AguaTinta Nº17
Las Vanguardias - Septiembre de 2016
Las Vanguardias - Septiembre de 2016
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PLÁSTICA<br />
Leonora Carrington.<br />
El eterno desarraigo<br />
Por Adela Flamarike<br />
La obra de Leonora Carrington (1917 – 2011) invita al espectador a<br />
adentrarse en un mundo de magia y ocultismo, cuya misteriosa atmósfera<br />
aparece habitada por extraños personajes. Los viajes, el desarraigo y el<br />
exilio tomarán el protagonismo en esta subversión de la realidad en la<br />
que crítica, reivindicación y alquimia se dan la mano.<br />
4<br />
La búsqueda<br />
La rebeldía de la artista, nacida en la localidad<br />
inglesa de Lancashire, se hace patente desde su<br />
niñez en el seno de una familia acomodada. Su<br />
predisposición a la fantasía fue fomentada por<br />
su niñera irlandesa, gracias a quien se enamoró<br />
de la Isla Esmeralda, su mitología y sus cuentos.<br />
La pasión por la lectura acrecentó su sensibilidad<br />
por el mundo, la vida, la muerte, el ser humano.<br />
Apoyada por su madre, tomó el arte como válvula<br />
de escape para una mente llena de interrogantes,<br />
el sendero a un mundo en el que todo es posible.<br />
Aceptar las imposiciones sin objeción se<br />
convirtió en una tarea difícil para la artista. Su<br />
carácter la llevaría a pasar su niñez y juventud en<br />
estrictos colegios religiosos y varios internados<br />
europeos que, pese a sus intentos, no consiguieron<br />
poner límite a las ansias de conocimiento y<br />
exploración de Leonora. Finalmente, la joven<br />
decidió rechazar la vida acomodada londinense y<br />
huyó de Inglaterra para instalarse en París con su<br />
compañero, el surrealista Max Ernst, a quien conoció<br />
con sólo diecisiete años durante sus estudios en la<br />
academia Ozenfant de arte de la capital inglesa.<br />
Su relación con el artista alemán introdujo a<br />
Leonora de lleno en el entorno surrealista de París,<br />
donde se relacionó con figuras como Joan Miró,<br />
André Breton, Pablo Picasso o Salvador Dalí. Allí<br />
pudo observar de primera mano el desarrollo<br />
de las vanguardias, beber de los conocimientos,<br />
discusiones y debates compartidos en los cafés de<br />
la ciudad. Hasta que la Segunda Guerra Mundial<br />
truncó una vida de bohemia en la capital gala y<br />
supuso el inicio del camino de Leonora Carrington<br />
a un arte más crítico, pero también más profundo<br />
y complejo.<br />
La reclusión de Max Ernst en un campo de<br />
concentración francés, unido a los horrores de la<br />
guerra, provocó la aparición de crisis nerviosas<br />
en la artista inglesa. Debido al avance de los<br />
alemanes, se vio obligada a huir a España, donde<br />
no corrió mejor suerte. Una violación sufrida en<br />
Madrid acentuó su estado nervioso y, por orden<br />
de su padre, fue internada en un psiquiátrico en<br />
Santander. Consiguió escapar dos años después,<br />
y en Lisboa se casó con el poeta Renato Leduc<br />
para poder huir a Nueva York. A partir de 1942,<br />
su destino sería, al igual que el de tantos otros