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Martínez

76-domingos

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Remember the Caldas<br />

Domingo, 5 de octubre de 2003<br />

Era noche cerrada en el Caribe. Estábamos a diez millas de<br />

la costa y en una zona de profundidad más que cómoda para los<br />

submarinos. Suena diferente cuando el plural se aplica al mínimo<br />

número de personas que en total silencio subíamos y bajábamos<br />

al capricho del oleaje en un pequeño bote inflable de comandos.<br />

La única prueba visual de nuestra existencia era una diminuta<br />

luz estroboscópica que tratábamos de mantener orientada en una<br />

dirección prefijada. A la hora y minutos exactos, a menos de diez<br />

metros de nuestra banda de estribor, emergió un periscopio. Su<br />

silueta solo era perceptible, aun a esa distancia, porque una lejana<br />

línea de luces en lo que se adivinaba era un segmento de costa, era<br />

interrumpida verticalmente. Los hombres-rana, que acababan<br />

de saltar en paracaídas a gran altura, ya habían compensado las<br />

temperaturas de congelación en las cálidas aguas del Caribe antes<br />

de subir a nuestro bote. Nos dieron una palmada como despedida y<br />

abandonaron el Zodiak. Lo hicieron simétrica y simultáneamente<br />

por las dos bandas para no desbalancearnos. Luego de un eterno<br />

minuto emergieron formando una figura geométrica junto al periscopio.<br />

Mientras les envidiaba su estado físico y entrenamiento, una<br />

extraña luz verdosa proveniente de las profundidades me trajo de<br />

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