llevó a su22

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