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Memoria libertaria. Usos del calendario militante del anarquismo ...

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Ensayosconmemorativo, se ve complementado con expresionessolidarias concretas, dejando claro que,desde el pensamiento libertario, los trabajadores<strong>del</strong> presente son herederos de una tradición decombate y resistencia que nutría simbólicamentesus luchas cotidianas. Así, en los actos conmemorativos,se percibe el tono flamígero y tremendistade los discursos; en ellos, subyace un ánimo dejusticia, de vengar los actos de represión y autoritarismoejercidos por el Estado en defensa <strong>del</strong> capital.En esta lógica, como un medio para legitimarla violencia revolucionaria, se abunda sobrela barbarie esencial en que se funda el sistemacapitalista; al tiempo que se intenta revertir medianteuna secuencia de imágenes terribles el arquetipoburgués <strong>del</strong> anarquista destructor. 1 Conun rasero antiautoritario se mira hacia el pasadoy hacia el porvenir poniendo énfasis en la repulsade la tiranía monárquica, de la explotación capitalista,de la insuficiencia hipócrita de la democraciarepresentativa, al tiempo que se repudianlas expresiones militaristas y la manipulaciónde las conciencias ejercida por el clericalismo.Este conjunto de expresiones se presentaba en elcontexto de una serie de efemérides simbólicamentesignificativas que, las más de las veces, se conmemorabancolectivamente en centros obreros, en veladasliterarias y mítines. En términos ideales, pormedio de estas prácticas se fortalecía la identidad1A partir de las últimas décadas <strong>del</strong> siglo XIX, y sobretodo a lo largo de los primeros años <strong>del</strong> siglo XX, se registraronnumerosos atentados contra reyes, ministros, presidentesy aristócratas, cometidos por <strong>militante</strong>s <strong>del</strong> <strong>anarquismo</strong>en Europa y América. Como es sabido, esto dio pie a laconstrucción, desde el Estado, de un personaje siniestro enla política internacional: el anarquista. Se le responsabilizó,entonces, de toda amenaza contra el orden establecido; se leimaginaba como un individuo pernicioso en perpetua conspiración;se le representó, gráfica y discursivamente, comoun sujeto afectado por una locura esencial que aguardabaen la sombras con una bomba bajo el gabán. Esta caracterizaciónincidió en la criminalización de toda protesta socialque aspirara al mejoramiento de las condiciones de vida <strong>del</strong>os trabajadores. Al respecto, puede verse: Gustavo La Iglesia,Caracteres <strong>del</strong> <strong>anarquismo</strong> en la actualidad, Barcelona,Gustavo Gili, 1907; Uri Eisenzweig, Ficciones <strong>del</strong> <strong>anarquismo</strong>,México, FCE, 2004; Pablo Ansolabehere, “El hombre sinpatria: historias <strong>del</strong> criminal anarquista”, en Lila Caimari(comp.), La ley de los profanos. Delito, justicia y cultura enBuenos Aires (1870-1940), Buenos Aires, FCE, 2007.social de los trabajadores; éstos se reunían a conmemoraro a festejar, al tiempo que manifestabanel funcionamiento de una moral y una sensibilidadcolectivas —por medio de la música, la lírica, losdiscursos— definidas políticamente.La sensibilidad política puesta en juego enestos rituales identitarios articuló, en última instancia,un imaginario alternativo al postuladopor el Estado y por la Iglesia. En esa medida, lapráctica de celebraciones cívicas dio forma a un<strong>calendario</strong> autónomo, en resistencia al imaginariopolítico oficial, inscribiéndose en un combatesimbólico donde se ponían en juego definiciones<strong>del</strong> trabajo, la moral pública, la solidaridad, lasociedad, el capital, la historia y el gobierno; definicionesen las que subyacía la minuciosa construcciónde una identidad colectiva específica queconstituye un elemento toral en la conformacióny fundamentación de la oposición política.Todo ello constituyó un creciente y efectivoconglomerado de imágenes, símbolos e historiasde héroes revolucionarios que configuraron uncomplejo imaginario de fuerte empuje popular yde larga duración. Pere Gabriel sostiene que estosimaginarios se situaban en el terreno de la retórica,pero que justamente de eso se trataba: el discurso<strong>militante</strong>, fuera <strong>del</strong> terreno más doctrinal yteórico, era un discurso de insurrección, de héroescombatientes en la barricada, de levantamientode partidas. Como en cualquier movimiento socialmentesignificativo, la historia propia y, mástodavía, la lectura particular de la historia, eranejercicios fundamentales. La historia que se pretendíacodificar y admirar era “la historia de lospueblos hacia su liberación, la historia de las rebelionescontra los poderes establecidos y la reacciónen nombre de un progreso laico, frecuentementelibrepensador, contra el clericalismo y el oscurantismo,una historia de progreso inevitable de lasideas y los avances científicos, que podía compartirtodo el abanico de las izquierdas <strong>del</strong> momento[...] y que siempre implicaban la movilización y ellevantamiento, la insurrección”. 22Véase Pere Gabriel Sirvent, “Sobre la cultura políticapopular i obrera a Catalunya al segle XIX. Algunes consideracions”,en Revista Cercles d’Historia Cultural, núm. 8,Gener 2005, Universitat de Barcelona, pp. 37-38.10602 Historias 75_Ensayos.indd 106 17/08/2010 12:54:50 a.m.

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