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Nukekubi<br />
el vampiro oriental de la cabeza cortada<br />
- 抜 け 首 ぬけくび -<br />
Criaturas de la tradición nipona que a la luz del sol se<br />
camuflan en la sociedad, pues su aspecto ísico no es disinto al<br />
del resto de la población. Pero cuando la penumbra clausura los<br />
cielos, los Nukekubi se transforman en seres desmembrados: la<br />
testa se separa del tronco, siguiéndole bien de cerca. Sedientos<br />
de sangre humana y de su energia vital, estos vampiros están dotados<br />
de unos afilados colmillos que al penetrar reiteradamente<br />
–como voraz taladradora– en la carne de sus vícimas provocan<br />
su chillido desgarrador.<br />
Sobreviven en grupos, pese a que durante el día pasan<br />
desapercibidos como familias normales en las villas o ciudades<br />
escogidas para proveerse de sus presas. Si bien, una marca entorno<br />
al cuello, precisamente donde se localiza el nexo entre el<br />
tronco y la cabeza, es lo que les haces disinguibles. Y de ese<br />
modo, es posible en<strong>con</strong>trarlos, atraparlos y acabar <strong>con</strong> ellos antes<br />
de su metamorfosis nocturna. Pero tal tarea no será nada fácil,<br />
pues no acostumbran a dejar visible la señal, siempre cubierta<br />
<strong>con</strong> algún ipo de indumentaria o colgante. Por otro lado, en el<br />
acto de caza, cuando la cabeza del chupasangre oriental apresa<br />
a su vícima, su cuerpo –Separado, recuerda– se maniene estáico,<br />
<strong>con</strong>viriéndose en la situación idónea para abairle –Claro<br />
está, si algún osado cazavampiros se atreve–.<br />
Nukekubi; Bakemono-Dukushi Yumoto-C<br />
Una legendaria leyenda japonesa cuenta que un valeroso<br />
samuray de nombre Minamoto no Raiko combaió a una de<br />
esas besias. Pero antes de explicaros esa hitoria... ¿quiénes eran<br />
los samuray? <strong>El</strong> término se puede traducir como ,<br />
siendo una facción militar de guerreros feudales del viejo Japón<br />
que dominó el territorio durante varios siglos.<br />
Originariamente <strong>con</strong>formaron la Guardia Imperial –Siglo<br />
X– . Pese a no ser sus armas de combate más habituales en el<br />
campo de batalla, a los samuray se les re<strong>con</strong>oce en el imaginario<br />
popular por su espada o katana, que <strong>con</strong>sideraban una prolongación<br />
de su propio cuerpo y alma, más una paricular daga, el<br />
wakisashi, que además de ser parte del arsenal personal, era la<br />
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pieza uilizada en caso del cerimonial acto del harakiri. <strong>El</strong> apogeo<br />
de estos audaces guerreros ocupó las postrimerías del siglo XII,<br />
cuando el emperador nipón terminó siendo prácicamente un vasayo<br />
del shogun, el más Alto Mando de los Samuray.<br />
Samuray<br />
Siete siglos después<br />
la Restauración Meiji –<br />
Siglo XIX– provocó la<br />
decadencia y el punto y final<br />
de la larga historia de los samuray.<br />
Un <strong>con</strong>tundente periodo<br />
monárquico a la vez que <strong>con</strong>situcional,<br />
donde se instauró<br />
un sistema de sufragio y donde<br />
los cargos públicos debían ser<br />
caducos en el iempo, fue sellando<br />
el dominio samuray que había <strong>con</strong>trolado el territorio<br />
hasta el momento. <strong>El</strong> pueblo secundó el plan del emperador de<br />
desaricular a los samurays, y así se hizo. No obstante, las cosas<br />
no podían quedar así, y se produjo un intento fallido de sublevación<br />
de los expertos guerreros <strong>con</strong>tra el poder, pero fueron derrotados<br />
definiivamente en la batalla de Shiroyama.<br />
<strong>El</strong> camino iniciáico de Minamoto no Raiko y de todo soldado<br />
samuray comenzaba nada más abandonar el vientre materno.<br />
En su lecho, se dipositaba el arma que le acompañaría<br />
durante su vida y finalmente, en su sepulcro, ya difunto, yacería<br />
<strong>con</strong> ella por toda la eternidad. Cada katana forjada seguía un proceso<br />
ceremonial y sagrado, donde el maestro, arista o el elegido<br />
para tal elaboración, además de seguir la premisa del ayuno,<br />
debía portar atuendos níveos y dejar reflejadas en un documento<br />
oraciones al efecto, pues según la tradición su espiritu terminaría<br />
formando parte de la valiosa pieza engendrada<br />
Sin duda, las armas del samuray eran sus bienes más<br />
preciados. Antes de aparecer la katana –o nohonto– y el wakisashi,<br />
los guerreros disponían de unas espadas de filo no curvo<br />
que alcanzaba el metro y medio, que se disinguían por su empuñadura.<br />
Por ejemplo, las denominades terminaban<br />
<strong>con</strong> el símbolo tallado de un animal. La fueron las<br />
espadas más tradicionales y debían ser blandidas <strong>con</strong> las dos<br />
manos para poder ser uilitzadas <strong>con</strong> destreza. La katana, como<br />
hemos destacado anteriormente, fue el arma clave militar del soldado<br />
y jamás podía deshacerse de ella. <strong>El</strong> perfil de media luna de<br />
esta pieza la dotaba de la <strong>con</strong>tundencia necesaria para el sesgado<br />
corte que infringía sobre el oponente cuando era alcanzado, incluso<br />
capaz de seccionar las extremidades en dos partes. Al<br />
mismo iempo, la katana era uilizada como protección ante las<br />
embesidas del atacante, por ello no portaban en su dotación ningún<br />
escudo que pudiera perturbar su agilidad en la <strong>con</strong>ienda.