Boletín ALUMNI N° 5 - octubre 2015

ACADÉMICO
15
como guía la ética pública y el bien común.
Se trata en consecuencia de alinear los
intereses de la empresa con los de la sociedad
a fin de llegar a un beneficio de todos. Para
mejorar nuestra competitividad, y por tanto
nuestras prácticas y valores gerenciales, hay
que dejar de ver al mercado como un juego
de suma cero, es decir, uno en el cual A gana
lo que B pierde. Por el contrario, hay que
entenderlo como un conjunto de valores que
se multiplican mediante la interacción entre
los participantes. En este juego, cuando A
gana, B también gana y viceversa. Michael
Porter viene sosteniendo desde algún tiempo
la tesis del “valor compartido”, que consiste
en observar que el valor de una empresa
está fuertemente vinculado con el valor que
esta crea en su entorno. Una organización
que brinda empleo de calidad, que ofrece
seguridad a las familias de sus trabajadores,
que contribuye a la paz de la comunidad y que
se relaciona honestamente con sus clientes,
sus proveedores y sus competidores, crea
valor para todos ellos que a su vez redunda en
su propio beneficio. Los “buenos negocios”
entonces no solamente hay que llamarlos así
porque son rentables sino porque benefician
a los demás al mejorar la calidad de vida y al
ampliar las demandas del mercado.
Lamentablemente, la Responsabilidad
Social ha sido mal comprendida y, por
mucho tiempo, se la ha visto como sinónimo
de acciones caritativas. Por el contrario, la
Responsabilidad Social solamente puede
cumplirse cuando está en primer plano. No
es un recurso adicional, un “plus” que tiene
por fin compensar la imagen y la reputación
de la empresa. La Responsabilidad Social
implica un modo de entender los negocios
y de organizar las empresas, una manera de
construir lealtad mutua con los empleados,
con los clientes y proveedores, una relación
de paz para con las comunidades del entorno
y con el medio ambiente. La Responsabilidad
Social es buena para todos y es la mejor
manera de hacer mejores negocios. Es
necesario que reflexionemos sobre ello en
el contexto de la discusión sobre ¿cómo
mejorar la competitividad de nuestro país?
Quizá el romper con ese techo que nos impide
alcanzar el desarrollo se trate simplemente
de un cambio de actitud.
Boletín CENTRUM Alumni Año 1, N° 5 / Octubre de 2015