Cuentos, adivinanzas y refranes populares - Biblioteca Virtual ...
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Entonces respondió el niño:<br />
«Más fácil es encerrarlas<br />
»en aqueste hoyito estrecho, 45<br />
»que no de Dios las grandezas<br />
»en humano entendimiento».<br />
Y aquel niño se ausentó<br />
tales palabras diciendo.<br />
Entonces San Agustín: 50<br />
«No te vayas, niño bello,<br />
»que me salvas con lo dicho,<br />
»que basta para el discreto».<br />
La oración del simple<br />
Había una mujer muy buena y muy devota que tenía un hijo buenísimo, pero<br />
tan simple y falto de memoria, que nunca había podido aprender sino esta<br />
oración:<br />
Señor mío Jesucristo,<br />
dueño de mi corazón,<br />
perdóname mis pecados,<br />
que vos sabéis lo que son.<br />
Todos a vos los confieso 5<br />
con dolor y contrición;<br />
oídme en penitencia,<br />
leed en mi corazón,<br />
y pues lo veis, traspasado,<br />
echadme la absolución. 10<br />
Siendo ya casi un hombre, su madre le llevó a confesar; pero examinado que<br />
fue por el confesor, este le dijo a la pobre que no podía confesarlo por<br />
ignorante y simple.<br />
Madre e hijo se echaron a llorar amargamente al ver al segundo excluido<br />
del Santo Sacramento de la Eucaristía.<br />
Mientras el sacerdote se había revestido para decir misa, vio sobre el<br />
altar un letrero, que desapareció tan luego que lo hubo leído, y que<br />
decía:<br />
Absuelve a ese penitente, cuyo confesor he sido yo cada noche.<br />
La pasión de Jesucristo<br />
Explicada con las piezas de que se compone el arado8