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038 Revista Evangelizar

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6 | <strong>Evangelizar</strong><br />

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO<br />

Evangelio según San Lucas (17, 11-19)<br />

“Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre<br />

Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un<br />

pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que<br />

se pararon a lo lejos y a gritos le decían:<br />

—«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»<br />

Al verlos, les dijo:<br />

—«Id a presentaros a los sacerdotes.»<br />

Y, mientras iban de camino, quedaron limpios.<br />

Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió<br />

alabando a Dios a grandes gritos y se echó por<br />

tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.<br />

Éste era un samaritano.<br />

Jesús tomó la palabra y dijo:<br />

—“¿No han quedado limpios los diez?; los otros<br />

nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este<br />

extranjero para dar gloria a Dios?”<br />

Y le dijo:<br />

—«Levántate, vete; tu fe te ha salvado.”<br />

Palabra del Señor.<br />

Pautas de reflexión<br />

Recordemos que la lepra era una enfermedad<br />

de la piel terrible para la que no había remedio en<br />

época de Jesús y era una enfermedad de mucho<br />

contagio; al mal físico había que añadir lo que religiosa<br />

y comunitariamente llevaba. El leproso era expulsado<br />

de la vida social, familiar y religiosa del pueblo. Era<br />

considerado un “impuro”, es decir no podía hacer parte<br />

de la vida comunitaria y de las celebraciones del culto.<br />

Un leproso era considerado por los “sanos” como alguien<br />

que ya estaba muerto. Al leproso se le condenaba a<br />

vivir fuera de las aldeas y pueblos viéndose obligado<br />

a vivir en los cementerios o desiertos condenado a la<br />

soledad absoluta y a la muerte misma. El leproso se<br />

sentía rechazado por sus hermanos y por Dios mismo.<br />

Dice el Evangelio que salieron diez leprosos<br />

gritado: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»,<br />

en ellos podemos contemplar a quienes están perdidos<br />

y se han quedado solos y nadie les socorre. Jesús, dice<br />

el evangelio, los envía a los sacerdotes y de camino<br />

quedan curados. Uno sólo regresa donde Jesús, los<br />

otros han quedado curados y parece que eso les basta,<br />

no tienen tiempo para regresar y perder con Jesús,<br />

seguro que van presurosos a lo que habían tenido que<br />

dejar. Un extranjero regresa a dar las gracias, reconoce<br />

no sólo la curación física sino la salvación total de su<br />

vida. No sólo se vio con la piel sana sino que su corazón<br />

se llenó de fe en Jesús.<br />

Sintámonos hoy todos necesitados de la<br />

gracia de Dios, busquémosle con ansia e insistencia y<br />

dejemos que él nos purifique y desde ahí comencemos<br />

una vida nueva definitiva en él.

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