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22 Kotor
Esta muralla, con sus puertas, constituye el
primer monumento de un gran número de
construcciones romano-bizantinas, góticas
y renacentistas (catedral, iglesias, palacios)
y que son testimonio de un pasado medieval
que se desarrolló entre Bizancio y Roma, entre
los Balcanes y Europa occidental.
Casco Antiguo
Entramos a descubrir su casco antiguo por la
puerta principal o del Mar, que es la primera
de las tres puertas de acceso a la ciudad.
Construida en 1555 cuando la ciudad estaba
bajo dominio veneciano, vemos en sus paredes
el león alado de San Marcos, símbolo de
Venecia. Con plano en mano, una oficina de
turismo situada ahí mismo nos lo proporciona.
De esta forma podremos disfrutar mejor
del paseo y valorar su patrimonio.
Solo flanquearla, lo primero que aparece ante
nuestros ojos es la plaza Oruzja donde se halla
la Torre del Reloj y a cuyos pies se erige el
Pilar de la Vergüenza, llamado así porque era
donde se castigaba a las personas acusadas.
En la misma plaza, el Palacio Ducal -un edificio
alargado con balconada cubierta-, el Teatro
Francés y el Almacén de Armas o Arsenal.
Siguiendo nuestra ruta, un poco más adelante,
otra gran plaza, la de San Lucas. En ella se
ubica la catedral católica de San Trifón. Del
siglo XII, y reconstruida después de varios
terremotos, nos llaman la atención sus dos
torres desiguales, una de ellas inacabada. Su
interior es austero de ornamentación, pero
cuenta con frescos y objetos tallados en oro
muy valiosos.
Rodeada de pequeñas tiendas, es en esta plaza
donde puedes encontrar los más bonitos y
artesanos recuerdos. Aquí las prisas no son
buenas compañeras de viaje, es mejor disfrutar
de todo lo que se va abriendo a tu paso.
A su lado, el palacio Drago con bellas ventanas
góticas, y la iglesia de San Lucas, con la
curiosidad de albergar dentro dos altares, ya
que fue edificada en 1195 como iglesia católica,
para más tarde convertirse en ortodoxa,
quedando ambos.
Justo enfrente la iglesia de San Nicolás, ortodoxa.
Construida en 1909, en ella aspiras el
olor a incienso y disfrutas del silencio, todo en
una atmósfera casi mística.
Seguimos callejeando, observando rincones
deliciosos y pequeñas callejuelas que en algún
momento nos recuerdan algo a ciudades bajo
el mismo influjo como Dubrovnik. Pasadizos
de piedra y un estilo arquitectónico desigual
con muchas reminiscencias venecianas. Observamos
en sus edificios los arcos y ventanas
venecianos que recuerdan los cuatro siglos de
dominación en esta ciudad.
El Palacio de los Beskuca, situado al lado de
la Plaza de la Harina. Se trata de un palacio
familiar. La familia Beskuca, que significa
“sin casa”, hizo fortuna con el comercio naval.
Y la leyenda reza que un antepasado de
la familia al verse enriquecido y queriendo
contradecir su apellido se propuso comprar
cien casas. De esta forma se cambió
el apellido por Stokuca, que precisamente
significa “cien casas”. Sin embargo el destino
quiso que nunca llegase a conseguir
tantas propiedades como rezaba su nuevo
apellido. Años más tarde sus descendientes
decidieron volver al apellido original.
Las murallas de la ciudad datan de principios
de la Edad Media, bajo el mandato del
emperador bizantino Justiniano I.
La catedral de San Trifón es la sede del
Obispado católico croata de Kotor.
Revista de cultura y viajes / Marzo 2016 / www.icruceros.eu