Cuentos, adivinanzas y refranes populares - Biblioteca Virtual ...
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Creación de la golondrina<br />
En un día de sabat, que era el domingo de los judíos, fue el Niño Dios,<br />
que entonces era muy chiquito, con otros niños a jugar al campo cercano;<br />
cogieron barro blanco, y se pusieron a hacer pajaritas, con las alas<br />
abiertas, que ponían al sol para que se secasen.<br />
Acertó a pasar por allí un pícaro fariseo, que conforme vio lo que hacían<br />
se enfadó, y les dijo que estaban pecando, pues en día de sabat no se<br />
podía hacer nada, y se acercó para con su gran pie pisar y aplastar las<br />
pajaritas; pero el Niño Dios dio una palmadita, y todas las pajaritas<br />
echaron a volar.<br />
Entonces, en la casa en que vivía el Niño Dios y sus santos padres,<br />
pegadas al alero del tejado, cogiendo del mismo barro con el que ellas<br />
habían sido formadas, se pusieron a labrar sus nidos, y desde entonces han<br />
seguido labrándolos en pobres y humildes casas, a las que llevan paz y<br />
ventura.<br />
Cuando los malvados judíos llevaron a crucificar al Calvario a Cristo,<br />
nuestro bien, ellas, desconsoladas, le siguieron con las santas mujeres,<br />
afligidas y compadecidas cual ellas, y le sacaron las espinas de la corona<br />
que por cruel escarnio le habían puesto, y se clavaban en su sagrada<br />
frente. Cuando murió su y nuestro Creador vistieron luto, y se pusieron el<br />
manto negro que no se han quitado nunca.<br />
Ejemplos<br />
Al frente de una colección de «Ejemplos», que insertamos en un tomo de<br />
artículos religiosos que dimos a luz, pusimos esta advertencia:<br />
«Un ejemplo no es un caso que ha sucedido, pero que se transmite de unos a<br />
otros desde muchísimos años, porque el espíritu que lo produjo y la<br />
enseñanza que contiene son profundamente religiosos; y como todo lo<br />
religioso se imprime, no sólo en la memoria, sino en el espíritu y el<br />
corazón, estos ejemplos, aunque son confiados en su mayor parte sólo a la<br />
tradición verbal, se conservan como las hermosas cristalizaciones que en<br />
pos de sí dejan las aguas vivas de un rico manantial».<br />
¡Señor, aquí está Juan!<br />
Había un hombre buenísimo, pero muy desgraciado. Cuanto emprendía le salía<br />
mal, y mientras con más fervor le rogaba a Dios todos los días cuando iba<br />
a misa para el logro de sus peticiones, más adversa le era la fortuna. Su<br />
mujer, y después sus hijos, enfermaron; rogó al Señor con sumo fervor los<br />
sanara, y se murieron; tuvo un pleito, del que pendía toda su fortuna;<br />
pidió al Señor con angustia el ganarlo, y lo perdió. Pero lejos de<br />
agriarse ni que decayese su devoción, se dijo: