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Paraísos del Saber

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“Cuando fui decano de la facultad de Derecho de la Universidadde Lima, Pérez de Cuéllar me regaló una fotografía con Man<strong>del</strong>a,en la que firma: ‘Para mi dilecto amigo Augusto Ferrero Costa, coninvariable afecto’. Entonces yo dije ‘Ah no, yo necesito la firma deMan<strong>del</strong>a también’. Así que lo llamé por teléfono, le mandé la fotoy me la devolvió firmada”, cuenta entre risas.Ferrero Costa es un apasionado lector de Historia, de libros deDerecho y de biografías, pero no tanto de novelas. Tiene dos admiracionesbien marcadas al respecto: la obra completa de su amigoVargas Llosa, al que además le obsequió en 1990 una carta firmadapor Víctor Hugo (Ferrero Costa conserva la carta de agradecimientoque le escribió el Premio Nobel peruano); y la obra de Gabriel GarcíaMárquez, en especial dos novelas: Cien años de soledad y Elamor en los tiempos <strong>del</strong> cólera.Él es el único encargado <strong>del</strong> orden de su biblioteca. Alguna vezMario Vargas Llosa le preguntó cómo hacía para lograrlo, y FerreroCosta le respondió: “Tengo todo en la cabeza”. Lo cierto esque ante tanta cantidad de archivos, muchos están “por orden <strong>del</strong>azar”, lo que le da a la colección una sensación de gran Alephhistórico. De pronto pasamos de husmear en los documentos deHitler o Mussolini a impresionarnos con los archivos de Paulo VI,Harry Truman, Víctor Hugo, Fernando Belaúnde, Toscanini o Miguelde Unamuno. Como decía José Martí: “Toda la gloria <strong>del</strong> mundocabe en un grano de maíz”.En algún momento, Augusto Ferrero Costa reposa un segundo y vetodo a su alrededor. Después de quedarse callado, dice con cariño yconfianza: “Me acabo de dar cuenta de que no puedo vivir eneste desorden”.Augusto Ferrero Costa es un abogado peruano con más de 40 añosde trayectoria y uno de los miembros principales <strong>del</strong> Estudio FerreroCosta Abogados, fundado por su padre en 1937. Ha sido vicerrectorde la Universidad de Lima y es profesor emérito de la misma universidad.Fue embajador peruano en Italia y presidente de Prolírica,asociación cultural sin fines de lucro. Forma parte de la AcademiaPeruana de Derecho.La primera reliquiaEl padre de Augusto Ferrero Costa le regaló su primer documento:uno de José Santos Chocano. Es la carta que el poeta había llevadoa la oficina de El Comercio el día que mató a Edwin Elmore, periodista<strong>del</strong> diario. Ambos habían tenido algunos altercados epistolaresantes <strong>del</strong> asesinato, pero ese día se encontraron en la puerta<strong>del</strong> periódico y, tras un rápido forcejeo, Chocano sacó un revólvery le disparó. La carta en contra de Elmore que Chocano pensabaentregar a El Comercio para su publicación es la que hoy, casi unsiglo después, Augusto Ferrero Costa tiene en sus manos.Buen oídoLa afición de Ferrero Costa por la historia solo se compara con suafición por la música. Conserva en archivos todos y cada uno de losprogramas de las óperas a las que ha asistido desde hace cuarenta ycinco años. Guarda como tesoros los autógrafos de músicos comoCasals, Toscanini, Callas, Domingo, Pavarotti y el mismísimo RichardWagner, entre otros. Melómano empedernido, devoto, entusiastacomo un niño, su relación con los clásicos de la ópera es la de unviejo amigo que los ha conocido a todos y nos habla de ellos conese cariño añejo que dan los años y la persistencia.285

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