Un buen plan Por Isis Barajas JUAN MANUEL DE PRADA ESCRItoR Duelo de titanes femeninos Juan Manuel de Prada se adentra en su última novela, El castillo de diamante, en la convulsa relación entre dos grandes mujeres del Siglo de Oro español: Santa Teresa y la princesa de Éboli. De la extensa vida de Santa Teresa, ¿por qué ha elegido para su novela su turbulenta relación con la princesa de Éboli? Creo que la relación entre Santa Teresa y Ana de Mendoza nos ofrece un conflicto muy sabroso entre dos mujeres fuera de lo común. Desde el primer momento, fue una relación dramática, ya que se enfrentaban dos formas muy distintas de entender la vida y la religiosidad. Por otro lado, aparte de las desavenencias que surgieron entre ellas por el modo en que habría de fundarse el convento de Pastrana, Santa Teresa y la princesa de Éboli me permitían ofrecer al lector un “duelo de titanes” femeninos, así como una ilustración del viejo tema del conflicto entre “las dos ciudades”, el Reino de Dios y el mundo. ¿Cómo describiría esa relación? En El castillo de diamante propongo una relación que es, en principio, admirativa y de atracción mutua, pues tanto Teresa como Ana descubren en la otra una criatura llena de interés humano y de dotes valiosas. Pero esa relación se va enturbiando, porque Ana siente crecer en su alma el veneno de la envidia al darse cuenta de que Teresa ha tenido el valor que a ella le falta para despojarse de componendas y servi dumbres y abrazar plenamente su vocación espiritual. ¿Era la princesa de Éboli tan mala como la pintan? Ni muchísimo menos. En realidad, hasta que se quedó viuda, fue una mujer de irreprochable vida, entregada a su ma rido (consejero y amigo personal de Felipe II) y a sus hijos, y muy preocupada de preservar y acrecentar su hacienda y la honra de su familia. Sabemos también que tenía una sincera inquietud religiosa que la llevó a patrocinar la fundación de conventos y obras de caridad de muy diverso tipo. Pero la viudez la trastornó por completo, tal vez porque amaba con locura a su marido. Fue después de quedarse viuda cuando Ana de Mendoza empezó a intrigar en la Corte y a asociarse, para su desdicha, con Antonio Pérez. Por su parte, Teresa sabía moverse con astucia entre los círculos de poder… Hoy lo llamaríamos “inteligencia emocional” . Logró ganarse la simpatía del rey; y consiguió que la patrocinasen tanto la familia de Alba como la familia de Éboli, que eran las dos familias más poderosas de la época y que, entre sí, se llevaban a matar. A cambio de la ayuda de los poderosos a los que se ganaba, es verdad que Teresa tuvo que hacer algunos sacrificios (por ejemplo, la duquesa de Alba le pedía que fuese a consolar a sus hijas cada vez que se ponían de parto), pero nunca cedió a sus requerimientos cuando eran tocantes a su “religión”. No permitía que sus patrocinadores mangoneasen la vida de sus conventos ni admitía que introdujesen cambios en las reglas de convivencia de las monjas. EL CASTILLO DE DIAMANTE ¿Era Santa Teresa más envidiada que admirada? Sin duda, fue envidiada por los fariseos que no soportaban que Cristo se hubiese enamorado de ella. ¡Pero cómo no iba a hacerlo, si era una mujer excepcional! El falso creyente siempre envidia al creyente verdadero, porque es el que delata la falsedad de su fe. Teresa padeció a muchos caínes que trataron de torcer y mutilar su vocación, que la amenazaban con no darle la absolución o con retirarle la Eucaristía si perseveraba en sus propósitos reformadores. Pero no debemos caer en la trampa de pensar que los canallas que trataron de destruir a Teresa, aunque fueran clérigos, eran “la Iglesia” . La verdad es que la mejor Iglesia de la época ayudó a Teresa: san Pedro de Alcántara, Francisco de Borja, Domingo Báñez… ¡y también la Inquisición! ¿Qué desea que se lleve el lector con esta novela? Me gustaría que descubriera a Santa Teresa, una mujer excepcional dotada de un sentido del humor maravilloso, que entendía su vocación a la santidad como una aventura llena de sorpresas y deslumbramientos. Un alma femenina única, desconcertante y originalísima, la mujer menos rutinaria y previsible del mundo. Y espero que la lectura le haga a la vez reír y pensar. Por: Juan Manuel de Prada Páginas: 456 PVP: 21,90 € Editorial: Espasa 64 •
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