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Del 06 al 12/mayo/2016<br />

MUNDO<br />

17<br />

PERMANENTE<br />

ENEMISTAD<br />

Esta es una de las raíces<br />

del enfrentamiento entre<br />

Saudíes e Iraníes: la<br />

posibilidad del dominio y<br />

expansión geopolítica, cultural<br />

y económica de un ala<br />

musulmana por encima de<br />

la otra.<br />

En ese sentido, Irán ha<br />

acusado continuamente a<br />

Arabia Saudita de ignorar<br />

el conflicto Palestino-Israelí<br />

por servir a los intereses<br />

occidentales. No le falta algo<br />

de razón: Arabia Saudita<br />

no sólo es miembro del<br />

Consejo de Seguridad de<br />

la ONU, sino además un<br />

feliz comprador de armas<br />

de países occidentales, lo<br />

mismo europeos que de<br />

Estados Unidos: casi cinco<br />

mil millones de dólares de<br />

inversión lo confirman, y las<br />

sanciones del Congreso<br />

estadounidense sobre<br />

Irán, a propósito de su<br />

producción petrolera, dieron<br />

a los Saudíes la posibilidad<br />

de inundar el mercado de<br />

petróleo árabe, colocándolos<br />

muy por delante de sus<br />

socios OPEP persas<br />

durante años.<br />

No es de extrañar, tampoco,<br />

que el nuevo gobierno iraquí,<br />

ahora con una mayoría<br />

shiíta al mando, haya<br />

acusado repetidamente a<br />

Arabia Saudita de enviar<br />

armas al Estado Islámico,<br />

relaciones entre árabes<br />

y persas. A ello, además,<br />

hay que sumar una segunda<br />

distinción: la separación<br />

entre sunitas<br />

y shiítas, esa minoría<br />

por excelencia del mundo<br />

árabe, una corriente<br />

vista como heterodoxa y<br />

minoritaria (excepto en<br />

Irán), cuya feligresía es,<br />

mayoritariamente, perteneciente<br />

a las clases<br />

populares, y que nació<br />

como una división en<br />

medio del naciente Islam<br />

procurando imponer sobre<br />

La Meca sanciones similares<br />

a las que hubiese sufrido<br />

Teherán durante años, con<br />

miras a equilibrar la balanza<br />

petrolera. Hay que recordar<br />

que buena parte de los pozos<br />

petroleros iraquíes están<br />

ahora bajo control del Estado<br />

Islámico, que vende el crudo<br />

en el mercado internacional<br />

como un jugador más.<br />

Así, Venezuela, “nación<br />

hermana” de Irán desde<br />

que Chávez llegó a<br />

Miraflores –antes mantuvo<br />

un prudente equilibrio entre<br />

facciones-, pasó de fundar<br />

fábricas de Venirauto y de<br />

otorgar licitaciones para la<br />

construcción a empresas<br />

iraníes (en un esfuerzo<br />

desesperado por asistir a<br />

Ahmadineyad) a pedirle<br />

–por favorcito- a los príncipes<br />

saudíes que ajusten su<br />

producción petrolera<br />

para que el barril vuelva<br />

a los precios irreales que<br />

permitieron la borrachera<br />

bolivariana.<br />

Pero Caracas está en el<br />

extremo más débil de las<br />

nuevas alianzas geopolíticas,<br />

y los saudíes lo saben. Y, la<br />

verdad, no parece importarles<br />

demasiado, ni siquiera<br />

por aquello de la antigua<br />

amistad que unía, con lazos<br />

lubricantes, al cartel de la<br />

OPEP.<br />

apenas en el año 656.<br />

Pero eso: excepto en<br />

Irán. En Irán, los shiítas<br />

son mayoría. En el<br />

Líbano son un 35% de la<br />

población, con un partido<br />

político propio (Amal,<br />

“esperanza”, en árabe),<br />

que habría nacido como<br />

una milicia encargada<br />

de “defender a los desposeídos”.<br />

Con esa bandera<br />

(tan manida), formó<br />

alianzas con el Partido<br />

Socialista Progresista del<br />

Líbano y con Hezbollah<br />

(literalmente, “El partido<br />

de Dios”), incluida su ala<br />

paramilitar (el Concejo<br />

de la Jihad), fundada por<br />

mullahs iraníes, seguidores<br />

del Ayatollah Khomeini,<br />

entrenados por<br />

guardias revolucionarios<br />

iraníes, para asediar la<br />

ocupación israelí de territorios<br />

libaneses shiítas.<br />

La mayoría shiíta iraní<br />

es tan poderosa que en<br />

1979, tras el derrocamiento<br />

del Shah y durante el<br />

mandato de Khomeini,<br />

pudieron fundar una república<br />

islámica siguiendo<br />

las directrices del<br />

shiísimo. Y el shiísimo<br />

tiene un carácter distintivo<br />

desde su nacimiento:<br />

nace como opuesto a la<br />

aristocracia mercantil de<br />

La Meca, que pretendía<br />

imponer una línea sucesoral<br />

distinta a la de Alí,<br />

el primo y yerno de Mahoma,<br />

y el primer varón<br />

en convertirse al Islam.<br />

En resumen, el Islam<br />

Shiíta no entiende a la<br />

monarquía como un<br />

elemento constitutivo<br />

del Islam, cosa que, es<br />

evidente, no tiene eco<br />

en los oídos de los monarcas<br />

saudíes. Los shiítas<br />

consideran a Alí el<br />

primer Imám, mientras<br />

los suníes lo consideran<br />

el cuarto y último califa<br />

“bien guiado” (esto es, el<br />

último de los primeros<br />

cuatro califas del califato<br />

Rashidun): para el Islam<br />

Sunní, el hecho de que, al<br />

caer enfermo, Mahoma<br />

hubiese encargado a Abu<br />

Bakr de la oración, es<br />

interpretado como una<br />

designación explícita de<br />

una línea sucesoral. Los<br />

shiítas, queda claro, no<br />

están de acuerdo.<br />

Sin palabras somos<br />

sólo seres animados:<br />

animales. La condición<br />

humana un derivado<br />

de las palabras.<br />

Incluso el Ser no es<br />

más que una palabra.<br />

Si radicalizamos esa<br />

afirmación podemos<br />

agregar: Dios no es más<br />

que una palabra.Y no<br />

estoy incurriendo en<br />

sacrilegio. Lo mismo ha<br />

sido dicho –en su más<br />

nítido sentido griego- en<br />

las primeras frases del<br />

Evangelio de San Juan.<br />

En el principio existía<br />

la Palabra y la Palabra<br />

estaba con Dios, y la<br />

Palabra era Dios.<br />

¿Qué significa decir<br />

que Dios no es más<br />

que una palabra? La<br />

respuesta no puede ser<br />

otra: Sin la existencia<br />

de la palabra no habría<br />

ninguna posibilidad de<br />

nombrar a Dios pues<br />

lo innombrable, lo<br />

indecible, no es. Incluso<br />

si nombramos a Dios<br />

como El Innombrable le<br />

damos a EL un nombre.<br />

El nombre hace a cada<br />

cosa que nombra. O<br />

como constató Martin<br />

Heidegger en uno de<br />

sus más hermosos<br />

libros (Unterwegs zur<br />

Sprache) el ser humano<br />

es un Versprecher del<br />

Sprache.<br />

Sprache es el lenguaje.<br />

Versprechen, en cambio,<br />

tiene dos significados:<br />

prometer y hablar mal (o<br />

con la lengua trabada).<br />

Vesprecher es, por lo<br />

tanto, quien promete y<br />

quien titubea al hablar,<br />

lo que es obvio: el<br />

humano es imperfecto<br />

y nunca podrá decir<br />

todo bien. De este modo<br />

también podríamos<br />

agregar: el ser humano<br />

FERNANDO MIRES<br />

ESCRIBO Y COMENTO<br />

El poder de las palabras<br />

es una promesa fallida<br />

del lenguaje, frase que<br />

podemos entender<br />

así: el ser humano es<br />

una posibilidad del<br />

lenguaje (algo latente,<br />

algo que promete ser en<br />

y durante el lenguaje)<br />

Hablar es, siguiendo a<br />

Heidegger, el hacerse<br />

errático (titubeante) del<br />

ser desde y dentro del<br />

lenguaje.<br />

Hablar es una promesa<br />

del ser. El ser humano<br />

es una posibilidad<br />

del lenguaje. “El<br />

habla, habla” escribió<br />

Heidegger agregando<br />

esta sentencia: “Si<br />

nosotros nos dejamos<br />

caer en el abismo que<br />

menciona esa frase (el<br />

habla, habla) no nos<br />

precipitamos hacia<br />

el vacío. Nosotros<br />

caemos en una altura<br />

cuya altitud abre una<br />

profundidad. Ambas<br />

(profundidad y altura)<br />

dimensionan un lugar<br />

Sin la existencia de la<br />

palabra no habría ninguna<br />

posibilidad de nombrar a Dios<br />

pues lo innombrable,<br />

lo indecible, no es<br />

en el cual quisiéramos<br />

ser acogidos a fin de<br />

encontrar la residencia<br />

de la esencia del ser<br />

humano”.<br />

Ese caer hacia la<br />

altura de la que nos<br />

habla Heidegger es<br />

un nuevo encuentro<br />

del ser consigo mismo<br />

pero en otro lugar. Una<br />

nueva casa: la casa del<br />

lenguaje. El corolario<br />

heideggeriano es<br />

conocido: “el lenguaje es<br />

la casa del ser”.<br />

“Ninguna cosa existe<br />

donde falta la palabra”.<br />

La palabra entonces<br />

crea al ser de la cosa y<br />

es por eso que la cosa<br />

es llamada a través del<br />

habla.<br />

La cosa vive oculta de su<br />

ser hasta que, a través<br />

de su nombre, es. Cada<br />

nombre es, como dice<br />

Si negamos la posibilidad<br />

de la palabra, esto es, la<br />

libertad de ex-presión del ser,<br />

negamos la posibilidad<br />

misma del ser.<br />

Heidegger, un llamado<br />

(Ruf). Al nombrar<br />

(llamar) a una cosa, la<br />

cosa sale (se eleva) desde<br />

las tinieblas de su no-ser<br />

y emerge hacia la luz de<br />

la existencia plena.<br />

La deducción de lo dicho<br />

ya no será filosófica;<br />

será política. Si negamos<br />

la posibilidad de la<br />

palabra, esto es, la<br />

libertad de ex-presión<br />

del ser, negamos la<br />

posibilidad misma del<br />

ser.<br />

El deseo de ser de la<br />

palabra lucha contra<br />

la posibilidad de su<br />

no-ser, posibilidad que<br />

comporta todo lo que es.<br />

Cada ex-presión es el<br />

poder de la palabra en<br />

contra de su re-presión.<br />

Luego, si el ser no se<br />

ex-presa, es porque ha<br />

sido víctima de la represión,<br />

la que si triunfa<br />

definitivamente nos<br />

llevará a la de-presión:<br />

hacia ese mundo oscuro<br />

de la nada casi total: La<br />

muerte del -y en el-alma.<br />

Al fin y al cabo estoy<br />

diciendo algo muy<br />

simple: quienes<br />

reprimen la libertad de<br />

palabra –y la palabra<br />

no es otra “cosa” sino la<br />

libertad de su propio serson<br />

los mensajeros que<br />

nos envía cada cierto<br />

tiempo la muerte. Para<br />

que no la olvidemos.<br />

Contra ellos hay que<br />

luchar.

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