Bolívar hecho a mano

un palo redondo, ahí uno sí se pierde, entonces es mejor emplear el
cálculo de la vista de uno.
Emiliana Gutiérrez de Nadal
—Para tallar utilizo escoplo, escofina, una pellita finita para sacarle
el corte y lija. De madera yo uti lizo el cedro, el fren y la caoba. El
cedro y la ceiba roja son más blandos y más fáciles de conformar.
—A mí me gusta hacer de todo. Todos mis muñe cos me gustan.
Ahorita tengo ganas de hacer un Jesucristo así de grande y de
este ancho, casi como uno, la cruz por lo menos. Ahorita estoy
terminan do un encargo de cinco turpialitos y un San Beni to.
Mi santo de devoción que hago con mucho gus to es San José
Gregorio. La virgen, la primera que hice fue mirándola de una
estampa. Ahora ya las hago todas de memoria porque las he
pensado.
—A Simón Bolívar me encanta hacerlo, sacarlo de las ramas porque
se ve como más natural. Para hacer el primero miré un cuadro,
un cuadro que tengo guardadito por ahí. Quería fijarme bien en el
gesto y sobre todo en el traje. Lo pensé bien en la memoria y después
lo fui haciendo de lo que había mirado, pero sin ver otra vez el
cuadro. Bo lívar representa lo que nunca se echará a perder.
Orangel Moreno
Bolívar de pie
Rama de Sauce
Col. particular
C
uando se casó el último hijo, Emiliana sintió co mo
cumplido su objetivo. Ahora ya quedaban sólo ella y
su marido. Ahora sí podía dedicar su tiempo a lo que
siempre ella quiso, a lo que de niña le va lió regaños.
Muchos años fueron los que esperó Emiliana porque primero estuvo
su deber de madre y de esposa; lo demás podía aguantar. Y
aguantó hasta el año setenta y ocho en que dio comienzo a su sueño
de siempre, laborar cosas que salieran de sus manos. Y con esa
energía que aún derrocha, co menzó a crear su mundo de artista.
—Cuando quedé sola comencé a acordarme de cuando fui niña
y empecé a querer hacer muñecas de trapos y rolitos; fue cuando
el último hijo se ca só. Porque para mí, primero y principal era mi
ho gar, atender al esposo y a la familia, porque mate máticamente
todos los años nacía un niño. Yo por años, me paraba a las tres de
la mañana a lavar, ha cer la arepa, a mandar a esos muchachos al
cole gio. Yo les hacía los uniformes porque corto muy bien de mujer
y de hombre.
—Yo nací en Belén, estado Carabobo, y me crié por aquí donde
llaman La Morrocoya. Tengo 61 años, nací en el 22, el veintisiete
de junio. Tuve on ce hijos. Nietos tengo dieciocho.
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—De niña me la pasaba trabajando en toda cosa y si encontraba
un palito le sacaba punta o le ha cía cabeza y cuerpito, usaba clavos
o martillo y me regañaban, porque Ud. sabe cómo era la gente
de antes que decía que la hembra sólo hacía lo do méstico. Por eso
siempre estaban detrás de mí con esos gritos: Muchachaaaa, deja
eso para los hom bres!… Yo de niña tampoco aprendí a leer por que
allá en el campo no teníamos escuela. Estuve allá hasta los 19 años
en que lo que hice fue ena morarme y yastá. Yo aprendí a leer ya de
grande, solita y con mucho empeño porque me daba pena montarme
en un colegio ya de vieja y con hijos.
—Yo empecé el 77 ó 78 con ese material blanco que es como piedra
y a la vez no es piedra, porque es como de químico. Fue buscando
unas piedritas para hacer un pesebre, cuando en un montón
de arena encontré un trocito. Me gustó por lo blanquito y blando
y probé haciendo un cochinito. Como me quedó a gusto también
saqué un perrito. En tonces me entusiasmó y conseguí un saco de
estas piedritas que las botaban de unas casas que estaban reconstruyendo.
Y así fueron saliendo animalitos, que si paticos, que si
pollitos, que si pájaros, que si vaquitas y todas las cositas que se me
ocurrían. Como al año fue que empecé con figuras y tallan do y
tallando hice un nacimiento, lavanderas, mú sicos, muñecas y todo
eso que Ud. ve por allá.