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Fe viva<br />
Por Marta Peñalver<br />
Fotografía: Javier Ugarte<br />
El vértigo<br />
de la vocación<br />
Nos reciben con una sonrisa de oreja a oreja. Son felices, solo hay que verles la cara.<br />
Viven en Cerro del Coto, una casa donde 36 consagradas comparten su vida y la dedican<br />
a Dios y a los demás. Dieciséis de ellas han llegado recientemente y van a empezar sus<br />
estudios de teología en la universidad de San Dámaso; de esta manera se preparan para su<br />
misión evangelizadora. No son monjas, son consagradas laicas que trabajan en diferentes<br />
apostolados del movimiento Regnum Christi sin recibir ningún salario.<br />
EL CAMINO formativo de una consagrada<br />
empieza con dos años de candidatado,<br />
algo parecido al noviciado.<br />
Durante ese periodo todavía no están<br />
consagradas, pero ya sienten la llamada<br />
a entregar su vida a Dios. Es una etapa<br />
para conocer la vocación, para discernir<br />
que es Dios el que las está llamando.<br />
Es entonces cuando hacen sus primeros<br />
votos. Después vienen seis años de formación,<br />
una etapa importante para la<br />
consolidación de la vocación y para la<br />
preparación hacia los votos definitivos<br />
que hacen posteriormente.<br />
Los pilares en la vida de la consagrada<br />
son tres: la vida espiritual, la vida<br />
comunitaria y la misión. “Nuestra misión<br />
es la de acompañar a las personas hacia<br />
una experiencia de Cristo. Realizamos<br />
nuestro apostolado en los colegios, en<br />
las universidades y en la pastoral juvenil.<br />
También acompañamos a adultos<br />
en la fe, impartimos catequesis y, en<br />
definitiva, participamos en todo lo que<br />
incluye la nueva evangelización”, nos<br />
cuenta Camila, consagrada del Regnum<br />
Christi y formadora.<br />
Adrenalina en estado puro<br />
María Isabel tiene 27 años, es de<br />
Venezuela y hace dos meses hizo sus<br />
primeros votos. Estudió una carrera e<br />
incluso llegó a trabajar, pero sintió que<br />
Jesucristo era el hombre de su vida:<br />
“Yo tenía novio, pero amaba profundamente<br />
a Dios y sentía que le estaba<br />
siendo infiel con este chico. Me costó<br />
mucho decidirme, porque significaba<br />
dejar muchas cosas. Cuando te casas<br />
no piensas en todos los hombres a los<br />
que estás renunciando, pero cuando se<br />
trata de Dios no es tan fácil, porque el<br />
mundo lo plantea como una decisión<br />
muy negativa, parece que todo lo tienes<br />
que dejar: trabajo, estudios, familia,<br />
la posibilidad de casarte, de tener<br />
hijos… pero te das cuenta de que es un<br />
optar”. María Isabel asegura que discernir<br />
la vocación implica mucha adrenalina.<br />
“No hay momento que dé más<br />
vértigo que ponerte de rodillas y pre-<br />
Silvia, Carol, Camila y María Isabel rezan frente a la<br />
figura de la Virgen, a quien profesan un cariño especial<br />
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