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—A mí me gusta que mis tallas den alegría. A mí las vírgenes me<br />
gustan de colores vivos, no me gustan de un solo color porque la<br />
alegría la dan los colores y también la dan el plateado.<br />
Cejota<br />
—Leo novelas románticas que me prestan por aquí y no sé por qué<br />
me gusta leer mucho de medici na; debe ser porque entretiene saber<br />
cosas raras de uno y también porque a veces vienen recetas para algunas<br />
enfermedades y sirven para que una le cure a los muchachos<br />
esas cosas como las pa peras, el sarampión o la gripe.<br />
—A mí me gusta hacer todo lo que pienso que es bonito; de animales<br />
a santos, a parejas, a simones-bolívar. A mí nadie me ha dicho<br />
si el Simón <strong>Bolívar</strong> que yo hago se parece al de verdad o no.<br />
A mí me gusta hacerlo porque es una verdad que yo aprendí en la<br />
escuela, que él es lo más grande que tuvo y tendrá Venezuela. Yo<br />
como de niña aspiraba con la pintura, siempre lo pintaba a él y muy<br />
bien. Ahora lo hago porque me gusta él como persona. Lo pin to<br />
con varios uniformes porque él era soldado y era jefe.<br />
—Por aquí a las gentes del campo no les gustan las tallas. Las mías<br />
les gustan a la gente de afuera que viene a conocerme y a buscarlas y<br />
a mí me gusta eso porque cuando se las llevan parece que cargaran<br />
a un niño…<br />
Carmen Castro<br />
Matrimonio de <strong>Bolívar</strong><br />
Sauce<br />
Col. Museo Nacional de Arte Popular<br />
Diecisiete años que arden. El joven llega a la pla za del<br />
pueblo. No hay nadie más que la plaza sola: solos los<br />
bancos, solos los caminos, solos los árbo les sin pájaros.<br />
El sol caliente rebota arriba en las copas. Hasta<br />
el rumor se fue. Es extraño, pero sólo están la soledad y el silencio.<br />
El joven de los dieci siete busca el lugar más fresco para sentarse a<br />
pen sar, pero es en vano; su calor no lo va a atenuar la fronda porque<br />
le viene de adentro y lo abrasa hace mucho. Recorre con sus ojos<br />
grandes la placita. El mundo parece haberse detenido. Solo en la<br />
plaza. Solo consigo. Solo con su decisión: jura. El héroe de la plaza<br />
debió sonreír, recordando que él tam bién muchos años antes juró,<br />
pero fue allá, en el Monte Sacro.<br />
—Mi decisión fue un juramento en la plaza del pueblo. Había llegado<br />
el momento de definirme para saber qué estaba haciendo en<br />
la vida. Sabía que era Carlos José Martínez nacido en la misma<br />
Villa de Cura el 14 de enero del 53, pero debía to mar un rumbo.<br />
Dos fuerzas me atraían: lo popular y el arte. Yo no podía evitar que<br />
las costumbres y tradiciones me absorbieran, yo no podía evitar<br />
que una casa amarilla con ventana roja me hipnotiza ra y quisiera<br />
preservarla para siempre. Decidí en el juramento dedicarme a la<br />
educación y al arte co mo forma de contribuir con mi pueblo.<br />
46 47<br />
—Entré a la universidad donde me preparaba pa ra dar clases de<br />
educación media en ciencias socia les, pero en los estudios me veía<br />
alejado de las me tas que quería. Vi que todo estaba programado,<br />
que todo era mecánico, que todo estaría computarizado, que todo<br />
sería receta ya comprobada, y no pude soportarlo. Fueron dos años<br />
y medio de an gustia viendo si al final habría posibilidad para la<br />
creatividad; pero no. Entonces me retiré y me de cidí por la pintura.<br />
—Quise estudiar pintura, pero recelando y recelando comencé<br />
a informarme en escuelas y acade mias. También encontré que la<br />
enseñanza era de recetas, que todos salían haciendo lo mismo. Entonces<br />
mi camino fue el propio: aprender por mí mismo, practicar<br />
y experimentar, inventar mi pro pio sistema de pintar. Y aquí estoy.<br />
—Mi búsqueda comenzó con bases reales: la tra dición en la familia.<br />
La gran fuente fue la abuela. Ella me habló de la forma y del<br />
color del pueblo, del vestir y el comportarse de las gentes, de los juegos,<br />
la liturgia, las tradiciones, de donde aún quedaban vestigios y<br />
documentos. Y eso fui retra tando y eso ha ido mostrando y eso he<br />
ido llevan do a los propios campesinos a los propios poblado res de la<br />
Villa. Y si como tema me cautiva una pa rranda, un velorio de cruz,<br />
un sanpedreño, también tengo ojos para la pobreza o para el juego<br />
de papa gayos; todo lo cotidiano y tradicional me entusias ma. Mis