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Caitlyn Jenner<br />
icono para la igualdad LGBT<br />
El matrimonio igualitario ha significado un verdadero asunto de tabú y disputa<br />
entre la sociedad desde tiempos remotos, y en las últimas semanas esto ha<br />
venido acrecentándose. De un lado de la balanza se encuentran aquellos, no<br />
necesariamente miembros de la comunidad LGBT, que defienden los matrimonios<br />
entre personas del mismo sexo; del otro se encuentran quienes se oponen,<br />
con argumentos casi siempre conservadores, a que esto pueda llegar a ser legal<br />
más allá de unos pocos estados en el país. Esta constante lucha parece no tener fin,<br />
a pesar de que alrededor del mundo ya existen varios países que lo aprueban, entre<br />
ellos el reciente caso de EE.UU. tan solo semanas después de que Bruce Jenner,<br />
ahora Caitlyn Jenner, diera a conocer su nueva imagen femenina. Es precisamente<br />
eso lo que desmotiva a ambos lados de la balanza: quienes están a favor desean<br />
una resolución ejemplar; quienes se oponen no pueden concebir la idea de que,<br />
posiblemente debido a este ejemplo, la legalidad también nos alcance.<br />
Más aún, si no es comprensible la homosexualidad<br />
para los que no se encuentran<br />
de acuerdo, ¿cuánto peso tendrá<br />
sobre ellos un transgénero que anteriormente<br />
estuvo casado y tuvo hijos?<br />
Colapsarían ante la idea de la igualdad.<br />
Y hablando de igualdad, ¿la sociedad<br />
está preparada para ello? No solamente<br />
se trataría de aprobar prácticas como el<br />
matrimonio gay, sino también de proteger<br />
a quienes a este derecho acudan<br />
con todo lo que conllevaría; para ejemplificar,<br />
en el DF no hace tanto tiempo<br />
surgió el caso de una pareja de lesbianas<br />
que, ya casadas, sufrían violencia<br />
por parte de sus vecinos por esas retrógradas<br />
razones, y aun cuando en más de<br />
una ocasión habían tratado de hacer valer<br />
sus derechos, ya no como miembros<br />
de la comunidad gay, sino como seres<br />
humanos, nunca vieron un resultado<br />
pleno en el que pudieran asegurarles<br />
que estarían a salvo. A veces no se trata<br />
de que una pareja de homosexuales<br />
contraiga matrimonio, sino de que dicha<br />
ley no ampare a los contrayentes<br />
más allá de “permitir” esta ceremonia: vil<br />
lavatorio de manos. Y es que, desgraciadamente<br />
nuestro país y muchos otros<br />
no quieren acatar todas las responsabilidades<br />
ni en este ni en otros asuntos;<br />
ni para enmendar los posibles ataques<br />
que ocurran en la marcha, ni para educar<br />
de raíz a una sociedad que todavía<br />
cree que la homosexualidad se puede<br />
curar.<br />
EDGE MAGAZINE<br />
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