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Cuentos, adivinanzas y refranes populares - Biblioteca Virtual ...

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-Tortolita del negro collar,<br />

¿decirme querrás<br />

(¡así goces tu amor por un siglo!)<br />

donde está el castillo de Irás<br />

y no volverás?<br />

-¡Pobre niño! -responde la tórtola.<br />

¿Quién tan mal te quiere<br />

que te envía allá?<br />

¡Es mi buena o mi mala fortuna!<br />

contesta el rapaz.<br />

-Pues saberlo quieres -replícale el ave-,<br />

¡sigue el viento, que hoy sopla hacia allá!<br />

El niño le dio las gracias, y se puso en seguida en camino, temiendo que<br />

al viento, como es tan voluntarioso y mudable, le diese gana de cambiar de<br />

rumbo.<br />

El campo cada vez se hizo más árido y triste, y al anochecer divisó entre<br />

sombras y desnudas rocas una mole más negra que ambas, que era la torre en<br />

que moraba la bruja. Su vista amedrentaba; pero como el niño estaba<br />

animoso, como todo el que lleva por objeto muy buen propósito, siguió<br />

impávido; y llegado que hubo, tomó una piedra, y con ella tocó tres golpes<br />

a la puerta, que repitieron las concavidades de las peñas, como suspiros<br />

arrancados de sus entrañas.<br />

Abriose la puerta y apareció en el quicio, con un candil en la mano que<br />

alumbraba su rostro, una vieja tan decrépita y tan horrenda, que<br />

el pobre niño dio, horrorizado, tres pasos atrás.<br />

Rodeábala un ejército de lagartos, salamanquesas, cucarachas, arañas y<br />

otras sabandijas.<br />

-¿Cómo te atreves, inmundicia ambulante -exclamó-, a venir a alborotar a<br />

mis puertas y a despertarme? ¿Qué quieres? Habla presto.<br />

-Señora -dijo el niño-, sabiendo que sólo vos conocéis el camino que lleva<br />

al castillo de «Irás y no volverás», vengo a que me lo indiquéis, si os<br />

place.<br />

La vieja hizo una mueca, que significaba una sonrisa burlona, y respondió:<br />

-Bien; pero ahora es tarde; mañana irás; entra, y dormirás con estas<br />

sabandijas.<br />

-No me puedo detener -repuso el niño-; me precisa ir ahora mismo, para<br />

regresar antes que sea de día al punto de donde vengo.<br />

-¡Mal perro le muerda y mal gato le arañe al indócil rapaz! -gruñó rabiosa<br />

la vieja-. Si te lo digo -añadió- ha de ser con la condición de que me<br />

traigas este jarro lleno de «agua de muchos colores», que brota de la<br />

fuente que está en el patio del castillo; y si no me la traes, te<br />

convierto en lagartija para toda una eternidad.<br />

-¡Convenidos! -respondió el niño.<br />

Entonces la vieja llamó a un pobre perro, muy flaco y muy doliente, que<br />

tenía, y le dijo:<br />

-Ea, ¡upa! Conduce a ese gurrapato al castillo de «Irás y no<br />

volverás», y cuidado que avises a mi compadre su llegada.

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