Edge Magazine

14
TURISMO
Moyahua, Zacatecas, pueblo de
burritas y tastuanes. Consolidado
tiene 500 años, pero se
tiene fe de que son muchos más; Estrada
y Reynoso son los apellidos que
caracterizan a la genealogía de los
fundadores, que a la fecha han dejado
huella en ámbitos diversos, desde el
político hasta el artístico.
Rodeado de cerros, Moyahua luce escueto
11 meses del año, sólo movilizado
por ancianos, en su mayoría, y
unos pocos de sus descendientes. No
es pueblo mágico ni un lugar precisamente
turístico, y no se puede culpar
a los viajeros de que no lo visiten:
hace tiempo que comenzó a perder
su aire rústico para convertirse en el
producto de las remesas de tantos hijos
que se han ido a Estados Unidos,
alcanzando tal éxito económico que
pudieron construir casonas modernas
en su pueblo natal; hoy Moyahua es
un pueblo con alma ostentosa.
No hay nada de malo en que un pueblo
sea “rico”, lo negativo es que se
pierda lo clásico del lugar, es precisamente
eso lo que ha venido sucediendo
con este sitio. Casas de adobe quedan
pocas, y algunas han sufrido ya la
barbarie de ser pintadas con propaganda
política o de alguna presentación
musical casi siempre del género
MOYAHUA
el Pueblo Casi Olvidado
de banda, otras más lucen deterioradas, abandonadas a su
suerte, algunas incluso llenas de basura, guardando, todavía
con algunos muebles dentro, miles de historias dentro
de sí que nunca se contarán.
A Moyahua le falta vida, y le falta gente que ahí quiera vivirla,
no sólo vacacionistas que acudan anualmente para
embriagarse durante las fiestas patronales celebradas en
julio, único mes en que sus calles lucen abarrotadas de
gente que acude para celebrar a Santo Santiago Apóstol.
La fiesta es, por mucho, una de las pocas grandes tradiciones
que quedan del pueblo; durante todo el mes la celebración
comienza a encenderse con procesiones religiosas,
fuegos artificiales y comerciantes, y es el día 25 que
llega a su clímax: cientos de personas se reúnen siguiendo
la tarima de madera que transporta la figura del Apóstol
vestido con traje color sangre, espada en mano, sombrero
y cabello rubio, montado en un blanco corcel; la tambora
camina también tras él sonando la melodía característica
dedicada al Santo, al unísono de los cánticos de la gente.
A modo de manda, decenas de hombres y niños se visten
con botas vaqueras, chaparreras de cuero y algunas
toallas y mantas delgadas cubriendo la cabeza y hombros,
además de una máscara unicolor con bigotes y una peluca
alta: se convierten en los burlones tastuanes que bailan
y corretean alrededor de la figura religiosa. Dentro de la
iglesia de estilo colonial se celebra la Santa Misa ofrecida
al Patrono, y es con música de banda en vivo que culmina
el ritual, dando pie a la que suele categorizarse como la
mejor parte de la celebración, cuando los visitantes abarrotan
La Estrellita Marinera, El América, y otros bares populares
ubicados en el perímetro de la plaza, mientras los
niños se divierten en los juegos mecánicos. La energía de
estos días es inigualable, pero desgraciadamente significa
sólo una pequeña parte de
la Moyahua antigua, pues
en los días siguientes el
pueblo paulatinamente
vuelve a lucir solitario.
A Moyahua le quieren por
lo que fue, por el Río Juchipila
que actualmente
en las secas se agota y en
las aguas difícilmente logra
seguir su cauce, donde
no hace tantas décadas las
señoras acudían a lavar su
ropa con hierba Dominguilla
mientras los niños
se daban un chapuzón
con el pretexto de las altas
temperaturas de verano, y
donde los arrieros arrimaban
al ganado a beber.
Le quieren por su plaza
de cuatro entradas y por
los domingos en la noche,
cuando los muchachos
caminaban alrededor del
kiosko en dirección contraria
a las jovencitas que,
arregladas con sus mejores
vestidos, daban también la vuelta esperanzadas en encontrar
un amor. Hoy son contados los jóvenes que viven en
el pueblo, y de las rondas alrededor del kiosko, ni hablar.
Le quieren por su gastronomía y sus tradicionales e inigualables
burritas, que no dejan de ser un símbolo del pueblo,
y parada segura para los viajeros que por la carretera
Guadalajara-Juchipila transitan.
A Moyahua le quieren por su fantasma, por su cascarón,
pero casi nadie aprecia la historia que carga consigo; sólo
unos pocos pueden darse cuenta de lo cerca que podría
estar este pueblo de restablecerse, de vibrar otra vez como
en sus tiempos mozos y dejar de ser simple propiedad de
la dinastía Estrada Reynoso, para convertirse en el pueblo
que renació de las cenizas.
Toma nota de estos 5 lugares básicos del Centro Histórico
para visitar “Guanatos” como todo un experto.
»»
Catedral de Guadalajara también conocida como la Catedral
Basílica de la Asunción de María Santísima y es el corazón
del Centro Histórico, tiene una combinación de estilos gótica,
barroca, morisca y neoclásica. En su interior encontrarás
el estilo gótico.
»»
Hospicio Cultural Cabañas, que es Patrimonio de la Humanidad.
»»
Rotonda de los Jaliscienses Ilustres
»»
Teatro Degollado, el recinto es sede de la Orquesta Filarmónica
de Jalisco y de espectáculos relacionados con el teatro,
ópera, danza y festivales.
»»
Palacio del Gobierno de Jalisco.
EDGE MAGAZINE
15